Al filo de la medianoche

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A las víctimas de violencia doméstica.


13/junio/2013

 

El ruido estruendoso de su camión Mack marca la hora.

 

Es Medianoche.

Todo está en perfecto orden: nada de ruido, la cena lista, la ropa planchada.

Los pasos suben torpemente los 25 escalones. Las 12 llaves en el llavero de su cintura se mecen y chismorrean entre ellas; se golpean; y por momentos se callan; y continúan de repente con su coloquio interminable. (Nunca supe exactamente el orificio que abrían).

Yo, desaliñada, apestosa, con el delantal aceitoso y el pelo oloroso a cafetín de mediodía. No atractiva, no tentadora, ni suculenta, invisible. 

No es suficiente.

Tira de mi larga cabellera negra como la noche y me siembra en el duro piso de la sala. Todo su peso sobre mí. El vaho escapa por su boca. Las gotas de sudor caen sobre mi cara, sobre mis ojos y se confunden con mis lágrimas. Me embiste con movimientos salvajes, animales, taurinos, desafiantes, carentes de ritmo, insoportablemente dolorosos. Me obliga a moverme, a caricaturizar.

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Tengo que fingir.

Sin pestañear, mis ojos se escapan al estucado techo. Ahí me transformo en la mariposa azul que se cuela por las gotitas que fingen caer desde arriba. El lastimero sonido de su voz se va perdiendo y se escucha a lo lejos. Vuela, vuela, vuela. Cada vez más rápido, más alto. Sospecha que su libertad está a la vuelta de la esquina.

Termina.

El cuerpo adolorido y el sexo mancillado.

La mariposa azul yace en el piso de la sala, cansada de volar*.
 


*Este texto es una adaptación editorial del texto original de la autora.


Lista de imágenes:

1. Juan Calle, "Hope_Opus 3", 2013. 
2. Juan Calle, "La vida extraída por la vida", 2014. 


 

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