Lecturas para viajar y aprender

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Es consenso general la idea de que con los libros viajamos y aprendemos. Con una novela nos adentramos en la vida e incluso la psique de los personajes, mientras que con la poesía nos lanzamos hacia el potencial expresivo de cada palabra. A veces, ese adentramiento puede conducir a una lección antiracista; y el lanzamiento permitirnos visualizar lugares fuera de su trillada iconografía. Así pues, me ocupo de dos obras publicadas en 2016 por Isla Negra Editores: Moi de Oscar Correa y Travesía de lunas: Diario de un viaje a la poesía de Lydia Pagán.

Si el afrofuturismo nos invita a visualizar un futuro (cercano) sin la supremacía blanca como el marco “natural” de referencia, la novela Moi no vacila en reconocer y celebrar la cultura y el ser negro por medio de su joven protagonista de cara al porvenir. Más allá del aura mítica que envuelve al personaje, resalta su inocencia fuera de toda imposición de jerarquías racializantes. Más aún, su genuino recelo hacia el mundo “raro” de los adultos —en plena y atinada referencia a El Principito de Antoine de Saint-Exupéry— lo hace un personaje memorable. La complicada situación familiar del chico en torno al nacionalismo en el contexto histórico del siglo XX, hace de esta corta novela un tipo de "bildungsroman" conectado a la realidad conflictiva del tema colonial de Puerto Rico. De este modo, Moi es un personaje que podríamos clasificar en la tan sonada (y en ocasiones imprecisa) conceptualización de lo “universal”, a la misma vez que ofrece otra perspectiva: la del niño/joven dentro del repertorio histórico puertorriqueño.

De la historia del niño/joven Moi y la narrativa que ofrece Correa se destacan varios temas interrelacionados: 1) la sabiduría adquirida por la experiencia de las generaciones mayores, las cuales se complementa con la sabiduría innata de la niñez; 2) el poder transmitir y preservar la sabiduría de generación en generación, como hacen las bisabuelas de Moi; 3) la inclusión del habla popular, ilustrando diferentes registros y contextos socioculturales; y 4) el papel de la música para recuperar espacios culturales relegados por el eurocentrismo. Todo esto se manifiesta desde la perspectiva de un niño, quien, desde su inocencia y curiosidad, siente una gran afinidad por el aprendizaje y por entender el mundo a su alrededor. La novela incluye un glosario de gran utilidad que no solamente ayuda a entender las referencias léxicas indicadas, sino que también acentúa la impresión de que vamos aprendiendo con Moi mientras lo acompañamos como lectores.

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Por su parte, el poemario Travesía de lunas, de Lydia Pagán, es también un viaje de aprendizaje y acompañamiento. En este, Pagán recoge poemas escritos entre vuelos y otras andanzas por el mundo, pintando así un mapa de encuentros y exhortaciones. Dentro de ese mapa, estamos quienes leemos los poemas, país por país —España, Chile, Finlandia, Dinamarca, Israel, entre otros— y quienes recibimos una nota explicativa y/o exhortativa de la poeta, retándonos a indagar más, a viajar por las ideas presentadas como si estuviéramos en exclusiva con la voz poética. El repertorio poético es tan diverso como los lugares visitados. Hay verso libre como también sonetos. Hay lo que se puede interpretar como un tributo a la Generación del 27 en España, al igual que guiños al Modernismo hispanoamericano. El poema “Verde” (que nos hace pensar en Lorca), en la sección sobre Argentina, contiene el verso magistral "soy torrente, semilla y mujer...", que a su vez nos trae ecos de Julia de Burgos.

Travesía de lunas también destaca la ausencia del cliché que a veces parece inseparable de ciertos lugares, por lo que el público lector/viajero se ve obligado a dejar sus preconceptos como “checked baggage” (por así decirlo) a la hora de abordar la travesía. Un buen ejemplo de este eficaz reto es la serie de poemas sobre Las Vegas, la cual, sin mención de las tragamonedas u otras perdiciones suscitadas por el conjuro de la ciudad, se inspira en una exposición antropológica. La ciudad no se presenta como repositorio de intrascendencias humanas, sino todo lo contrario: como campo de exploración de la evolución humana.

Viajar y aprender. Desplazarse por el mundo y por los significados. Entender otras experiencias, porque ninguna es menor, aunque venga de un menor. Saber que el mundo no tiene que adherirse a los prejuicios y las jerarquías de otros. Y en especial, no sucumbir al mundo “raro” de los adultos. Ser Principitos y Principitas, o lo que se nos ocurra. Seguir transitando, explorando, acompañados de la curiosidad de Moi y de las lunas que nos permiten recordar la música, la comida compartida, el cariño humano y, por ende, revisitar esos parajes. Pasados, presentes y futuros conjurados y conjugados. Esto y más nos regalan estas obras recientes de Oscar Correa y Lydia Pagán.


Lista de referencias:

Correa, Oscar. Moi. Santo Domingo & San Juan: Isla Negra Editores, 2016. 
Pagán, Lydia. Travesía de lunas: Diario de un viaje a la poesía. Santo Domingo & San Juan: Isla Negra Editores, 2016.


Lista de imágenes:

1-2. Isla Negra Editores

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