“Refugiado. Combatido.
Escribirme salva”.
- Emeterio
“Preparando el ultraje tal vez público.
Limándolo. Esculpiendo la forma del miedo”.
- Juan Dicent
Uno.
La cuestión mercenaria en la escritura de la brasilera María Alzira Brum Lemos tiene que ver con la aprehensión del texto. El asedio. Este proyecto poliforme, fragmentado, manifiesta márgenes borrosos en cuanto a la clasificación por género. La voz narra, propone múltiples probabilidades para los mismos personajes en tiempos y situaciones que se repiten con mínimas variaciones. La novela breve La Orden Secreta de los Ornitorrincos estructura una simbología que se complace en el ejercicio de repetición escénica y la puesta en duda del objeto.
El libro se refleja en el símbolo del ornitorrinco, un ejemplar de embuste que debe ser contado a partir de un imaginario fantástico. El caballo como signo remite a una cualidad informativa en cierto sentido limitada, organizada alrededor de la idea contenida en la imagen; mientras, el ornitorrinco remite a posibilidades ominosas y extra cotidianas, y se repite de forma inacabada en el imaginario de los animales que contiene.
El concepto que une las tramas en María Alzira es la desconfianza, no a las palabras y su instrumento sino a la ejecución, a los monumentos formados a partir de la misma. Lo siguiente es un fragmento de la conversación entre una de las voces principales, la escritora, y su editor,
El texto necesita tener más coherencia, más unidad. Falta coser más la narrativa. Los experimentos han llegado a su fin, hay mucha gente por ahí usando un lenguaje fragmentado solo para decir que está transgrediendo o para justificar una falta de aliento narrativo, de conexión con literatura.
Al principio de la novela se invita a leer sin inocencia; la sustancia que debe incitar la lectura es la sospecha constante. Lo narrado se autoriza desde una femeneidad ambigua que traza una línea temporal con variaciones notables. Hay una niñez en donde se refleja la crisis de la familia nuclear; el padre que abandona la familia debido al hastío con la excusa de que el traslado será sinónimo de progreso: de la periferia a la gran ciudad y la posibilidad de mejores beneficios. El trauma familiar marca a esta figura femenina que pasa abruptamente de la adolescencia en donde se declara como deseante hacia una madurez matizada por una infinidad de oficios.
Es en esta etapa en donde las múltiples personalidades de la voz adquieren la forma de una galería de personajes que de momento se sorprenden de hallarse en las historias de otras y otros. Sin tregua, la narración se va apoderando de personajes que transitan de set en set en ráfagas de información y flashes inconcretos. Parecería que estos retazos de historia se van acumulando, autogestionando el texto: así crea las ficciones de las cuales se alimenta.
Río de Janeiro, Sao Paulo y Lisboa son algunos de los espacios por donde se mueve esta historia en una confusión de tiempos. Es esta una especie de escritura montaje, en donde de forma mercenaria la escritora desmonta y descubre sus propias mecánicas; para María Alzira el texto debe encontrarse mediante coincidencias que no son del todo, ya que si bien el azar juega un papel fundamental, esas casualidades son manejadas desde la pericia de quien escribe, y La Orden es una tensión finita entre el juego y la decisión.
El libro, como bien se declara en uno de los capítulos, es “un enmarañado de partes de diferentes textos, informes comerciales, diarios de a bordo, listas de materiales y provisiones […] plagios de trabajos de autores del momento y hasta fragmentos de una novela inacabada escrita con elementos de tradición oral y cultura popular”. En estos textos la transparencia no es una garantía, pero cómo se goza en la brega entre el deseo, lenguaje y literatura. Cada capítulo es una isla en donde el final no es final sino pasadizo.
Dos.
María Alzira Brum me obliga a la relectura. Acercarme a su proyecto es plantearme un alocado y divertido intercambio en donde es imposible dejar de preguntarse acerca del destino del ejercicio literario y su terrible ambigüedad. La conversa va de proyecto a proyecto ya que La Orden prefigura de muchas maneras la Novela souvenir. Me referiré a la edición de Santa Muerte Cartonera.
Una escritora llega a México mediante una beca para realizar un proyecto literario en Veracruz, lugar de la Gran Celebración. De esta residencia artística queda la memoria, una novela hecha con materiales reciclados, en todo el sentido del término. El resultado es un libro hecho desde las manos de la autora y la comunidad. Aquí se define un poco la naturaleza del ejercicio escritural de Brum Lemos, quien vive de prestado en casas y jardines de varios continentes; así reinventa los lugares a los que viaja y se deja transformar por ese tránsito. Hay que destacar que este souvenir es el primer texto que la escritora concibe totalmente en español, o sea, toma de prestado hasta el idioma, “[e]ste texto es tan mercenario como verdadero. Recibí oro y risas por hacerlo, y asimismo lo pagué en sangre y lágrimas”.
Los cuestionamientos a la naturaleza del objeto reaparecen en las historias que conforman el souvenir, esta vez atacando directamente al libro como producto y comparándolo, en cuanto a su manejo y distribución, con la tradición mercantil de la vanidad, como prendas de vestir y maquillajes; se critica entre la seriedad y el descaro el invento de una santa urbana y televisada que promete liberar de penurias a quien se disponga a cumplir desde la fe y el bolsillo. El resultado es una obra de arte en todo el sentido: una escritura contenida entre la aparente sencillez y el trazo profundamente poético, en un libro reciclable y delicado que enfatiza la transformación constante y la negación del movimiento neutro.
Tres.
Esta actitud mercenaria se sostiene en el cuestionamiento de todo valor literario; se adhiere a la actitud del artista constante y consciente. Las ficciones gravitan alrededor del enfrentamiento entre el ser y los objetos. Quien interactúa con la obra narrativa de María se ve compelido a reparar en aspectos que van más allá de la convención estética. Este decir yuxtapone las cualidades de la multiplicidad; imagínese el texto en ocasiones como espejo único y, en otros casos, una cantidad ilimitada de reflexiones. Es una producción mercenaria por su insistencia, por la búsqueda inacabable que propone, por su sagacidad y el abierto interés por la sustancia oculta que reside en el interior de la gente y de las cosas.
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María Alzira Brum Lemos es escritora, traductora, creadora y realizadora de actividades artísticas, culturales y literarias. Es doctora en Comunicación y Semiótica. Este comentario es a propósito de sus destacadas publicacionesLa Orden Secreta de los Ornitorrincos (Lima, Borrador Editores 2009. Traducción de José Luis Sansáns) y Novela souvenir (Santa Muerte Cartonera 2009. Edición de Héctor Hernández Montecinos.)
Lista de imágenes:
1. Virginia Gálvez, "Reggae en Brasil", 2007.
2. Adriano Ferreira Rodrigues, "Segunda Mostra Brasil Juventude Transformando com Arte", 2008.
3. Roberto Guglielmo, "Momento Nordeste Brasil", 2008.
4. Don Kiddick, "Standing in the wake of devastation", 2012.