* Esta es la tercera y última parte de "Cruzados". Aquí puede acceder a la segunda parte y a la primera de la serie.
I. “Este semestre es el último”, se ha dicho por los pasados dos años pero definitivamente este sería el último porque ya se pasó del tiempo reglamentario que estipula la Beca Pell. Además, no conseguía clases que le interesaran y debe admitir que sus profesores estaban aburridos de ella. daniela llevaba siete años en su Bachillerato en Literatura Comparada. Le daba la razón a sus tías cuando comentaban “los de la IUPI nunca se gradúan por estar en huelga”. daniela sabía cómo contestarle, “tía no es no graduarse, es no saber qué hacer después”, pero nunca lo hacía por el mismo miedo que no le permite superar esta etapa de estudiante sub graduada.
La realidad era que daniela vivía con pánico. A graduarse y a la vida. Temía no conseguir trabajo “porque tengo un Bachillerato en Literatura Comparada, ¿qué rayos se hace con eso?”. En la biblioteca no resultaría la mejor candidata para un empleo porque los bibliotecarios estudian Ciencias y Tecnologías de la Información. El oficio pasó de saber de libros a saber acomodarlos.
daniela vive sola desde los 18. A esa edad ansiaba ser independiente pero ahora odia la soledad de los pasillos y extraña llegar a su casa y escuchar el televisor, probablemente en el volumen más alto, porque su abuela era sorda. Quería volver a la gritería de su casa y a las peleas entre familiares. Eran cosas odiadas en un principio, pero ahora hacían falta, al menos para saber que estaba viva y en la vida.
daniela no visita a sus padres desde su tercer año universitario. Su papá aún se decepciona cuando la ve, “estás perdiendo tu tiempo, vete a estudiar Derecho”. Su madre, por no discutir con su esposo, acepta la distancia de su hija. daniela también se siente decepcionada de su papá, ella piensa que nunca la conoció lo suficiente como para entender sus decisiones académicas. daniela, así, con d minúscula porque ni ella misma cree en ella.
II. Me encanta la IUPI, es todo un mundo. En Ciencias Sociales aprendí a verla como una ruptura del mundo exterior y no un microcosmos del mismo. Por eso odio ver establecimientos de comida rápida dentro del recinto. Por eso odio ver los mismos pupitres de escuela superior en mis salones universitarios. Cabe destacar que, al igual que en la high, en la universidad sufro por la falta de pupitres zurdos.
Sin embargo, disfruto ver a las personas. Son tantas; nunca acaban. Raro es ver a la misma persona dos veces, quieras o no, en el Recinto a menos que cumpla con una de las siguientes:
1) Conoces a la persona y han acordado encontrarse.
2) Tomas una clase con esa persona.
3) En algún momento de tu vida académica tomaste un curso con esa persona y esta es la primera vez que se ven desde ese tiempo.
4) En la acera izquierda hay una persona detestable. En la acera derecha hay otra persona detestable. La acera del medio es la carretera. Sí, el destino te obliga a tirarte.
En ese curso de CISO también aprendí a distinguir entre una creencia y el conocimiento. Las creencias, según James E. Alcock, son generadas por la “máquina de creencias” que se compone del cerebro y el sistema nervioso sin ninguna preocupación automática por la verdad.
“A veces podemos ver el error y la necedad en las creencias de otras personas. Es muy difícil ver lo mismo en las nuestras. Creemos en toda clase de cosa, abstractas y concretas —en la existencia del sistema solar, átomos, pizza, y restaurantes de 5 estrellas en París. Tales creencias no son diferentes en principio de las creencias en hadas al final del jardín, en espíritus en algún monasterio desértico, en hombres lobos, en conspiraciones satánicas, en curas milagrosas, y así sucesivamente”, esboza en el Skeptical Inquierer, edición Mayo-Junio 1995, página 18.
Religiosamente, cada mayo, creo fielmente en que puedo hacer tal cosa como ‘salvar el semestre’.
“Alice Kingsley: Sometimes I believe in as many as six impossible things before breakfast.
The Mad Hatter: That is an excellent practice.”
III. Rafael estudiaba Administración de Empresas, con una segunda concentración en Lenguas. Quería prepararse lo mejor posible antes de enfrentarse a lo otro, al exterior, al real world. Rafael, José Rafael en su licencia de conducir, aspiraba a quedarse con el negocio de su papá, quien administraba una farmacia en Fajardo.
No le gustaba viajar hasta el pueblo de “los cariduros” para hacer un turno de cuatro horas en una farmacia de pueblo, pero se aseguraba que “cuando yo sea dueño de esto, va a ser más grande y mejor que Walgreen's”.
Rafael, ambicioso como él solo, decidió echar a un lado la carrera de Administración y cambió su concentración a Ciencias Políticas donde podía conseguir más dinero. Así, se unió a otros 566 que buscaban lo mismo.
IV. Al comenzar mi tercer año en la IUPI, le prometí a mis padres que tendría mi diploma de bachillerato un año después. No tomé en cuenta que los diplomas, por la manera en que se ‘trabaja’ en el recinto, no llegan sino hasta un año después de la graduación. Tampoco conté con el hecho de que los cursos restantes para terminar, los impartirían en horarios completamente ajenos al mío, al de mi trabajo y mi vida personal.
De la misma manera, no esperaba el despido de cientos de periodistas de todos los medios del país. Una vez me gradúe, no podré solicitar empleo estudiantil, condicionado a mi carga académica y promedio. ¿Seré mesera?
Adicional a eso, se me olvidó que no todo lo que decido un día, debo tomarlo como un hecho escrito en piedra. Cambiar de parecer es más fácil de lo pensado, solo debemos creer lo suficiente en ello.
Lista de imágenes:
1. Edward Gorey, "Not So Funny: A Self-Portrait?," 1979.
2. Edward Gorey, #29, del libroThe West Wing. Publicado por Simon and Schuster, New York, 1963.
3. Edward Gorey, #3, de la serie Not So Funny: A Self-Portrait?, 1979.
4. Edward Gorey, "Basil assaulted by bears," del libro The Gashlycrumb Tinies. Publicado por Simon and Schuster, New York, 1963.
5. Phlegm, "Civilisation," 2012.
6. Phlegm, "Evergreen abandoned," 2014.