…declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras.
Carta de la Tierra (2000)
Yo creo que nos salvamos porque podíamos mirar por la ventana lo que no se podía enseñarnos en el salón de clases. Mirábamos a Puerto Rico. Y fueron los árboles, fueron las hojas, fueron las brisas, fueron los aromas, fueron los pájaros de nuestro país los verdaderos maestros de mi generación.
Juan Antonio Corretjer - (cortometraje, sin fecha)
En momentos en que el Efecto Mariposa sienta su presencia bene quidem en los análisis y reflexiones de algunos, y en momentos de aguda zozobra ecológica y ambiental a nivel "gloconal" (Gadotti), surge en nuestro país, y en nuestra academia, una voz (que son muchas) que trabaja y presenta a su lar nativo, Puerto Rico, un modelo y una guía de educación, concienciación y de acción socio-ambiental.
Bien valen estos dos epígrafes la introducción de Carlos Agustín Muñiz-Osorio, quien al presentarse al interlocutor, y al lector de su página cibernética, enarbola su nombre junto a sus apellidos paterno y materno: Muñiz, su patria – borikén; y Osorio, su matria – la Tierra. Estudioso del Archipiélago Borincano, Carlos Agustín mira (y no pierde de vista) a su patria grande, Puerto Rico, y a su patria chica, Dorado, pues sabe que, digámoslo así con el francés de Roland Barthes, hay que fragmentar los textos para entenderlos y que funcionen o, como dice el australiano Bill Mollison en sus textos de Perma Culture,hay que "desarticular las naciones en unidades más pequeñas" para el mismo propósito: entenderlos y que bien funcionen.
La Carta de la Tierra es uno de los pivotes del proyecto académico de tesis doctoral de Muñiz Osorio, “Praxis Educativa Ecopacifista de Enriquecimiento Curricular: Conceptuación, Diseño y Divulgación” (Facultad de Educación, UPR, Río Piedras), presentada, defendida y aprobada el 21 de marzo de este año, y lista para el cedazo de escritura para convertirse en libro. También lo son las nociones pedagógicas de Eugenio María de Hostos (1839-1903) y de Paulo Freire (1921-1997), figuras universales cuyos pensamientos resuenan en la tesis de Muñiz -Osorio en donde circulan e interrelacionan las nociones de verdad, bien, deber, trabajo y libertad, entre otras, como parte de su proyecto pacifista, EcoPaz, al cual el lector puede acceder en su espacio virtual.
EcoPaz y la tesis doctoral se dan la mano en propósito, como se enuncia en la propia página: "Este proyecto EcoPaz surge en la decada de los años 90 con la finalidad de ser un espacio reflexivo para la concienciación, educación y acción socio-ecológica y ambiental, para ciudadanos\as interesados\as en asumir el reto de construir utopías para hacerlas realidad" (1). Éste es el reto del proyecto EcoPaz que ahora, en 2011, se ha transformado en un proyecto-modelo académico de praxis educativa pacifista. El "espacio reflexivo" de la página virtual de EcoPaz, y su modelo de praxis educativa pacifista, son su blindada carta de presentación.
Con la Carta de la Tierra, Muñiz Osorio es consciente de que: “Se necesitan cambios fundamentales en nuestros valores, instituciones y formas de vida. Debemos darnos cuenta de que, una vez satisfechas las necesidades básicas, el desarrollo humano se refiere primordialmente a ser más, no a tener más”(1). Esta conciencia lo ha dirigido a moverse en espacios académicos: la Facultad de Educación de la UPR y la Universidad del Sagrado Corazón (USC) donde se desempeña como profesor; talleres en los campamentos de verano de la organización SER (1994); organizaciones en las cuales se ha nutrido de las luchas y necesidades ambientales, como la organización Amnistía Internacional, de la cual fue miembro de su Junta 2000-2006; y su experiencia de formación de Biología que recibió en la Facultad de Educación en la UPR que le sirvió para su reflexión en torno a la ecología, entre otros.
Muñiz Osorio también es consciente de que, aunque necesario, “sembrar árboles no es lo único que hay que hacer”, y, sobre todo, es consciente de que “no se pueden trabajar temas ambientales sin la cuestión social”, por eso habla en su página de EcoPaz del elemento socio-ambiental en su proyecto. La concienciación, educación y acción socio-ambiental es la praxis pacifista que se dirige a evitar la actividad genocida y ecocida de quienes proponen, aprueban y ejecutan los planes que “matan”. Hay un sistema alterno, hay sistemas alternos.
La etapa final de su tesis doctoral, que coincidió con los primeros meses del 2011 –y con el abril de esta entrevista–, la resume Carlos Agustín como “agridulce” y dice: “Agrio, porque me ha tomado más tiempo y desvelos de lo esperado completar los productos y herramientas curriculares y didácticas de esta disertación”. Y como razón (o motivo de reflexión) enuncia a renglón seguido: “La cotidianidad de la vida puede ahogar el tiempo que antes estaba de sobra”, y dulce, “porque, aún cuando ninguna persona considere este trabajo seriamente –si fuera ese el caso– me queda la satisfacción de lo aprendido y compartido en el proceso. Aunque queda mucho por depurar, me satisface el trabajo realizado y el esfuerzo dedicado”.
En el documento de su “Reflexión sistemática: tercer tiempo” plantea, en el renglón de los “Desafíos y posibilidades”, que constituyen el cierre-inicio de su proceso de tesis doctoral algunos señalamientos que bien merecen nuestro pensamiento. Dice: “Creemos que aportamos en poner en la ‘mesa de juego’ –junto a los estándares y políticas que rigen la enseñanza de ciencias– consideraciones de naturaleza socio-ecológica, ambiental y concernientes a la violencia, el conflicto y la paz. Está claro que existen esfuerzos en esta dirección a nivel mundial y local desde hace varias décadas. De modo que, más allá del ser pioneros, nos unimos a esta creciente movilización de la educación –en todas sus dimensiones– hacia considerar estos aspectos y temáticas en busca de una mejor calidad de vida, más justa, equitativa y sustentable para todos y todas los seres vigentes y el entorno que ocupamos”.
Al leer la Reflexión de Carlos Agustín, cualquier segmento de ella, y al escucharlo responder a las preguntas, alzar los ojos, gesticular con sus manos, mirar fijamente (a veces a lontananza como organizando sus pensamientos), esta interlocutora/lectora se percata del hondo compromiso de este educador, además, con el valor de una palabra que guíe y que, convenza de lo oportuno y válido de sus enunciados y praxis desde Ecopaz y desde otros foros de educación en el país.
Habla así Carlos Agustín: “La investigación se enmarca en la protesta/propuesta o denuncia/anuncio que sugiere Paulo Freire; señalar las causas principales de los problemas ecológicos, ambientales y sociales y aportar en la búsqueda de alternativas por medio de una educación que atienda de forma integrada estos asuntos”, para enseguida consignar, con fuerza y viveza, el apremio social de “la erradicación de la pobreza, el desarrollo de asentamientos humanos de bajo impacto ambiental y ecológico (Permacultura – Bill Mollison), relaciones humanas deseables, no violentas, y la verdadera sustentabilidad...”.
La educación, enuncia Carlos Agustín, “la reconozco como el medio idóneo para alcanzar estos cambios, pero a la vez es un mecanismo al servicio del sistema predominante y que rinde los frutos de su efectividad; es decir, que la realidad que deseamos cambiar es sustentada por el sistema educativo actual predominante, tanto formal (DEPR por ejemplo) como informal (propaganda, TV, medios alternativos...)”.
Lo anterior sirve como preámbulo para recordar las razones por las cuales retoma a Hostos en su praxis educadora y social: “A Hostos lo retomo por varias razones: retomar nuestras raíces pedagógicas y el pensamiento antillano y borincano, su vigencia y aportación a encontrar soluciones a los problemas actuales, contrarrestar la tendencia a desdeñar nuestras aportaciones y capacidades de pensamiento y creatividad intelectual y práctica, en el campo de la educación”, pues así, añade, “reconocemos en su pensamiento y obra elementos idóneos para atender la situación socio ecológica y ambiental descrita”. Es urgente, puntualiza enfáticamente, “reconocer la importancia de atender los asuntos globales pero desde nuestra realidad histórica y cultural nacional y local”.
De Freire retoma y recuerda “el propósito de la educación como emancipadora de la opresiones y sistemas de injusticia, tanto humana como ambiental y ecológica (Pedagogía de la Tierra); la importancia del proceso de la concienciación y su pertinencia frente a la problemática que pretendemos atender por medio del proyecto, y , sobre todo, insiste en posicionar estas preguntas: “¿Para qué y para quién es la educación como sistema? y en particular, la educación en ciencias, ambiental, ecológica, social...”. Nos recuerda, una vez más, con Freire, que “el cambio es posible” y “la idea de una esperanza activa y en nuestro caso, verde”.
En términos generales, el proyecto de Carlos Agustín Muñiz-Osorio, contenido en su tesis doctoral, “propone un currículo enriquecido en diversas dimensiones: conocimiento general de nuestra historia socio-cultural y ambiental-ecológica; promoción de elementos de una Cultura de Paz; conocimiento ecológico y ambiental y de asuntos sociales; perspectivas políticas, económica, cultural, espiritual de las situaciones destacadas (Boff, Freire, Mello); conocimiento de la violencia; los conflictos y la manera de atenderlos (Johan Galtung); la comunicación no violenta (Rossenberg) y sus mecanismos y prácticas; la toma de decisiones por consenso (Beatrice Briggs, Pascual-Moran ); el conocimiento y profundización en acciones civiles no violentas (Pascual-Moran), en caso de que sean necesarias, y aspectos lúdicos y de disfrute”.
Carlos Agustín no se abroga el sitial de ser pionero y en su lugar se ve a sí mismo, su gesta de Paz, uniéndose “a esta creciente movilización de la educación –en todas sus dimensiones- …”. Y habla del concepto re-evolucionario, presente en su tesis doctoral, en su pensamiento y praxis de Cultura de Paz, entendiéndolo como un “término utilizado para destacar la necesidad de una reflexión-acción profunda y atrevida, en cuanto a enfrentar la raíz de las situaciones que aquejan nuestro sistema de educación pública”.
Hace claro que: “Lejos de iniciar un tipo de enfoque educativo, aspiramos a fortalecer todos los esfuerzos glocanales por entornos y relaciones saludables, seguras y sustentables. Esta re-evolución educativa no violenta, destacada a lo largo de todo nuestro trabajo, es proclamada por muchos espacios sociales nivel mundial y nacional. Con diversos enfoques, nombres y acciones, es un esfuerzo global desde la particularidad de lo local”. Es a este esfuerzo al cual se dirige el trabajo académico, educador y de gestor de Carlos Agustín.
Quedan tareas pendientes, recuerda y consigna como buen intelectual (y hacedor) y éstas son algunas; enumera:
1. la revisión de la Guía de Actividades para el desarrollo de una Ecología para la Paz
2. la edición de material audiovisual inédito con potencial educativo sobre la flora y la fauna de diversos lugares del mundo como Brasil, Costa Rica, Ecuador, Australia y Puerto Rico
3. el desarrollo y organización de experiencias educativas de tipo estudio de caso, simulación de roles, teatro del oprimido, entre otras. Las historias identificadas son verídicas, tomadas del acervo cultural puertorriqueño en el diario vivir de algunas comunidades marginadas en su lucha por un ambiente sano, la equidad, la justicia y la sustentabilidad
4. el desarrollo de proyectos ecopacifistas en escuelas, colegios y academias; así como de espacios de educación no formal e informal
5. la actualización de un espacio en Internet ofreciendo herramientas curriculares y didácticas y estableciendo comunicación al respecto
6. el estudio a profundidad de diversos proyectos e investigaciones en el campo de la educación ambiental no tradicional que otras personas vienen desarrollando por décadas en Puerto Rico y el entorno caribeño
7. estrategias para incidir en la política pública de la enseñanza de estos enfoques ambientales no tradicionales, como elementos de la Cultura de Paz en nuestro sistema educativo formal, tanto público como privado.
Nosotros que entendemos la necesidad y las razones de trabajar por una Cultura de Paz, nosotros que escuchamos la añagaza publicitaria –no es un decir desatinado hablar de sus ecos goebbelianos– de llamar a un “tubo de la muerte” una “vía verde”, nosotros, también como Carlos Agustín Muñiz-Osorio, debemos convertirnos en hacedores de gestas de paz.
Puerto Rico, lo sabemos, quiere lo que la Dra. Jimena Costales, asesora del Centro de Información y Apoyo a la Mujer- CIAM (1995) quiere para el Planeta Tierra, de acuerdo a la paráfrasis de Carlos Agustín de un pensamiento de la Dra. Costales: “…ver el mundo, la tierra y a los otros y otras como el gran cuerpo de un ser que tiene que ser cuidado y renovado a plenitud. La civilización nueva, que es diversa en género, en su dimensión biológica, psicológica, social, espiritual y ecológica, es en mucho la gran generadora de vida, que convive, se interrelaciona y ama al Ser-Planeta. Y después de la unión íntima-plena y total, le retoma, conectándose –siendo unos, acogiendo y acogidos– sin abandonarla y sin ser abandonados por esta civilización nueva y diversa”.
Estas palabras marcaron el desarrollo de la investigación doctoral de Carlos Agustín, las ha hecho suyas y es, como dice, “el deseo compartido por muchas personas en ésta, nuestra casa grande, el Planeta Tierra”.
Acojamos la invitación de este hacedor de gestas de Paz y convirtámonos en ciudadanos, defensores y amadores del lugar en que habitamos: el chiquito, el mediano, el grande y el inmenso. Hagamos la re-evolución que propone Carlos Agustín Muñiz-Osorio y entendamos su significado, arriba inscrito, para poner nuestro granito de arena en la gesta de allanar el camino hacia la Paz.
*Las opiniones de lxs entrevistadxs y lxs entrevistadorxs no representan, necesariamente, las de lxs editores o la revista Cruce. Cruce, no obstante, sostiene un compromiso serio con la libertad de expresión y el debate desde posturas diversas.