'Good night': entre la incertidumbre y la incompetencia

Es medianoche en el terminal del Aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur. La empleada de Malaysia Airlines ya tomó el micrófono para anunciar que el vuelo va a comenzar el abordaje. El grupo de pasajeros que ha estado esperando, muchos con sus pasaportes y pases de abordaje en mano, otros recostados de sus maletas, o quizás tratando de evitar dormirse por la hora tan tardía, van haciendo la fila para abordar el avión que los va a tomar a Beijing. El Boeing 777 que hará el vuelo MH370 de Malaysia Airlines con servicio directo a Beijing es sencillamente uno más de los miles de vuelos entrando y saliendo de uno de los grandes aeropuertos de Asia.

Abordando el vuelo va un pequeño retrato de la humanidad: comerciantes y magnates de grandes negocios, artistas, jóvenes turistas, familias con niños, incluyendo unos cuantos bebés, y dos jóvenes migrantes con pasaportes falsos. Doscientas treinta y nueve personas en total abordaron ese avión.

Han pasado par de minutos, los pasajeros ya están sentados en sus respectivos asientos, con sus cinturones abrochados. El piloto anuncia que anticipan llegar a Beijing a tiempo y apagan las luces para que todos puedan dormir. Para cuando el avión despega de la pista, ya algunos pasajeros están felizmente dormidos, sin ninguna intención de despertar hasta que aterricen en Beijing.

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Ha pasado ya poco menos de una hora; el avión ya está volando a 35,000 pies de altura, y está abandonando la jurisdicción de la torre de control de Kuala Lumpur. Se dan las comunicaciones y transmisiones de rigor traspasando manejo sobre el vuelo a la torre de control de tráfico aéreo de Ho Chi Minh en Vietnam. El piloto toma el radio para aceptar la comunicación y dice las últimas palabras que serán escuchadas por el mundo: “All right. Good night”.

En las torres de control en Ho Chi Minh y Kuala Lumpur, los controladores aéreos, con la mala fortuna de estar rompiendo noche tenían, su trabajo usual monitoreando y asignando corredores, viendo los distintos puntos moviéndose sobre el radar por cada avión. En ese momento se dio la peor pesadilla de un controlador aéreo; uno de esos puntos desapareció por completo sin rastro alguno. Horas después, la gente que había ido llegando al aeropuerto de Beijing para recoger a sus familiares y amigos recién llegados, vieron que las pizarras de llegada ponían al vuelo MH370 como “retrasado”.

Las horas pasaron hasta que, sin todavía tener un rastro del avión, las autoridades aeroportuarias removieron el vuelo de la pizarra. Uno de los aviones más modernos y avanzados del mundo había desaparecido en la cara de los radares y sistemas de defensa aéreos de varios países. Doscientas treinta y nueve personas habían desaparecido.

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En los días posteriores se ha dado la investigación y búsqueda internacional más grande y compleja de la historia de la aviación moderna. Se sabe hoy en día que tras apagar el transponedor que lo identificaba en los radares civiles, los radares militares de Malasia y Tailandia vieron al avión virar hacia el oeste, y entonces abandonar el alcance de los radares cerca de las Islas Andamán en dirección noroeste. La Fuerza Aérea de India, sin embargo, había apagado esa noche su radar en las Islas Andamán.

Se sabe también, a través de rastros recibidos por satélites de comunicaciones, que el avión a las 8:11 de la mañana de ese día todavía tenía sus motores prendidos, y que por el ángulo de la transmisión, se localizaba o en alguna parte entre Kazajstán y el norte de Tailandia dónde posiblemente había aterrizado, o en alguna parte de las regiones más remotas del sur del Océano Índico al oeste de Australia, dónde se hubiese estrellado tras gastar todo su combustible. Pero a la fecha de este escrito diez días más tarde, no se le ha encontrado el más mínimo rastro del avión o de sus pasajeros, y sabemos menos todavía de quién lo hubiese desviado o de sus motivos. Inclusive si ha sido encontrado para el momento de la publicación de este escrito, habrá sido mucho más tiempo del que alguna vez ha tomado la búsqueda de un avión moderno.

Hemos presenciado gente que nunca en su vida ha conocido algo de aviación, o del sureste de Asia, obsesionados con el vuelo, tratando de descifrar lo que pudo ocurrir; hemos visto parientes de las víctimas desaparecidas amenazar con huelgas de hambre en China, y la plegaria viral de rezar por el vuelo desaparecido en Malasia. Hemos visto a los medios estadounidenses, usualmente altamente provinciales, brindar cobertura un avión perdido en Asia con gran afán. Hemos visto ya teorías de conspiración florecer que van desde extraterrestres al rapto evangélico; que algún país lo derribó y está tratando de encubrirlo; que el Ejército de Estados Unidos lo tomó y lo tiene escondido en la base de Diego García; entre muchas otras más.

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Si la desaparición del vuelo MH370 fue realmente un acto de terrorismo (como muchos sospechan), fue el terrorismo perfecto, pues ha dejado a la humanidad llena de incertidumbre, asustada, desorientada y tratando desesperada de buscar explicaciones y respuestas en donde no las hay. Esto mientras una gran cantidad de los recursos de inteligencia y militares destacados a lo largo de Asia se mantiene distraídos buscando un avión desaparecido con una mezcla de dedicación, frustración y desesperación. En fin, la incertidumbre nos ha comido vivos.

Sin embargo, también hemos visto las múltiples formas que puede tomar la epítome de la incompetencia, la estupidez, el sensacionalismo y a veces sencillamente el ego; todas obstruyendo el proceso de investigación y búsqueda del avión y sus pasajeros. El gobierno de Malasia, siendo la nación responsable legalmente del proceso, al ser el país de registración del avión, desde un principio ha actuado como un amateur en el proceso, publicando información para luego retractarse, para entonces retractarse una segunda vez. Esto sin contar las veces que han ocultado información o evadido explicar sus recursos, tales como cuánto tardaron antes de compartir la información de sus radares militares, o el salto de lógica que tomaron al anunciar sin evidencia que el piloto había sido el secuestrador del vuelo para luego no haber encontrado nada que apunte a esto a la fecha.

Peor aún, han rechazado ofertas constantes de la Interpol y el FBI de ayudarlos en la fase criminal de la investigación, lo que ha ocasionado una tardanza enorme en el proceso de investigar el historial de los pasajeros. Como si todo esto no fuese suficiente, lo han apoderado para propósitos políticos, al hacer grandes conferencias de prensa con el Primer Ministro dedicadas a tratar de decir que la razón por la que el piloto pudo haber sido el responsable es porque apoyaba a la oposición política.

En múltiples momentos han mandado a varios países a gastar millones en recursos y dinero buscando áreas del mar sin explicar qué es lo que les lleva a pensar que ese es el lugar para buscar y no otro, y se niegan a aceptar cualquier posibilidad de que gobierno malayo haya cometido algún error. En fin, la investigación y coordinación de búsqueda del desastre más complejo y misterioso de la historia de la aviación internacional vino a caer en manos de un gobierno incompetente, corrupto, y con ínfulas de infalibilidad y poder.

Esta culpa también le recae en los demás gobiernos y fuerzas armadas de la región; Tailandia no vino a mencionar lo que habían visto sus radares por 10 días y Malasia en la noche de la desaparición lo vio pasar en sus radares militares y no vinieron a darse cuenta. India por su parte, había tomado el hábito de apagar sus radares en las Islas Andamán por la noche para ahorrar dinero, y su liderato niega tajantemente cualquier posibilidad de que el avión haya pasado por la India continental sin explicar el por qué. La plana mayor de las fuerzas armadas de India se niegan a admitir públicamente la posibilidad de que uno de los aviones más grandes en el mercado volara a lo largo de todo India en la oscuridad de la noche sin ser identificado, interceptado, ni tan siquiera visto.

Kazajstán, por su parte, insiste también que es imposible que el avión se encuentre en su territorio a pesar de que a duras penas es un estado funcional y que no tiene cobertura de radar sobre sus regiones más remotas. A trece años después del 9-11, no debería ser tan fácil para un avión así de grande pasarse encima de media humanidad sin identificación ni que nadie si quiera se fije en él. La combinación del juego político y la incompetencia de los gobiernos regionales de manejar la situación, ha causado que los gobiernos de China y Estados Unidos opten por investigar tras bastidores con sus propios recursos de inteligencia sin compartir su información con Malasia –sencillamente  no puede confiarse en ellos.

Debido a esto se vinieron a dar cuenta que el avión había volado por horas y podría estar en casi cualquier parte del continente para cuando ya había pasado una semana. A estas alturas, si la desaparición fue producto de un secuestro o robo, ya los responsables probablemente han movido el avión a otro lugar, y si estrelló en el mar, ya las corrientes se han llevado los escombros lejos de dónde cayeron.

La ira de los familiares de las víctimas, de la comunidad de aviación y del público en general con el mal manejo de esta investigación es justificada al punto de que el día que el paradero del vuelo MH370 y sus pasajeros sea esclarecido (si es que esto se logra dar), va a ser a pesar de y no gracias a los gobiernos de Malasia y los demás países de la región.

Hemos hecho en el proceso tanto un ejercicio en cuánto la incertidumbre puede afectar a la humanidad, sino en cuán bajo puede caer esta misma en poner sus intereses por encima de las vidas de 239 civiles inocentes cuyo paradero es desconocido. Entiendo que el avión eventualmente será encontrado –el gobierno de Australia se encuentra buscando las regiones más lejanas del Océano Índico, el gobierno de China se encuentra buscando sus desiertos occidentales y, del avión haber sido robado, eventualmente sus partes (o el avión entero) van a reaparecer en otra parte del mundo. Sin embargo, la lección que no se puede olvidar de este incidente es que debido a la incompetencia y orgullo de unos cuántos políticos, se desperdiciaron todas las posibilidades de que esto fuese esclarecido rápidamente y se esfumaron las pocas probabilidades que había de que los pasajeros estuvieran vivos. Y eso no es perdonable. 

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Lista de imágenes:

1. Popla Matumola, El avión perdido, 16 de marzo del 2014. 

2. Osama Hajjaj, No se encuentraI, 19 de marzo del 2014.

3. David Fitzsimmons, Avión malayo, 19 de marzo del 2014.

4. Nate Beeler, El avión perdido, 19 de marzo del 2014.

5. Peter Broelman, Avión malayo perdido, 9 de marzo del 2014.

6. Nick Anderson, Desaparecidos, 14 de marzo del 2014.

7. Steve Sack, Ansiedad viajera, 18 de marzo del 2014.