Calibaneando

¿Y si se imaginara un cruce, una intersección, entre un Paseo Calibán y un Boulevard Ariel?

En eso pensaba mientras iba hacia el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe un día a principios de marzo, una noche más bien pues fue el martes cuando Carmen Centeno Añeses hizo la presentación de su más reciente libro: Polifonía caribeña (Tiempo Nuevo, 2012). Caminaba yo con rumbo y sin demasiada prisa por las calles del Viejo San Juan en busca de todo lo que fuera Calibán, cuyo espíritu se pavonea entre adoquines y sobre murallas construidas por personas esclavizadas bajo el inclemente sol del Atlántico.

Era un desplazarse por las las calles donde pululaba Alejandro Tapia y Rivera, quien nos diera uno de los personajes más arieladamente calibanescos (¿o más calibanescamente arielados?), el gran Póstumo "transmigrado" y "envirginiado" en su condición etérea, a su vez calibán transgresor de la muerte y de normas en cuanto a género sexual. Son las mismas calles y caletas que desembocan hacia la Puerta de San Juan, hacia la bahía que es escenario de navíos; navíos que además representan: invasión, piratería, ataque, aventura y turismo. Se trata de una bahía que nos encadena al norte, al sur, al Caribe, a otros litorales.

foto
Son las calles, la bahía, la muralla ahora custodiadas por los gatos del Morro. Gatos -o calibancitos afelinados- que evocan lo mejor y lo peor del entorno en que viven. Empezando por lo peor, nos recuerdan el miedo y el desprecio, e incluso la negligencia de algunos. Lo mejor reluce por el cuidado que reciben de voluntarios que van a darles comida y echarles un ojo. Mejor todavía es la envidiable actitud gatuna de plena posesión del hábitat que les rodea. Es la actitud, el sentir, que rebasa el reduccionismo con que a veces se (des)entiende lo caribeño.

arte

El reduccionismo se expresa en varias formas. Una es la folklorización que deja lo indígena relegado a un pasado y a una condición pusilánime, como si la toponimia isleña, como si "boricua", no fuera más que un nostálgico recordatorio de los taínos y sus tribulaciones con los Caribes. Juan Flores ha abordado el tema de manera sucinta en su libro crtítico: Divided Borders (Arte Público Press, 1993). También está la folklorización que deja lo africano -sí, lo negro y lo árabe- a un tal ritmo y sabor tropical que encubre el sudor dejado entre los adoquines y todas esas fortificaciones de imprescindible visita turística sin las cuales Ariel no hubiera descollado. Víctor Hernández Cruz ha magistralmente conjugado los "sunken Caribbeans" con la gran Córdoba y el polvo del Sahara en su poemario: In The Shadow of Al-Andalus (Coffee House Press, 2011).

"Si se quiere caer en la muy desvencijada trampa de los símbolos, la historia cultural es también la de Ariel" (151) indica Carlos Monsiváis en respuesta a lo esbozado por Roberto Fernández Retamar en cuanto a Calibán como símbolo latinoamericano y caribeño. Siguiendo con la simbología y con las observaciones del escritor mexicano, si Calibán no hubiera laborado, no solamente Ariel no hubiera visto la luz del sol, sino que hoy en día tampoco hubiera sido posible que el Departamento del Interior de los Estados Unidos denominara al Viejo San Juan como un historical landmark. Aunque esta designación bien puede resultar problemática  por el peso de las entidades en cuestión, la misma no deja de reconocer un legado histórico-cultural en donde cimentar un buen proyecto de revitalización de dicho legado.

¿Dónde encontrar la intersección? ¿Por la encendida calle antillana que todavía siente recelo de la luminosidad que de por sí alberga? Y es que si Calibán no existe, Ariel tampoco. Calibán como resistencia y un re-semantizado Ariel como voluntad de superación, no de lo que las élites han reducido al margen, sino de prejuicios y conformismos. Ambos se cohabitan. Ambos transmigran, como Póstumo, constantemente. Van por el Viejo San Juan, por el archipiélago Boricua, en busca de algo más allá de los confines aprendidos. Como explica Centeno Añeses, hay que celebrar la hibridez y entenderla en el contexto caribeño.

arte

Ariel no puede renegar de quienes permiten que pueda despegar para alzar vuelo. Los africanos y las africanas en el olvido histórico, un Alejandro Tapia y Rivera que propone un tratado proto-feminista desde su narrativa, la poesía Nuyorican: todos estos elementos y muchos más son expresiones del indispensable Calibán. Éste, mientras, acostumbrado a resolver y a actuar para sobrevivir, habiendo cumplido sus funciones en la torre de control, se transmuta en felino del Morro, custodio fiel de la bahía.

Lista de referencias:

Monsiváis, Carlos. Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina. Barcelona: Anagrama, 2000. Impreso.

Lista de imágenes:

1. An image of Prospero, Miranda, Caliban and Ariel Jean-Pierre Simon (France 1750?–1810?) after Henry Fuseli (England 1741–1825). Title: Prospero, Miranda, Caliban and Ariel, Vol. I, Plate IV.
2. George Romney: The Tempest, Act 1 Sc 1. The storm, with Prospero and Miranda. Engraved by Benjamin Smith.
3. Ariel, Caliban, Stephano, Trinculo (Act III, scene ii), H. C. Selous, 1830.
4. Trinculo, Stephano, and Caliban by Sir John Gilbert.

Categoría