Eugenio María de Hostos y la Liga de Patriotas Puertorriqueños, 1898-1900 

1. A modo de introducción

En este artículo nos proponemos estudiar la relación histórica entre la Liga de Patriotas Puertorriqueños, la Guerra Cubano-Hispano-Estadounidense-Filipina  y la eventual invasión de los Estados Unidos de Norteamérica (Estados Unidos) a Puerto Rico a mediados de 1898. Con ese propósito, nos hemos propuesto examinar tanto la participación como las propuestas sociales y políticas de Eugenio María de Hostos (1839-1903), antes y después del establecimiento en Puerto Rico del régimen militar de los Estados Unidos, así como tras la concreción de un nuevo tipo de gobierno civil bajo dicha autoridad.  

Antes de abordar el tema; sin embargo, quisiéramos aclarar de manera simple y breve cierta terminología que es a nuestro entender esencial para comprender el texto que hemos elaborado. El primer término por aclarar sería el de anexionista-independentista. Con este solo queremos significar a aquellos políticos que mientras abogaban por la separación de España, aspiraban a la anexión con los Estados Unidos. El segundo término, al cual abordaremos en la discusión final es el de independentista y anexionista condicional. A través de este pretendemos resaltar que contrario al liderato político-partidista de la época bajo estudio (y vale decir que también los de la época actual), los miembros de la Liga condicionaron su participación en el debate público. 
Un tercer término es el de Partido Revolucionario Cubano y Puertorriqueño. Esta fue una agrupación de clubes revolucionarios fundada el 10 de abril de 1892 bajo la dirección de José Martí. El Partido apoyaba, principalmente desde Nueva York la lucha por la independencia que libraban o librarían Cuba y Puerto Rico, respectivamente contra España.  Tras Martí morir en batalla contra los españoles , el cubano independentista-anexionista Tomás Estrada Palma asume la dirección del Partido bajo la promesa de que también habría de abogar por la retirada de los españoles de Puerto Rico en caso de que aconteciese la partida de estos de Cuba. 

El último término que me interesa aclarar es el de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano. Esta se constituyó, el 22 de diciembre de 1895 con el propósito de propiciar la participación de los puertorriqueños en las determinaciones que articularían la lucha por la independencia en Puerto Rico.  Ese mismo día, unos cincuenta y nueve exiliados puertorriqueños adoptaron la que hoy se ha conocido, aunque no oficialmente (y entiéndase bien), como la bandera nacional de Puerto Rico . El Dr. Julio J. Henna Pérez, puertorriqueño independentista-anexionista ___con el endoso esencial del Dr. Ramón E. Betances___, tuvo en sus manos en todo momento la dirección de la Sección.

2. Viejos caminos hacia viejos objetivos: Puerto Rico

El 27 de abril de 1898, Hostos salió de Santiago de Chile junto a su familia rumbo a Caracas, Venezuela , donde se entera del fin de las relaciones diplomáticas entre España y los Estados Unidos. La nueva situación lo lleva a adelantar su regreso a Nueva York , con el propósito de unirse a Henna y Roberto H. Todd, presidente y secretario, respectivamente, de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano . Mas no es hasta el 16 de julio que llega a Nueva York , luego de enfrentar problemas económicos y de transportación , así como de efectuar una visita de agitación política a Curazao.

Una vez en Nueva York, el 18 de julio discute con Henna y Todd su idea de coordinar con Washington el envío de una comisión asesora de civiles puertorriqueños, la cual debía acompañar a las tropas norteamericanas encargadas de invadir a Puerto Rico . La propuesta de Hostos se sumó a otras gestiones que, tras la voladura del Maine en La Habana, Cuba, el 15 de febrero de 1898 ,  Henna y Todd habían realizado al margen de la Sección, aunque no al margen del Partido . Como cuestión de hecho, tan temprano como el 20 de marzo, Henna se había reunido con el presidente de los Estados Unidos, William McKinley, con la idea de convencer a los norteamericanos de las bondades militares y económicas de una intervención en Puerto Rico en caso de guerra con España, así como de la viabilidad de una anexión de la Isla con la anuencia de los puertorriqueños.

Es por demás curioso que cuatro días antes de la llegada de Hostos a Nueva York (12 de julio), una Asamblea de la Sección había derrotado una propuesta de Henna dirigida a aprobar sus gestiones previas con funcionarios washingtonianos y encaminada a posibilitar la participación del organismo en la eventual invasión estadounidense a Puerto Rico . A pesar de esta situación, Hostos acuerda con Henna y Todd reunirse el 25 de julio con William R. Day, secretario de Estado de los Estados Unidos. Mas la audiencia fue suspendida el mismo día por la propia Secretaría de Estado, puesto que las tropas del general Nelson A. Miles estaban próximas a invadir a Puerto Rico . Entonces deciden regresar a Nueva York, y una vez allí, el 2 de agosto se reúnen en Asamblea de la Sección, acuerdan disolver la misma  y sentar las bases, por petición de Hostos, de la Liga de Patriotas Puertorriqueños , de la cual fue proclamado presidente .

3. Los objetivos de la Liga de Patriotas Puertorriqueños

La Liga de Patriotas se constituyó con un objetivo político y otro social. El objetivo político iba encaminado a promover la inmediata transición “del gobierno militar por el civil; el establecimiento del gobierno temporal tan pronto como el Congreso se reúna; la más pronta exaltación de Puerto Rico a la categoría de Estado” y a reservar “el derecho del plebiscito para cuando la situación política de los Estados Unidos favorezca este propósito” . Por otra parte, el objetivo social iba dirigido a “poner en actividad los medios que se necesitan para educar a un pueblo en la práctica de las libertades que han de servir a su vida, privada y pública, industrial y colectiva, económica y política, moral y material” . 

Es decir, mientras el objetivo político de la Liga era el de encauzar el derecho de los puertorriqueños a tomar control de su presente y a determinar su futuro, el objetivo social era el de dar paso a la formación de una sociedad civil que estuviese dispuesta a resolver sus problemas cotidianos por sí misma . Estas proposiciones serían defendidas y difundidas por medio de la organización de los capítulos de la Liga en cada municipalidad; de la discusión de un decreto “de personalidad ante las naciones civilizadas del mundo”; de la solicitud al Congreso “de un Gobierno temporal y del reconocimiento del derecho de plebiscito”; y de la presentación de una petición rogada al Tribunal Supremo federal para que interpretara la situación de Puerto Rico a base de las enmiendas nueve  y diez  de la Constitución de los Estados Unidos.

En palabras de Hostos, el caso de Puerto Rico buscaría “establecer jurisprudencia” en torno a sí en el “derecho público de los Estados Unidos” cabía “la posesión de un territorio que no” había “sido cedido por su único, verdadero y legítimo dueño y poseedor”, así como si en “los antecedentes históricos del pueblo americano” cabía “la conquista” . En tal caso, que se afirmara lo que para Hostos era una barbaridad, la pregunta a hacer sería si en dicho derecho cabía la dominación.

Las gestiones en Washington, tanto en el Tribunal Supremo como en el Congreso serían delegadas a un grupo de puertorriqueños electos por el pueblo, quienes, como independentistas o anexionistas condicionales, debían agotar todos los remedios posibles para hacer valer la voluntad de Puerto Rico. El decreto de personalidad nacional se haría con el propósito de resaltar “la injusticia que se cometía con una transferencia de dominio, en virtud de una guerra hecha por los Estados Unidos contra España, en favor de Cuba, en la que la autonomía de Puerto Rico quedaba lesionada sin haber motivos fundamentales para ello” .

4. Hostos en Puerto Rico: Díaz y noches de amor y de guerra

El 11 de septiembre de 1898, Hostos llegó a Puerto Rico tras treinta y cinco años de ausencia (1863-1898) con el propósito de advertir y orientar sobre el derecho de los puertorriqueños a concretar su propio Estado . Ya en su discurso a la Asamblea Constituyente de la Liga en Nueva York, el día antes de su llegada, Hostos había planteado como necesidad urgente, ir al “plebiscito para ser o no ser ciudadanos americanos, y para seguir siendo o dejar de ser ciudadanos de nuestra patria geográfica e histórica; buscar y seguir el ejemplo del pueblo americano, para dejar de ser representantes del pasado y ser hombres de nuestro tiempo y sociedad del porvenir, esos son los deberes de nuestra historia en este instante” . Con ese objetivo, el 23 de octubre se organiza en Juana Díaz el primer Capítulo de la Liga . Ese mismo día, el Consejo de Secretarios del Gobierno Autonómico de Puerto Rico, bajo la dirección de Luis Muñoz Rivera, emite un mensaje en el que sostienen que luego de haber renunciado a sus puestos:
[...]

El general Brooke estima que debemos seguir prestándole nuestro concurso en el despacho de los asuntos del Gobierno de la Isla y ocupar las secretarías que subsistirán mientras no legislen para el país las cámaras de Washington. Y como queremos corresponder a tan hermosa prueba de confianza, permaneceremos en nuestros puestos, aceptando durante este período transitorio las responsabilidades que nos crea.

Y nuestra posición se funda, desde luego, en la elección con que nos distingue el ilustre representante de la República. Rotos los viejos moldes de la Colonia, disueltas las agrupaciones políticas, no somos ya hombres de partido, somos hombres de gobierno [...] 

Más adelante en el mensaje, el Consejo comunica su voluntad de someterse “sin reserva a los hechos consumados”, así como de servir “a la nueva Metrópoli, que nos asegura el bienestar y el derecho, y a la tierra en que radican nuestros afectos y nuestros intereses” . No obstante, este mensaje contrasta con otro que, apenas seis meses antes (el 22 de abril), ese mismo Consejo emitiera. En ese primer mensaje, el Consejo aseguraba que:

Si defendimos altivamente a la Metrópoli en los tiempos oscuros del sistema colonial, la defenderemos bravamente en los tiempos felices del sistema autonómico. Entonces nos impulsó el afecto; ahora nos impulsa el afecto y la gratitud. Abiertos a la esperanza todos los horizontes, cumplidos en la ley todos los ideales, la generosidad castellana aquilata la lealtad puertorriqueña. Y si antes nos pareció un oprobio la tacha de traidores, hoy nos parecerá un oprobio y una mengua la tacha de traidores y de ingratos. 

Esta actitud oportunista nos es propia del Consejo, pues según este, “los funcionarios del orden judicial, el alcalde y otros empleados del Estado y del Municipio de la Ciudad de Ponce han permanecido en ella, después de su ocupación por tropas de la nación beligerante” . Los funcionarios a los que hace referencia el Consejo eran “todos los miembros del ayuntamiento, menos los naturales de España” , quienes desde el 28 de julio permanecían solos en sus respectivos puestos administrativos. Por ello, el 13 de agosto el Consejo hace público en la Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, que había ordenado “la suspensión en el pago de haberes correspondientes a los funcionarios y empleados, que del Estado lo reciben, en la ciudad de Ponce” .

Por su parte, el 12 de septiembre, el Ayuntamiento ponceño reaccionó nombrando una Comisión al mando del alcalde Luis Porrata Doria . Su propósito era gestionar ante las nuevas autoridades militares “un reconocimiento jurídico que le reconociese mayores atribuciones”  de las conferidas por España. A ello convino por escrito quien hasta entonces era el comandante del área sur, general Guy V. Henry, pero no así el general John R. Brooke, quien al asumir la gobernación se reunió con otra comisión enviada por el Ayuntamiento. A sus miembros les comunicó que el acuerdo no se ajustaba “a sus ideas acerca de las funciones de las municipales de Puerto Rico” . Más aún, Brooke les exigió no acordar nada “haciendo uso de las atribuciones conferidas según dicha memoria” y les exhortó a esperar por la eventual legislación del Congreso de los Estados Unidos. 

Pero los ponceños no se quedaron cruzados de brazos . En esta ocasión optaron por sumarse a Juana Díaz, Peñuelas, Adjuntas y San Juan, quienes en las asambleas municipales de la Liga escogieron los delegados que habrían de conformar la Comisión que expondría en Washington sus aspiraciones . Los comisionados escogidos fueron Eugenio María de Hostos y los doctores Rafael del Valle, Julio J. Henna y Manuel Zeno Gandía. Una vez electa la Comisión, con un mandato que eventualmente el propio Hostos reconocería como poco representativo del pueblo de Puerto Rico , el 11 de diciembre, Hostos y Zeno Gandía embarcaron rumbo a Nueva York para unirse a Henna, no empece a que Del Valle no podía acompañarlos.

En Nueva York se dieron a la tarea de estudiar los alcances y consecuencias de la situación a plantear, lidiaron con los informes a presentar y transcribieron por acuerdo las peticiones jurídicas, económicas, agrícolas y educativas. Tras lo convenido viajaron a Washington y en audiencia con el presidente McKinley, el 20 de enero de 1899, los comisionados demandaron, según Zeno Gandía, que se reconociera el “derecho de los puertorriqueños a una patria libre, y la sanción a un plebiscito que expresara cuál era su voluntad”.

 En Washington y Nueva York, Zeno Gandía y Henna, respectivamente, se mantuvieron en Comisión permanente . Por su parte, Hostos retornó a Puerto Rico con el propósito de continuar la labor de difusión a través de los capítulos constituidos de la Liga, tanto en los medios de prensa disponibles de la época como en la tribuna pública. Publicó sobre cuarenta artículos y dictó unas veintisiete conferencias desde el Ayuntamiento de su natal Mayagüez. En los artículos trató de atender el problema que a su entender era el que más afectaba a Puerto Rico, el estatus, mientras que en las conferencias comunicó sus conocimientos sobre el Derecho público norteamericano y, en un fútil llamado a la concordia, lo aplicó a Puerto Rico. 

5. Debut y despedida: Hostos desde Quisqueya

Perturbado por la renuencia que mostró la clase política  ante una nueva manera de atender los problemas políticos y sociales del País , el 19 de septiembre escribe Hostos a su amigo Horacio Vásquez, entonces presidente de la República Dominicana:

La patria se me escapa de las manos. Siendo vanos mis esfuerzos de un año entero por detenerla, el mejor modo de seguir amándola y sirviéndola es seguir trabajando por el ideal, que, independientemente Cuba y restaurada Quisqueya en su libertad y en su dignidad republicana, ni siquiera es ya un ideal; tan en la realidad de la historia está la Confederación de las Antillas. 


Termina Hostos la carta al presidente anunciando su disponibilidad para servir en el gobierno de la hermana Antilla, pero pide tiempo para “hacer aquí algún esfuerzo a favor de mi país preparando lo que haya de impedir que se derrumbe la obra comenzada” . De ese modo, en enero de 1900 se aparta a dicho país para servir como Inspector General de Enseñanza . Mas aún desde Santo Domingo permanece atento a la nueva situación que atravesaba su Madre Isla. Así, luego de la aprobación de la Ley Foraker, el 27 de junio brinda la siguiente respuesta a quienes desde Puerto Rico le piden la palabra:

Que manejen el arma de dos filos. Que aprendan a manejarla, si no saben. Que se decidan a manejarla, si se pueden decidir a algo. 
En ese mismo comunicado, Hostos les señala que “la Ley Foraker no hace otra cosa que dar fuerza de ley y apariencia de procedimiento constitucional al hecho de la sujeción de Puerto Rico por la fuerza armada de los Estados Unidos” . Acto seguido les recomienda “blandir por el otro filo la Ley Foraker”. Para ello, tanto los independentistas como los anexionistas condicionales deberían asegurarse de elegir a un Comisionado que tenga el firme propósito de “entablar inmediatamente ante el Congreso y ante la Corte Suprema de los Estados Unidos el litigio al que están llamados todos los puertorriqueños que no acepten la situación favorecida por los anexionistas de fuera y dentro del país”. 

Entendía Hostos que a pesar del Gobierno civil que se creaba por medio de la nueva legislación, “Puerto Rico se ha salvado del peligro que había sido la entrada en la Unión como un nuevo territorio de ella”. No habiendo ello sucedido, el país mantenía “su derecho de plebiscito y estaba en aptitud de declarar su voluntad”. En ese mismo sentido les recuerda una vieja conversación que él sostuviera con “un vehementísimo americano, que pensaba como él: [...] ‘Bien están las cosas como están ahora. Desde la guerra civil, las armas han establecido que la Unión combata siempre contra la separación’.” 

En la misiva asegura haberlo visto siempre de esa manera, razón por la “que empezó por pedir el plebiscito puro y simple”. Ello fue así, aun cuando tuvo “fe en la fuerza y la virtud de las instituciones y tradiciones americanas”, de las que no había dudado hasta haber “visto convertido en hecho tal atentado como el ‘bill Foraker’ en contra del espíritu de las leyes americanas”. Por ello les enfatiza en que debían “insistir en la política del plebiscito”.

Dos días después, en otro comunicado sugiere las cuestiones a plantear al Tribunal Supremo:
¿Es constitucional el status creado en Puerto Rico por la Ley Foraker?
No siendo constitucional ¿obliga a Puerto Rico?

No obligando a Puerto Rico, no habiendo podido referirse a Puerto Rico un tratado de paz hecho en París, sin conocimientos ni aquiescencia del pueblo de Puerto Rico, entre los Estados Unidos y España, que obliga a Puerto Rico a lo que ni por Derecho de Gentes ni por la common law ni por el derecho público de los Estados Unidos, pudo ser obligado el pueblo de Puerto Rico, ¿tiene éste o no tiene el derecho de plebiscito, que la ley de las naciones reconoce a los pueblos que se pueden encontrar en la situación en que se halló Puerto Rico desde el 28 de julio de 1898 hasta el 14 de abril de 1899?

Conviniendo a Puerto Rico pactar con los Estados Unidos un modus vivendi duradero, que empiece por un gobierno temporal de los Estados Unidos en la Isla, y que acabe con un tratado de alianza y amistad perpetua entre los dos países, ¿está Puerto Rico en aptitud de iniciar el pacto de modus vivendi, aceptando como hecho consumado la imposición de la Ley Foraker? 
Planteado de ese modo el caso de Puerto Rico, el 5 de julio les invoca a constituir una mayoría en la Cámara Legislativa que se crea tras el Gobierno civil. Esa mayoría tendría la agenda de convertir “en leyes o en proyectos de ley o en resoluciones, aunque sean objetadas y votadas por el Gobernador, todas las que deben ser convicciones del país” . Como tales convicciones propone, entre otras: convenir “durante veinticinco años” con los Estados Unidos un gobierno temporal en la Isla ; crear leyes sin reconocerle facultad de veto al Congreso ni al Presidente de la Unión ; implantar la ciudadanía puertorriqueña, pero como una exclusiva de los nacionales del Pueblo de Puerto Rico, así como de los extranjeros residentes que opten por adquirirla; exigir que “en caso de guerra de los Estados Unidos con cualquiera otra nación el ejercicio del derecho de neutralidad será absoluto para el pueblo de Puerto Rico”; legislar para que “el derecho de ser nombrado, promovido y beneficiado en los empleos públicos”, se someta “al origen, al domicilio, a la competencia y al conocimiento de los idiomas español e inglés” ; asegurar al pueblo de Puerto Rico el derecho de convocar al plebiscito el 1ro. de noviembre de 1925; y que en ese plebiscito pueda determinar el “ulterior destino de la Isla, ya como aliada perpetua de los Estados Unidos, ya como Estado de la Unión”.

6. Breves notas finales

Sin embargo, ni una mayoría de independentistas o anexionistas condicionales se concretó en Puerto Rico, ni un modus vivendi o gobierno temporal por veinticinco años se acordó con los Estados Unidos. Por el contrario, ocurrió, y cabe afirmar que aún hoy sigue ocurriendo, que los que aprendieron y se decidieron a manejar la nueva “arma de dos filos” fueron los neo-incondicionales “hombres de gobierno”  . Estos predominaron en el escenario público e hicieron de su presencia en él una excusa necesaria para solucionar, entre otros problemas, el estatus, su modus vivendi.

En síntesis, la Liga de Patriotas Puertorriqueños fue la propuesta política y social de Eugenio María de Hostos y algunos de los puertorriqueños agrupados en la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano. Entre sus miembros hubo simpatizantes de la independencia y anexión condicional a los Estados Unidos, quienes como objetivo político se plantearon encauzar el derecho de los puertorriqueños a tomar control de su presente y a determinar su futuro, y como objetivo social se propusieron dar paso a la formación de una sociedad civil que estuviese dispuesta a resolver sus problemas cotidianos por sí misma. Pero esta otra manera de atender los problemas políticos y sociales del País, debido a la renuencia mostrada por nuestra clase política, y quizá también por la poca paciencia de Hostos, no se llegó a concretar.