Se sancionó en la Argentina la ley que establece que los argentinos que cumplan los 16 años gozan de todos los derechos políticos conforme a la Constitución y a las leyes de la República. Y que a partir de los 16 y hasta los 18 años, los ciudadanos argentinos tienen la opción de votar. Como esta sanción, que finalmente se aprobó, generó polémica a lo largo y a lo ancho del país, decidí escribir unas líneas al respecto.
Primero, veamos cuáles son los argumentos de quienes se oponen al voto.
La senadora nacional de Misiones, Sandra Giménez, manifestó su rechazo. Expresó que su mayor temor es “la manipulación” de los menores y agregó que “no podemos trasladar a los más jóvenes las responsabilidades que los adultos no queremos aceptar”.
El diputado nacional José Guccione, es padre de mellizos de 16 y opinó que los chicos “no están preparados para votar”, pues considera que todos los amigos de sus mellizos de 16, y también sus mellizos de 16, no están preparados. Y agregó: “Hay cosas más importantes que decidir”. ¡Por supuesto que hay cosas más importantes que decidir! Y estoy seguro que también hay cosas menos importantes. Ni lo uno ni lo otro quita que se pueda decidir sobre esto también.
El salteño Alfredo Olmedo dijo que antes de los 18 “se adolece todavía de la capacidad y madurez para votar”, pero no aclaró a qué edad la capacidad y madurez están en su grado álgido. Si los adultos son tan capaces y maduros para votar, ¿por qué siempre se terminan quejando de los mandatarios que ellos mismos votan?
Pero el arzobispo de San Juan Alfonso Delgado fue todavía más lejos: aseguró que la iniciativa atenta contra la familia.
Otro metemiedos que se quiere instalar es el temor de las tareas militantes de La Cámpora, que aprovecharían esta ley para ingresar en las colegios como los piratas ingresaban en los barcos de altamar y convencerían, como en las mejores películas nazis, a multitudes de chicos instantáneamente. Esto es, otra vez, sobrestimar el poder de La Cámpora, que en ocasiones tiene más etiqueta de presentación que contenido, y subestimar el raciocinio de los adolescentes, que la tienen bastante clara en muchos aspectos.
Informarse no es convencerse, es tener opciones de elegir. Y que ingresen todos: Los de la JP, los Pro, los UCR, los PC. Dénle a los chicos opciones y después me cuentan. Ser visitado por un activista no es símbolo de conversión, si éste no posee fundamento en su prédica. Traslademos esto a la religión: si los discursos vehementes fueran tan efectivos y deglutidos fácilmente, hoy seríamos todos mormones y testigos de Jehová.
En cambio, lo que se propone en estos casos es un cambio de paradigma. La palabra política, que años atrás olía a suciedad y a pecado, hoy es tratada en establecimientos educativos con total normalidad, analizada, debatida, filtrada y digerida, como debe ser. No hay que asustarse por los cambios, sino que hay que saber acompañarlos.
Ya no sorprende ver a un niño de diez años frente a su Play Station 3, jugando el peor juego de guerra, matando y golpeando a diestra y siniestra en todos los recovecos de las redes virtuales. Ahora resulta que los mismos padres que consienten estos juegos violentos y nocivos en los niños y adolescentes, les vedan la aptitud política. Como si matar virtualmente se puediera hacer a cualquier edad, pero votar para elegir un gobernante, solamente después de los 18.
Sin embargo, no existe área social, deportiva y cultural que los niños y adolescentes no hayan mostrado sus talentos y habilidades, y donde los jóvenes obtengan muchas veces los primeros puestos. Pongamos el caso de un documental sobre educación que circula hoy por internet, convengamos que para muchos un documental puede ser algo aburrido, sin embargo éste en particular es visto miles de veces por día. ¿Hizo este documental, titulado “La Educación Prohibida”, un premio nobel alemán de 80 años? No, lo hizo un joven argentino de 24 años, ¡y en sólo dos meses fue visto cinco millones de veces en 23 países, y eso que dura dos horas y media!
Otros sostienen que los adolescentes son una masa ciega de votantes que se venderán por un discurso fácil. Seguramente los habrá, como los hay muchos adultos que votan por un paquete de arroz, pero en general, estas cuestiones sólo evocan fantasmas. Cuando se aprobó lo del matrimonio igualitario, muchos decían: si se aprueba esa ley, habrá miles de parejas gay caminando por las calles céntricas. Pasaron meses y yo no veo que sea así. Y si lo fuera, ¿qué? La vida matrimonial en Argentina continúa tan heterogénea como antes.
En lo personal, prefiero un niño prodigio a un adulto informado y un adolescente inquieto a un mayor estructurado. Y prefiero un joven rojo a un viejo verde. Hay que derribar las barreras del prejuicio, y avisarle a los mayores de cuarenta que ya entramos en el siglo XXI y llevamos unos cinco mil años de historia.
Porque, hay que reconocer que ésta es la era donde se habla de los niños Índigos y las niñas Cristal, donde los infantes aprenden a manejar una computadora mucho más rápido que un adulto y donde los chicos y chicas de doce años hablan de sexo con total naturalidad.
Subámosle el pulgar pues a los chicos de 16, por lo menos para votar, ellos se lo merecen.
Lista de imágenes:
1. El Diario 24, San Juan: La provincia se adelanta y habilita el voto a partir de los 16 años, 11 de octubre de 2012.
2. Archivo AP, Argentina: extranjeros y jóvenes de 16 años podrían votar en elecciones, 18 de agosto de 2012.
3. AFP, Los congresistas argentinos celebraron la ley que permite el voto desde los 16 años, 1 de noviembre de 2012.
4. Noticias Terra, Argentina: votar desde los 16 años, 5 de septiembre de 2012.