El ser humano es inconforme por naturaleza, condición que puede ser atribuida a las diversas e infinitas formas de percibir lo que le rodea, ya sea palpable, visible o invisible. La poesía, que fue primero tecnología y memoria de las civilizaciones, es también plegaria y pregunta que sirve de amparo ante la complejidad de los misterios y misticismos del mundo. La poesía es el lenguaje lógico de lo imposible.
Dios, como imagen o concepto, es el reflejo más contundente del desasosiego. Ante la cuestión ¿qué, quién es dios?, se agrupan a manera de respuesta innumerados ruidos y silencios. Desde muy temprano, tanto en la sociedad como en la intimidad de la familia, se ofrecen variantes consoladoras de estos interrogantes. A God in the House, colección editada por Ilya Kaminsky y Katherine Towler, reúne un número de poetas alrededor de la fe. El resultado es un diálogo iluminante, de matices varios. Esta multiplicidad de visiones acerca de la espiritualidad, destacada desde la nota introductoria de los compiladores, resalta los puntos de convergencia en el abanico de poetas que bien “May be comfortable defining themselves as Buddhist or Muslim, or may shrug definitions of any kind.” (x)
La colección está compuesta por reflexiones que intentan acercarse al significado de dios desde la experiencia vital de la escritura. Los poetas identifican hitos en sus distintas trayectorias y cómo estos episodios fueron motivo de profundas introspecciones que afectaron tanto las formas de escritura y sus posiciones frente a la idea de dios. Nótese que pongo énfasis en dios porque, en concordancia con este libro, me refiero al término como concepto, como imaginario o ideario, debido al fondo, la forma y los significados que arrastra el tema. Aunque la premisa del libro parte, precisamente, de las variadísimas concepciones religiosas, me interesan sobremanera las coincidencias entre estos escritores y escritoras.
Uno de estos puntos de encuentro es la tesis que propone a dios como la representación de un lenguaje vivo a través del tiempo. Según Carolyn Forché, la cualidad de vaticinio en el poeta supera la simple notación del futuro; el vate es parte de una compleja madeja temporal en donde tramas del ayer y del presente se inscriben/escriben en el sujeto de la poesía. Queda entonces la escritura como “An experience closet o a revelation, to the realm of prophetic language.” (15)
Mientras, para Gerald Stern la pasión profética del ser define el ejercicio poético: escribir es inscribir(se)-describir(se); el ardor místico de la poesía se manifiesta en el lenguaje, que es una de las formas de dios. Esta teoría afecta decididamente la estética, tanto por el trasfondo metafísico (se escribe para entender a dios, lo que es cierta forma de alabanza) como por la formalidad que se elabora a partir de la palabra. Como bien aclara Stein, la relación anterior hace que las conexiones entre fe y poesía sean complicadas y ambiguas.
En la mayoría de estas reflexiones la poesía se traduce como una forma de plegaria. En este sentido debo añadir que la cualidad silenciosa, concentrada de la oración puede ser comparada con lo contemplativo. Dos ejemplos fuera de los poetas recogidos en este volumen me llevan al boricua Francisco Matos Paoli, quien en su Diario de un poeta, destaca de forma recurrente la cualidad contemplativa del ejercicio poético, mientras que en el mismo orden, Juan Goytisolo declara bellamente en su conferencia El bosque de las letras que el mundo, para subsistir, necesita más que nunca de contemplativos como Valente o Lezama Lima.
La oración como instrumento de fe merece especial atención en la poesía de Kazim Ali, quien en forma llana establece que se escribe de la fe para entenderla, “I have writen about faith because I want to be included in it.” (33) Coincido con Ali y con el grosso de los poetas compilados en que dios no está fuera del ser sino muy adentro. Lo anterior me lleva a forzar otro de los puntos de contacto entre los poetas aquí reunidos: dios está en la palabra, y mediante ella la poesía busca responder dios.
Pero así como la arquitectura no se refleja necesariamente en el bloque, el mármol o el hierro sino en el espacio entre estos elementos, la poesía se recrea en cuanto a sus silencios, los espacios de meditación entre letra y letra, entre palabras. Tanto como dios, este silencio seduce y aterra. En este punto se encuentran Ali y Li-Young Lee, otro de los poetas reseñados. Para este último dios es esa pausa entre cosa y respiro, y la búsqueda incesante de la fe es tratar de acaparar, de abarcar o comprender la energía simbólica que reside tras la esencia de la vida. Es también naturaleza humana pretender catalogar lo que nos rodea, los sucesos extraordinarios del día a día.
Es por esto que dios es asociado al misterio ya que sirve para nombrar lo ominoso, lo extracotidiano. Para poetas como Jean Valentine esa área de lo innombrable se traduce en el amor. Dios es amor. La forma de amar que no exige forma o estructura, que no espera nada a cambio, “Now I feel that spiritual reality is entire, and is ultimately love, and that we live between suffering and the ultimate reality of love. This is where I am now.” (69)
A través de estos testimonios sobre la fe, se accede a una gran variedad de referencias a textos canónicos: historias de las distintas biblias, el Korán, las teorías indigenistas del origen, la Torah, entre otras. A la par de este oportuno e interesante listado se desarrolla una vastísima bibliografía, abarcadora de distintos lenguajes, tiempos y formas escriturales.
En varias ocasiones los poetas se encuentran en la cita de Paul Eluard, Hay otros mundos, pero están en este. Otros puntos comunes de estudio y lectura son las obras de Samuel Beckett, Emely Dickinson y William Faulkner. G. C. Waldrep habla bellamente de Flannery O’Connor y Langston Hughes. Pero no solo de literatura se nutre el espíritu. La poesía también refiere a la música, al teatro, a la pintura y muy interesantemente, al activismo social y político. Todas estas referencias, unas simbólicas y otras directas, son el reflejo de la escritura en un mundo terrible, gozoso y angustioso; descrito, vivido a partir de las formas cualitativas del lenguaje.
A través de estos testimonios se accede a vidas ricas y complejas más allá del aspecto literario. Este hermoso libro parte de dios como una pregunta universal. Del silencio como una forma de adoración, de negación del ser para, en una contradicción imposible de resolver, encontrarse a sí-en sí. La poesía es una forma de renacer entre el silencio, la meditación, la (ado)ración del lenguaje, que es dios. Repito dios porque me interesa la cualidad abarcadora de la palabra. Dios como creencia, lenguaje e imaginario. Dios como verbo y como sustantivo.
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