Para llegar a Brasil: otros lares (3era parte)


 

Mi largo recorrido por tierras brasileiras me lleva ahora a mi destino final: la selva, el llamado pulmón del planeta, el lugar cuyo nombre proviene de los primeros europeos al ver a las indígenas guerreras, el hábitat de flora y fauna salvaje, incluyendo a los humanos.

Como antes los nordestinos emigraron de sus secas tierras a las húmedas del Amazonas, emprendo la ruta desde el nordeste hasta el noroeste.

 

Manaus

 

En medio del océano verde que es la selva amazónica, se puede observar la ciudad de Manaus, capital del estado de Amazonas y una de las urbes más pobladas del país. A través de la ventanilla del avión es evidente la inmensidad del mato

El camino hasta aquí ha sido largo. Debido a su aislamiento en la selva, Manaus no tiene vía terrestre que conecte con la mayoría del país. El proyecto de la carretera transamazónica quedó trunco por falta de dinero y por el impacto ecológico. Así que solo se puede llegar por avión o barco. Pero los vuelos de Salvador a Manaus estaban llenos, de tal forma que me vi obligado a tomar un ómnibus por los polvorientos y en ocasiones barrosos caminos nordestinos, durante más de dos días, hasta llegar a Santarem y allí poder abordar un avión que me llevaría a la visión arriba descrita.

La ciudad de Manaus creció con el sudor y la sangre de los trabajadores del caucho y del árbol mismo nativo de la zona y cuya blanca savia fue explotada por los brasileños hasta convertir a unos pocos en millonarios. En su tiempo, finales del siglo XIX y principios del XX, era conocida como el París de los Trópicos, con adelantos de infraestructura únicos en el país y riquezas que llegaban al absurdo de algunos ricos enviar a lavar su ropa a Francia. Hoy día queda poco de aquel pasado esplendor. Muchos de los edificios históricos han sido derrumbados, igual que sucedió en Fortaleza, pero todavía permanecen ejemplos admirables, como el Palacio Rio Negro y, sobre todo, la joya arquitectónica que es el Teatro Amazonas.

Además de las edificaciones antiguas, otros de los grandes atractivos son sus excursiones a la selva y sus paseos en bote a diversos destinos cercanos, entre los cuales está el indispensable “encuentro de las aguas”, en el que se ve cuando se juntan los ríos Solimões y Negro, cada uno con un color distintivo y que, para los brasileños, juntos forman el río más caudaloso del mundo, el Amazonas. Este fenómeno es posible gracias a las diferencias en densidad, temperatura y velocidad del agua de ambos. También se pueden visitar múltiples cascadas o cachoeiras, especialmente en el municipio Presidente Figueiredo, a unos noventa minutos de la capital. 

Al explorar los ríos, es inevitable también indagar en la gastronomía amazonense, que gira en torno a distintos pescados, desde el gigantesco pirarucú hasta el pequeño jaraqui. Estos son acompañados de harinas de distinto grosor, dependiendo del gusto de la persona. Entre las otras comidas, destaca la fruta tucumã, el açai (de muy distinto sabor a los productos comerciales que se venden en Puerto Rico), la tapioca y el infaltable refresco de guaraná.

Manaus es hoy día una de las ciudades más pobladas de Brasil, a la que siguen llegando emigrantes, no ya en busca del oro blanco del caucho sino de trabajos en alguna fábrica o empresa de su muy desarrollado polo industrial. Además de un pedazo de cemento que crece en medio de la selva y a las orillas del río, es para muchos una esperanza.

 

Parintins

 

Entre los muchos grupos indígenas que habitan o habitaron la región amazónica, los parintintins vivieron en una isla conocida hoy día como Parintins. Ya aquellos pobladores originales han desaparecido y han dado paso, a través de la mezcla con los portugueses, a los llamados caboclos. A estos se les han añadido otras influencias, como la de los inmigrantes japoneses y, sobre todo, la de los nordestinos, quienes llevaron, junto a su trabajo, sus tradiciones a la zona amazónica.

Entre las celebraciones llevadas por los nordestinos, la de mayor relevancia y ya con fama nacional es el Festival Folclórico de Parintins, la más importante celebración de este tipo en el país. Durante tres días, en el último fin de semana del mes de junio, se enfrentan en un estadio dos grupos que representan a dos toros: Garantido (blanco y con un corazón rojo) y Caprichoso (negro y con una estrella azul). Cada agrupación hace una presentación de dos horas y media cada noche y con un tema general, en la cual deben mostrar varios ítems (música, baile, personajes tradicionales, presentación del buey, mitos indígenas, actuación de su fanaticada y gigantescas fantasías que recrean animales, árboles, personas y hasta pueblos, etc.) que serán evaluados por un jurado que otorga puntuaciones que decidirán un ganador al finalizar la tercera jornada. 

Se dice que el origen de esta festividad se encuentra en la leyenda de Pai Francisco y Mãe Catarina. Ella estaba embarazada y tuvo antojo de lengua de buey. Para complacerla, él mató al buey preferido del dueño de la hacienda. Pero al descubrirse lo acontecido, un sacerdote y un pajé (chamán) logran resucitar al animal, que perdona a ambos. 

Desde Manaus, la isla de Parintins queda a unas veinticuatro horas en barco tradicional o unas ocho en bote rápido y durante todo el trayecto a través del río Amazonas, se puede ver, además de la inmensa naturaleza, de aves diversas volando y árboles sumergidos, las casas y botes de los caboclos a la vera del río, ya no tan aislados, con ropa occidental y antenas parabólicas. Las embarcaciones tradicionales son de dos o tres pisos, pintadas de azul o rojo y en ellas se duerme en hamacas que el pasajero debe llevar. Las rápidas son cerradas, con aire acondicionado y butacas reclinables. Cada medio tiene su encanto y, de ser posible, debe ser experimentado, al menos, una vez.

Al llegar a la isla, el ambiente es de fiesta por doquier y los colores rojo y azul identifican las zonas, las casas y las personas. Igual de apasionados que pueden ser con el fútbol, aquí lo son con los bois(bueyes). Cuando Brasil ha perdido en un Mundial de Fútbol, aun con el pesar de la derrota, al poco tiempo se secan las lágrimas y la fiesta de boi-bumbácontinúa como si nada malo hubiera ocurrido. El calor es el más fuerte que he sentido en lugar alguno, al punto que, en una ocasión, me tomé dos litros de guaraná de una sentada, pero esa temperatura es también la del corazón. Garantido y Caprichoso son más que bueyes, más que tres días al año, más que una fiesta, son una paixão (pasión). Si algo simboliza Parintins es eso: alegría sin pensar en penurias nacionales o personales. Por setenta y dos horas solo existe el baile, la música y el disfrute del festival. 

 


Lista de imágenes:

1. Matthieu Paley, Toma aérea del Amazonas brasileiro, 2014.
2. Jesse Allen (NASA), Toma espacial a Manaus, 2009.
3. Oficina de Turismo de Manaus, Toma aérea de la ciudad de Manaus, 2015.