'Desde la quinta nube' o para verte mejor

 

mujer callendo


“Alerta, el corazón sobrevive, atrapado entre el distante dolor 
que apenas vislumbra y la fiesta extraña que suena aquí, 
a su lado, como una travesura macabra”.

—Sofía Irene Cardona  


Sofía Irene Cardona es poeta, narradora, crítica literaria, académica, columnista (de 80 gradosClaridadFuera del quicioy El Nuevo Día) y catedrática de Literatura Española en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Algunos de sus libros son La habitación oscura (Terranova, 2006) y El libro de las imaginadas (EDUPR, 2008), y colaboró en la antología Del desorden habitual de las cosas (Capicúa, 2016), entre otros textos. Hoy me toca hablar de Desde la quinta nube(Callejón, 2016), un libro que me llevó de la mano por las calles sanjuaneras; me subió a la AMA; me mostró los espacios de la ciudad que solo en ese transitar pueden observarse; me adentró en condominios donde miré desde lo alto la ciudad y las dinámicas de las personas; me elevó a una quinta nube a partir de donde contemplé el mundo mismo, la existencia; y me regresó como de golpe a Puerto Rico para analizarlo según la posibilidad de la libertad (y no la que se limita al estatus político, sino la libertad que radica en las entrañas, que se dispara horizontalmente y acapara el universo). En esas coordenadas leo el libro que me parece que ha de ser lectura obligada en este momento en el que los conflictos bélicos en Siria, la crisis económica y la austeridad nos obligan a reflexionar activamente y a tomar posturas.

En las crónicas, estampas y breves ensayos que conforman este texto podemos entrever la riqueza del género ensayístico y de la crónica como discursos literarios que reclaman y subrayan humanidad. Christian Ibarra dijo en la presentación a este libro: “Difícil resulta decir tanto en tan poco. Y Sofía Irene Cardona lo hace. Además del golpe de la piedra que tira al lago, de sus columnas nos llegan las ondas expansivas”. Precisamente este libro se destaca por ofrecernos una mirada a un país en una crisis actual y milenaria, a un no-país, y que, a su vez, nos convida a un futuro esperanzador centrado en la acción de vernos y (re)conocernos. Ya había definido Ernesto Sábato a esta bella manía “una esperanza demencial” (68).

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Desde la quinta nubeme recordó, en un momento, la expresión de “estar en las nubes”, lo que supone ensimismamiento, distancia, un estado ilusorio que pudiera rayar en la bobería, pero esta compilación de columnas periodísticas dista mucho de serlo. La "quinta nube" se refiere, en este caso, al estado reflexivo en el que se cavilan múltiples temas desde la subjetividad. Se trata de diez secciones que contienen 103 columnas en las que miramos a través de los ojos de una escritora audaz e inquisitiva, que con esfuerzo, amor, reproche y humor, nos enseña “su capacidad de zurcir con un par de puntadas la realidad que como puertorriqueños nos disgrega o integra”, según plantea Ibarra. La multiplicidad de temas correlacionados en las secciones son enlazados por una serie de asuntos constantes: el rol de la mujer en la sociedad, en su familia y en su intimidad; el desasosiego que resulta del sistema neoliberal antropofágico; los discursos y plataformas masmediáticas y sus efectos en las subjetividades; el cuestionamiento a la democracia y las dinámicas partidistas isleñas; el discurso de la crisis y sus repercusiones en la formación de los sujetos; la educación vista desde la complejidad social y pedagógica; el intento de reescribir o cuestionar la memoria histórica; la problemática de la vejez; y la potencialidad de la Libertad. Sus columnas provocan diálogo, cuestionamiento; apelan, en algunos casos, a la movilización y al disgusto ante los abusos políticos y mediáticos, así como al compromiso con el ambiente, con la realidad mundial y con la sociedad inmediata −que tanto sufre por la opresión, el desparramo y las malas decisiones de los “mandamases”, como risiblemente les llama a los dirigentes mediocres del país.

Los artículos están cargados de figuras ingeniosas y hermosas sin rayar en lo cursi, y no porque lo cursi sea malo, sino porque la asertividad de sus planteamientos desdeña lo meloso en favor a lo certero y magnífico. Sentencias como “En este territorio no les alcanzan las balas, ni los abrazos […] ¿Qué país se sueña en Ciberlandia?” (67) se encaran con la realidad del mundo virtual y las dinámicas sociales que suceden de estas interacciones mediatizadas. Sus páginas les ceden espacio a coloquialismos, refranes, imágenes populares y poéticas. “Tienen tres años para engatusar a los electores” (84) advierte sobre el juego electoral. Precisamente, la tradición se reviste juguetona para parodiar esos procesos en los que los candidatos hacen sus trucos: “Ahora lo ves, ahora no lo ves […] El Mago gesticula con las manos enguantadas: '¡Tin Marín de dos pingüé!' Firulístico y labioso, promete prodigios mientras saca del sombrero un conejo blanquísimo. '¡Cúcara, mara, títere fue!'” (73). De otro modo, la expresión “moral en calzoncillos” se convierte en una personificación poderosa para denunciar la corrupción:

Lo peligroso es que ya nos vamos acostumbrando a verla así, siempre en calzoncillos, como si nada, y hay quien, a pesar de los saqueos, el delirio y los abusos, todavía le cree y la idolatra, a esta Moral ridícula y estrafalaria. (66)

También maravillan las metáforas y símiles reveladoras. Estas imágenes sirven para vislumbrar una intelección profunda, una cavilación que cuestiona:

Atrás sobrevive una comunidad mutilada, abacorada por discursos que suenan ya como ladridos. El porvenir sigue constituyéndose en ilusión y aquí esperamos, los habitantes del presente, pacientemente intrigados por lo que nos prometerán ahora aquellos que nos aseguran, con voz atronadora, que mañana, mi gente, el futuro será mejor. (119)

Además, las numerosas onomatopeyas divertidas (como "chachán", "plum, plum", "blam, blam", "toc toc" o "chiquiquichiqui") y las referencias folklóricas o a la tradición, sin duda, definen sus textos dentro de la caribeñidad. Así que la compilación de columnas periodísticas comparte desde una mirada muy personal, pero sustancial, unas preocupaciones y vivencias, que por entrañables nos resultan muy familiares. Y es que la crónica y el género ensayístico son un ejercicio de mostrar(se) y de develar una perspectiva del mundo, un modo de ver, mediante un estilo que negocia con las figuras literarias.

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La autora en su prólogo generoso explica: “[…] yo solo podía escribir desde mí, desde lo que experimentaba y veía. Tenía entonces la responsabilidad de mirar responsablemente […] Espiaba el mundo desde mi quinta nube” (10). Esa intención y esa conciencia de la subjetividad es el timón que adentra al lector atento, como había señalado, a la cotidianidad; a los discursos manipulados por el otro mediático espectacular; al juego político de la democracia falseada; a la crisis vista abarcadoramente desde la complejidad; a la problematización de la educación y de la Navidad como imposición y mecanismo maquiavélico de los políticos; a la alegría como fuerza rehabilitadora y expansiva; a la rareza de un país que pende entre la memoria y el olvido; a la realidad mundial y sus secuelas nacionales; a la lucha de clases; a la desvalorización de la ancianidad; y al potencial de la libertad y el valor del compromiso ecológico. La lista de temas y acercamientos es aún más extensa porque (al tiempo que conduce a mirar desde una perspectiva de una mujer letrada, sensible, pero aguzada) la lectura es siempre un espejo. Retomo a Ibarra:

Su escritura camina, avanza o espera. Y retrocede. Se tambalea al bruto compás de una calle llena de boquetes, toda vez que inventa al semejante y le fabrica caminos al otro lado de la ventana. Su escritura elude charcos, otea la lluvia, escucha, no deja de escuchar y no le teme a aquello que imagina, teniendo en cuenta que es la columna un género híbrido que engulle todo a su paso.

Justamente me interesa cómo estas columnas coquetean con el cuento, al representar sujetos con la finalidad de mostrar ciertas dinámicas sociales que competen en la actualidad (lamentablemente, las observaciones que despliegan sobre la huelga de 2010, resuenan con urgencia). También me resulta exquisito cómo la hibridez entre géneros concibe un discurso que no se subsume al poder, sino que es plural y se elabora horizontalmente. Los artículos que recoge esta colección invitan a pensar enunciados que solo pueden salir de nosotros mismos. Desde la quinta nube al tiempo que nos eleva, nos aterriza.


Lista de referencias:

Ibarra, Christian. "Desde la quinta nube." 80 grados, 26 de octubre 2016, http://www.80grados.net/desde-la-quinta-nube/ 
Sábato, Ernesto. La resistencia. Seix Barral, 2000.


Lista de imágenes:

1-3. Mega Christine

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