Para llegar a Brasil: o las dudas de una introducción

 

En el principio, no había confusión y sí existían diversidad de elementos. Había tierras y ríos; montañas, plantas y animales; y unos seis millones de indígenas de distintas culturas. Luego hubo caos, destrucción, esclavización, robo, enfermedades, violaciones, masacres... 

Brasil: país cuyo nombre viene de uno de los primeros productos explotados en el mismo, la madera del palo brasil o pernambuco, cuyo tronco sirvió para confeccionar y construir diversos productos y, sobre todo, como colorante por su pigmentación rojiza. Los portugueses lo explotaron tanto, que lo llevaron casi a la extinción.

Tal vez el Monte Pascoal en Bahía fue el primer lugar visto y pisado por los portugueses, en el territorio que hoy conocemos como Brasil, aquel 22 de abril de 1500; pero la primera tierra americana donde pasaron días estos europeos fue en el cercano Porto Seguro, cuando Pedro Alvares Cabral llegó junto a su tripulación. Después habría que esperar treinta y dos años para el inicial establecimiento en São Vicente, cerca de São Paulo, para el comienzo de la conquista y el dominio oficialmente. Desde entonces, fue colonia portuguesa y hasta sede del imperio portugués, teniendo como capital a Río de Janeiro.

Brasil: nación con tres capitales en su historia (Salvador de Bahía, Río de Janeiro y Brasilia), que fue construida a través de la explotación de sus pobladores originales, de los africanos secuestrados y de sus productos naturales (palo brasil y oro) e importados (azúcar y café).

Su primer héroe nacional e independentista de renombre surgió a finales del siglo dieciocho: el famoso Tiradentes, cuyos recuerdos engalanan el Museu da Inconfidência en Ouro Petro, una de las ciudades coloniales mejor conservadas de América y donde el imperio portugués colocó en un poste su cabeza cortada por haber conspirado por la libertad de su nación. El país logró su independencia muy cerca de la ciudad paulista, en los llanos de Ipiranga, un 7 de septiembre de 1822. En esa fecha se oficializa la independencia con un imperio: un rarísimo caso en que el monarca colonizador declara la independencia y permanece como regente. En algún momento indeterminado —como todos los demás—, muchos de los habitantes colonizadores comenzaron a sentirse distintos del resto del planeta; sintieron cariño por esa tierra como país. 

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Brasil: país de gran diversidad (indígenas en el norte, negros en las costas, alemanes e italianos en el sur) mixturada con los colonizadores portugueses.

Desde la distancia, Brasil es un misterio. Un humano que se aparece en un callejón no sabe qué esperar: si una puñalada —con o sin motivo— o una mano y voz amigas que te ayuden. Ambos rostros —y muchos más— son ciertos, y es que desconocemos casi todo lo que no sea obvio y estereotipado, o casi como el resto de los países, o casi como todas las personas. Incluso cuando creemos conocerlos (los países, las ciudades), son como mujeres y hombres mismos: nos sorprenden y sabemos que nunca llegaremos a comprenderlos en su totalidad, completamente. Es la dualidad del sí y el no, del a veces, en ocasiones, de la inconsistencia: cualidades de la ciudad, del país, de los brasileños, pero también de las ciudades, de los países, de los humanos.

Brasil: país más grande de América Latina, el quinto más grande del mundo y el quinto más poblado, con doscientos millones de habitantes. Tiene 26 estados y un distrito federal, y en cada uno hay peculiaridades, formas de ser, de hablar, de vivir, diferentes. Ser el único país de habla portuguesa en América, lo ha llevado a un cierto aislamiento cultural, que los lleva a consumir mucho lo producido allí y muy poco lo hecho en los países de habla española con los que comparte el continente.

Para los que no lo conocen, Brasil es, antes que todo, un eterno carnaval. El imaginario popular extranjero presenta: playas; el Cristo de fondo sobre una montaña; cuerpos bronceados —desnudos o semidesnudos—, bailando samba y jugando fútbol; y poros por los que se exuda sexualidad. Esta descripción evidencia el reduccionismo a estereotipos, casi todos exclusivos de Río de Janeiro, incluso el gentilicio “carioca”, que muchos usan para los brasileños en general, es exclusivo de los habitantes de la llamada Ciudad Maravillosa. 

Brasil: es uno de los países con mayor desigualdad económica en el mundo. Para los que gustan de temas económicos y políticos, se dice que es un país que va en subida, con una economía en crecimiento (la sexta del mundo, según el producto interno bruto), estabilidad política y mayor justicia bajo gobiernos de izquierda.

A pesar de su crecimiento económico estadístico, la calidad de vida para los pobres y la clase media no ha mejorado; se ha beneficiado casi exclusivamente la clase económica alta. Las clases más desfavorecidas han sufrido el encarecimiento de los productos básicos, el alza en impuestos, la corrupción, los malos servicios públicos, entre otros males. Hay zonas en los estados de Amazonas y Para, por dar dos ejemplos, en las que la ley solo existe en el papel, y terratenientes mantienen en condiciones de esclavitud a sus trabajadores. Estos adquieren deudas impagables y solo pueden comprar o pedir prestado en la tienda de productos del fazendero, igual a lo descrito en la novela La charca, de nuestro Zeno Gandía. Quien se opone, termina baleado, “accidentado”, cortado por arma blanca, suicidado: muchos caminos de sangre para un mismo fin. Además, la aniquilación de los bosques sigue en aumento. Irónicamente, estas zonas favorecen mayormente al gobernante del Partido de los Trabajadores: siempre abandonadas a su suerte, los presidentes captan votos con solo visitarlas. 

Brasil: país cuyos legisladores acaban de recibir un aumento en sueldo de $12,481 mensuales, mientras el salario mínimo de los brasileños es de unos $300 al mes, quienes también disfrutan de una amplia inmunidad parlamentaria que los hace casi improcesables. Para asegurarse lealtades y el favor electoral de millones, el actual gobierno creó un sistema de mantengo, muy parecido al nuestro en la práctica y propósito: la llamada “bolsa familia”.

En las ciudades, aparte de la inseguridad usual, la violencia y corrupción policíaca es diaria y palpable, con incidentes de ejecuciones, asesinatos de inocentes en plena calle, indiferencia y narcotráfico. En cuanto a corrupción, para convencerse de su magnitud, entre muchos otros ejemplos, solo hay que recordar el conocido caso del mensalão y la actual investigación a Petrobras.

¿Cómo saber lo que es y lo que no? ¿De qué manera estar seguros? Según quien escriba será la subjetividad; según quien lea, la interpretación de esta. Aunque hay datos y testimonios irrefutables, hay otros elementos en la ecuación que son juzgados y matizados a discreción de quien escucha o lee. Ante esto, solo queda emprender el viaje; acometer las ideas preconcebidas; dejar los pies y el cerebro correr; y absorber con pieles nuevas y libres lo que se escuche, lo que se vea, lo que se sienta. 

Lista de imágenes:

1) Silvio Mireilles, Primeira Missa.
2) Leopoldino Joaquim Teixeira de Faria, Resposta de Tiradentes.

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