He aquí una propuesta exquisita: olvidémonos de retornos míticos y de ilusiones gestativas. Ese raro deseo se regodea en frases nostálgicas y en acercamientos psico-literarios. Se suspira por un tal regreso al útero materno. Ese inalcanzable deseo--y la acción se desearlo--se da como estándar, como natural, y por ende, no siempre se cuestiona. Pero...¿cómo "regresar" y por qué ir a lo imposible? ¿Quién querría regresar a un estado antes del ser?
Habría que imaginarse la vuelta al espacio antes del ser no como un protegido refugio sino con todo lo que implicaría anidarse en el útero. Habría que considerar la alta temperatura corporal interna, los ruidos internos entre órganos y tejidos, la falta de espacio ya durante los meses finales del embarazo. Para el ser "enuterado" esto representaría el no respirar aún, el no poder tomar la expresión a gritos a fin de reconocer la realidad de la idealización del supuesto paraíso.
Gestado/as, parido/as: no se puede volver al estado de la preexistencia. Siendo y pensando como personas desarrolladas, ¿qué nos parece el útero, entonces?
La exhibición "The Exquisite Uterus Project" intenta exponer lo que esta poderosa y hermosa parte del cuerpo humano significa. Recientemente y temporeramente instalado en la Union Gallery de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, el proyecto recoge interpretaciones creativas del resaltado órgano como respuesta al clima político anti-choice que influye en importantes legislaciones estatales.
Entre las propuestas artísticas había úteros con trasfondos de bandera nacional, otros confeccionados por botones, uno residiendo en un maniquí de costura bajo un delantal negro proclamando lo "exquisite" de sus funciones en cursiva y en rhinestones, otro en una lámpara, otro más en esquema de cuerpo y uno en particular que hacía que el útero pareciera como un torso fuerte con bíceps entronizados y musculosos. Éste último es obra de un artista de Wisconsin llamado Daniel Torres. De esta miríada de interpretaciones, la musa principal de fondo era la misma: el reclamo de lo privado, de lo que es la cualidad de persona del ser humano que cuenta con un útero como parte de sí.
Observando las múltiples expresiones del útero y sus manipulaciones políticas, salta a la vista el trabajo de Sherry Boram, una artista de Indiana, con su obra: "The Exquisite Distraction". En ésta se denuncia la obsesión política por controlar el cuerpo femenino desmantelando derechos reproductivos, a la vez que se obvian problemas serios como la pobreza, la homofobia, la avaricia, etc. Observando, pues, el proyecto de manera global, llaman la atención las repercusiones socioculturales de cómo nos relacionamos con el útero física y míticamente, y por consiguiente, cómo nos relacionamos con lo uterino y/o lo femenino y/o el cuerpo de mujer.
Observando y observando más, noté que el exquisito útero y áreas aledañas tienen la forma de la cabeza de un toro. Resultó ser que dos días después de visitar esta exposición, fui al festival de cine en Milwaukee a ver la película española, Blancanieves (2012), del director Pablo Berger.
Así como la historia de los hermanos Grimm (la que se nos cuenta de niños) es problemática en tanto presenta modelos negativos de rivalidad femenina (i.e. la madrastra cruel y la niña maltratada), la película retoma la historia con un giro particular. Anclada en la España que parecería la de los dramas de Federico García Lorca, el motivo de los toros y los toreros es fundamental en el transcurso del filme. En efecto, la madrastra (Maribel Verdú) en esta versión es despiadada y es casi como una Bernarda Alba salvo mucho menos religiosa y mucho más risqué, aunque igual de recalcitrante.
Y sí, Blancanieves (Sofía Oria, Macarena García) se cría en ese ambiente en que la principal figura femenina representa todo lo injusto, intransigente e inhumano. Como hija de un famoso torero, Blancanieves siente curiosidad de niña por el oficio, Más tarde, gracias a los siete toreros enanos, la joven se va a destacar en el oficio y tendrá la oportunidad de rendirle tributo a la memoria de su padre.
En el momento de la estocada, Blancanieves tiene que decidir si hiere de muerte o no al toro. Es ella ante el imponente y robusto animal, el mismo que puede representar muerte. Hay que notar que la madre de Blancanieves muere por complicaciones de parto. El nacimiento de Blancanieves representa tanto vida como muerte. Ya adulta y toreando, en el momento de la estocada, a petición del público, Blancanieves le perdona la vida al toro cobrando así mayor gracia ante los espectadores y ante sí misma.
Esta Blancanieves se enfrenta al peligro con majestuosidad, incluso cuando le cambian malintencionadamente el toro que estaba pautado para el evento por uno cinco veces más pesado y grande. Además, logra rendirle tributo a su padre quien muere a manos de la inhumanidad de su esposa, la madrastra de Blancanieves.
Y es que es eso lo que sucede cuando a una mujer, a un ser humano, no se le permite enfrentarse y entenderse según su propio ser--y en este caso--su saber uterino fuera de imposiciones políticas, religiosas y/o socioculturales: a esa persona se le ahoga su humanidad y por ende, sus posibilidades de compasión, entereza y templanza. Blancanieves hace que estas posibilidades emerjan y de ese modo quiebra la dicotomía de la mujer fuerte/despiadada vs. la mujer débil/indefensa. Al hacerlo, crea un nuevo modelo de entereza. ¡Olé!
Se dice que hay que agarrar al toro por los cuernos casi como se idealiza la estadía pre-natal en el útero materno. No obstante, como hace Blancanieves en este exquisito largometraje silente en blanco y negro salvo por la música, mejor es perderle el miedo al toro y permitir que la hora de la verdad se vuelva el momento de afianzar la personalidad. Mejor es también continuar expresando la emancipación uterina de modelos patriarcales restrictivos sobre las mujeres, sus decisiones reproductivas, y las diversas formas de la femineidad, formas que bien rebasan la dicotomía femenino/masculino. ¡El gran Olé!
Y que conste, que esta visitante de la galería y espectadora de cine no es partidaria de las corridas de toros. Sí lo es de los saberes exquisitos.