Sensible, intuitiva y desafiante: 'La enamorada del muro' de Carmen Ana Pont

Yo sufro la ausencia
Y el espacio duro;
La pena es un muro
.
-Marguerite Yourcernar

En el ámbito literario de Puerto Rico la obra poética de la puertorriqueña Carmen Ana Pont no tiene la notoriedad y divulgación que ha alcanzado en el extranjero. En algunas publicaciones se le menciona brevemente como otra poeta más de la diáspora o el exilio auto-impuesto (Vásquez, 2010; Sánchez-Pagán, 2013). Carmen Cazurro García es de las pocas académicas que ha estudiado la experiencia del exilio de la poeta y cómo la misma se plasma en su universo poético. Su exilio ha sido un incesante peregrinaje –por Francia, Bélgica, Canadá, Suiza, Inglaterra y Estados Unidos- que ha nutrido su poesía con múltiples experiencias y enfoques culturales (García Cazurro, 2003).

Un detenido examen del extenso quehacer intelectual de esta autora revela que nos encontramos ante una académica de primer orden y una fascinante poeta, galardona por diversas instituciones entre las que se destacan la Universidad de Toronto y la embajada de España en Canadá. Su obra poética, cosmopolita y universal, se sitúa “en un renglón aparte, libre de encuadres y complicidades poéticas” (Cazurro García, 2008).

Su primer poemario titulado Vitral fue publicado en España en el año 2007 por Ediciones Torremozas y fue objeto de críticas muy favorables. Vale destacar que esta casa editorial se dedica exclusivamente a la divulgación de poesía femenina. En Vitral, como apunta Cazurro García, la poeta explora los espacios, el tiempo y el enlace entre la materia y las afectividades en su afán de sondear nuevas fronteras a la existencia humana. El erotismo también atraviesa sus poemas: un erotismo que se transforma, como veremos más adelante, en una poética del cuerpo.

portada

En La enamorada del muro –Torremozas, 2013– Pont retoma algunos de los temas que planteó en Vitral y desarrolla otros nuevos: la afirmación de la mujer frente al discrimen, la denuncia de la violencia de género, el exilio, el mundo de los sueños versus una realidad en ocasiones aterradora, el asedio al cuerpo femenino, la soledad, el espacio de los recuerdos y las ausencias, el amor y el olvido… hasta la contaminación ambiental. Al igual que en Vitral, algunos de estos temas los trata con una impecable prosa poética que se intercala entre las páginas de poemas.

La enamorada del muro muestra ya una lírica mucho más madura con delicados rasgos yourcenarianos, lo que no debe sorprender pues, Pont es una reconocida estudiosa de la obra de esta célebre escritora francesa. Así, por ejemplo, “Primer sueño”, “Segundo sueño” y “El reloj de las sombras” nos conducen a “Sobre un sueño de Durero” donde Yourcenar escudriña la relación entre el relato onírico del pintor y su obra pictórica y sus creencias religiosas. El sueño del pintor comparte varios elementos de la lírica de Pont –el agua, el terror, el ser espectador y protagonista, el despertar del sueño, la incesante lluvia en la noche. En Pont estos elementos, que en realidad son símbolos, desnudan las inquietudes filosófico-existenciales de la autora: el desamparo, la soledad, el transcurrir del tiempo “que se borra, a la infancia que se borra, a las casas que se borran, a la amiga que se borra”, y muchas otras más que, como toda buena poesía, quedan abiertas a la mirada del lector.

El poema “La suerte de la cuerda” alude al cuadro «Giannina-niña de la cuerda» del pintor puertorriqueño Osiris Delgado. En este cuadro que data de 1965 Delgado, desde su mirada de padre, plasma en el lienzo a su hija sin eludir las nociones de género imperantes en la época (Flores Ramos, 2002). Pont decodifica poéticamente esas nociones: “Melancólicas, / como si recordasen al Durero / las manos se deslizan / por las flojas cuerdas de la mente. / De un corazón / al otro, / los meñiques, / ella une su destino de niña / al pulgar de las mozas del mundo. / El lazo rojo mensual /queda así / atado / al circular destiempo femenino".

La niña de la cuerda, en tránsito hacia la pubertad, refleja en sus manos la melancolía de la despedida de la niñez y su entrada mundo de las mozas, mientras sus dedos resbalan “sobre el cordón umbilical / de la suerte…” Como diría Pierre Bourdieu, las mujeres, desde niñas, se convierten en objetos simbólicos en perenne estado de inseguridad corporal (Bourdieu, 2000).

“El beso” es otra desafiante crítica a la problemática del cuerpo femenino como construcción social de acuerdo a los cánones patriarcales. “Soy la pareja ideal. / Mis curvas y líquidas medidas lo confirman. / A través de mi cuerpo vacío / cada hombre reencuentra siempre sus manos. / Me prefieren añeja, / para verterme en la copa sin sentido de sus vidas… Beben de mí, / desde la antigüedad no han cesado, / sus lienzos me pintan esclava…”. En palabras de Bourdieu, el cuerpo tiene inscrito en su piel la construcción de género. El cuerpo femenino es por excelencia un cuerpo percibido y atravesado por la mirada y el deseo del otro (Bourdieu, 2000). Pero para Pont, una cosa es la mirada del hombre a la mujer, y otra, la mirada de la mujer al hombre. La poeta denigra la primera y fragua su propia mirada.

El grito de las bacantes en honor a Dionisos ¡Evohé! ¡Evohé! que en el capítulo 68 de Rayuela de Julio Cortázar, es el grito a un frenético acto amatorio y pasional, Pont lo re-significa para representar hombres vacíos, cuyas vidas no tienen sentido, hombres de corazones desolados “con su antorcha de muerte al aire”. Es una mirada que va más allá del cuerpo, para adentrarse en las oscuras profundidades de la soledad, la deshumanización y la ausencia de sentido de la vida humana.

Ahora bien, es en el poema “Mamografía” donde Pont cristaliza su poética del cuerpo. Frente a la invasión del seno por la radiación de un artilugio cuasi inquisitorial que comprime sin piedad las mamas, Pont presenta un cuerpo poético capaz de mirarse a sí mismo poéticamente. Es un cuerpo que se narra, un cuerpo libre para transformarse. Cuerpo que vence el hastío y encuentra su propia la voz (Rosales, 2010).

… Amante, sé de tantas que han pasado ya
por tus heladas manos,
pero cada vez que irradias estos pechos
me recuerdas que los tengo.
No sé en realidad quién causa más daño
si tú fotografiando,
si el otro acariciando.

Pero aquí estoy frente a ti
de pie,
midiéndome a tu exacta altura,
contra tu viento,
contra cada marea de metal
que desatas en este estrecho cuarto.

Desafiante,
expuesta al veneno de luz de tus ojos,
extiendo por mí
y por todas
estas duras alas.

Soy una esfinge,
soy la Victoria de Samotracia.

En este poema el cuerpo articulado poéticamente asume su derecho de opinión e incorpora la entereza como aliada. Es un cuerpo que actúa políticamente e invierte los paradigmas del poder. No es el miedo, la resignación o el artilugio radioactivo el que vence. Es un cuerpo desafiante, “empoderado” y triunfante como “la Victoria de Samotracia”.

Con fina sensibilidad e inteligentes recursos poéticos, Pont denuncia la violencia de género en el poema “La ofrenda”. “Más que el golpe / lo que queda / es el último toque/ del metal, / tu generosa ofrenda/ sobre las vértebras… Unos ojos rojos de rábano / y cebolla / borran de repente / la grasa, / alejan la mano/ que una vez/ dejó círculos de asombro, / de cólera / y pollo / sobre una cara…”.

El medioambiente tampoco escapa a la poética y lúcida mirada de Carmen Ana Pont. “Marines”, poema inspirado en los cuadros del pintor belga León Spilliaert, es una desgarradora imagen de un intoxicado mar por el incesante tráfico de buques con sus cáusticos contenidos. “Spilliaert, los pescadores han desertado / las redes del puerto. / No lo creerías. / Nada vive ya / en este mar del Norte… Unas tras otras, las estrías de olas / mecen vetustos petroleros / mientras la corriente vuelca su fango/en la melaza aguada de tu playa…”.

No comparto la opinión de Carmen T. Vásquez al calificar la poesía de Pont como “dura” (Vásquez, 2010). Dura y demoledora es la realidad que nos golpea día tras día. El universo poético de Carmen Ana Pont desafía esa realidad y desdora la indolencia ante la fútil cotidianidad en la que la humanidad parece haber encontrado un  acomodaticio rellano. Visto de este modo, la poesía de Pont se rebela contra esa apatía y esa indiferencia y persigue con las palabras y los símbolos, otras fronteras y horizontes para la existencia y la experiencia humana.

El poema “La enamorada del muro” es el que da título a este extraordinario poemario. “La Enamorada del muro / sabe que lo ha ofrecido todo / que ya no le queda nada en el vientre,…”. Los espacios son duros “una araña teje su hogar en tu ventana… / Y en el corazón de tu desorden / borda palabras / de colores que no se ven”. El muro representa en la obra de Pont la inmovilidad que induce al ser humano a rebelarse ante la vida, en busca de otras fronteras y horizontes para su existencia y su propia experiencia humana (Cazurro García, 2003). De ahí, su enamoramiento, porque el ser humano en el transcurrir de su vida siente la necesidad existencial de transformarse continuamente.

En síntesis, aunque podríamos seguir abundando sobre los atributos que hacen que Carmen Ana Pont se perfile como la poeta puertorriqueña más cosmopolita y universal de su generación, es preferible dejar al amante de la buena poesía con una cierta ansiedad de conocer su obra. Cuando lo haga… posiblemente piense “la autora de la reseña se quedó corta”.

Lista de referencias:

Bourdieu, Pierre, La dominación masculina. Madrid, Anagrama, 2000.

Cazurro García, Carmen, “Señales de vida: Carmen Ana Pont y su transmutación poética del exilio”, Alba de América, vol. 22, números 41-42, 2003. 

_____, “Entre vitrales y clepsidras". “El Día de Valladolid.com", miércoles 3 de diciembre de 2008.

Flores RamosJosé E., Mujer, familia y prostitución: la construcción del género bajo la hegemonía del Partido Popular Democrático, 1940-1968. Tesis sometida para optar al grado de Doctorado en Filosofía con especialidad en Historia, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, Facultad de Humanidades, Programa Graduado de Historia, mayo de 2002.

Pont, Carmen Ana, https://www.uvm.edu/.

 _____, Vitral, Madrid, Editorial Torremozas, 2007.

Sánchez-Pagán, Maribel, “Tres poetas puertorriqueños de la diáspora o el exilio auto-impuesto”. Revista Surco Sur, vol. 3, número 5, 2013.

Vásquez, Carmen T., “La poesía puertorriqueña del siglo XX”, Revista Nuestra América, número 8, enero-julio 2010.

Lista de imágenes:

1. Carmen Ana Pont.
2. Portada de La enamorada del muro (Colección Torremozas) de Carmen Ana Pont.
3. Giulia Pesarin, La merda è buona, 2013.
4. Giulia Pesarin, Forma e sostanza, 2013.
5. Giulia Pesarin, Jazz Fusion, 2013.
6. Giulia Pesarin, L'aventure, 2013.

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