* Esta es la segunda parte de la entrevista que Luis Ponce Ruiz hace a Luis J. Lacourt sobre el cómic. Para acceder a la primera parte de Ese fetiche llamado cómic, haga clic aquí.
¿Cómo lo ves la Academia boricua?
Yo, por ejemplo, soy producto del rechazo al cómic como tema a trabajar en la Academia, y a la vez, resultado del apoyo que algunos profesores sí me dieron, a quienes les debo mucho. Hoy tengo algo que antes no: la seguridad de saber que puedo defender el medio del cómic ante cualquier grupo de profesores y catedráticos. La discusión de que si el cómic es o no es arte u objeto de estudio, está pasada de moda en el mundo entero.
En Puerto Rico todavía hay que dar charlas para explicar que desde hace casi 70 años los cómics no son exclusivamente para niños, que desde los 1920 se hacen narrativas gráficas experimentales, que hay cómics que tienen una influencia en la sociedad similar al mismísimo dogma cristiano en todos sus siglos: junto al rostro de Jesús la gente reconoce un Batman, Spiderman, Snoopy, Asterix, y todo el impacto social que tuvieron estas historietas. El cómic es arte y en Puerto Rico todavía no se enteran: la gente le llama “muñequitos” todavía y hasta lo confunden con animación. Le digo a algunos profesores, “Soy profesor de cómics”, y se esfuerzan por no ofenderme con su cara de vergüenza ajena. En Puerto Rico (como siempre) todavía hay mucho rechazo debido al desconocimiento, y no sólo en la Academia.
Además de la docencia, administras la página web F3Comics.com desde hace unos tres años. También tienes un proyecto educativo que involucra a las bibliotecas del país . . .
Sí, estoy desarrollando un proyecto de integración de novelas gráficas en las bibliotecas escolares puertorriqueñas. El proyecto permite el acceso de cómics a estudiantes y contribuye a eliminar el prejuicio del cómic como “arte menor” o “pasatiempo infantil”: el desconocimiento es el reto principal pero hemos contado con el apoyo del sector educativo privado y esperamos que en un futuro no muy lejano no tengamos que hablar sobre por qué el cómic es arte. Lo importante para mí es que la fortaleza del soporte de libro permite que las bibliotecas adquieran títulos que los lectores escolares y universitarios puedan disfrutar e integrar a su experiencia educativa. Lamentablemente, en Puerto Rico las únicas obras que se ha publicado en soporte de libro son la serie de historietas infantiles “Tato y Kenepo” (Martín Gaudier, 2005) y “Turey, el Taíno” (1989-1995), una de las más importantes en la historia del cómic puertorriqueño.
Turey. Es tema obligatorio en esta entrevista, sobre todo porque has tenido la oportunidad de entrevistar y hasta revisar los archivos de Ricardo Álvarez Rivón. ¿Qué fue lo más que te impactó de conocerlo? Álvarez Rivón es, indiscutiblemente uno de nuestros mejores artistas (nacido en Cuba, de hecho). Dijo lo siguiente en una entrevista que le hice en junio de 2011:
Yo creo que lo que de verdad hace un cómic valioso, relevante, o que perdure —como usted quiera llamarlo— es la parte del guión. Y ahí es que yo encuentro —y estoy generalizando, no estoy pensando en nadie particular— pero yo creo que ahí es donde fallan muchos de los muchachos que están bregando […] La cuestión es que veo que son muy buenos ilustrando pero que donde fallan o están un poco más flojos es la parte del guión, de la historia, del libreto. Y ahí es que yo, si fuese darle consejos al que fuese, le diría eso: “Mira, trabaja un poco más la parte del guión”. Un buen guión, con unos dibujos regulares, funciona mejor que unos tremendos dibujos con un guión que no sirve.
Me uno a las palabras de Rivón en todo lo que expresa en esta cita. Podría decir que estas aseveraciones fueron las que más me impactaron. La serie del personaje de Turey, el indio taino, es completamente relevante hoy día y lo seguirá siendo, porque narra con humor y estructura una buena historia, que a su vez nos educa sobre ciertas costumbres de nuestros antepasados. Además, el arte de Rivón es único en Puerto Rico y yo creo que en Latinoamérica.
En noviembre de 1990, el periodista Ramón López en el periódico Claridad escribió un artículo titulado “Turey: un taíno chévere, gufeao y nice”, donde explicaba que la serie reflejaba nuestra compleja realidad cultural puertorriqueña a través del uso de onomatopeyas en español y en inglés, y de ciertas licencias históricas que el autor se tomó para dibujar cierto entorno de la cultura taína de forma entretenida. Ese Puerto Rico que vive entre el español y el inglés, y que se sostiene de imaginarios y ficciones convencionales de lo que son otros países y lo que somos nosotros como sociedad, resultado de una larga historia, aún existe.
Hace dos años tuviste un encuentro virtual desagradable con el autor y profesor Pedro Cabiya quien, en mi opinión, reaccionó de mala manera a la crítica que le hiciste a su novela gráfica, Ánima Sola, en tu blog. ¿Cómo te sentiste al recibir el relámpago de uno de nuestros “dioses del Olimpo”?
Jefté ríe y luego comenta:
¿Te publicarán esto en Cruce?
Hoy me río del episodio, al cual le he puesto el nombre clave “Efecto Cabiya”. Es decir, lo que pasa cuando se critica adecuadamente en un país que no está acostumbrado a la crítica. Historia larga corta: a través de mi página web comencé a hacer críticas de cómics locales, partiendo de las más recientes teorías del medio. Escogí criticar la que se ha denominado como la primera novela gráfica puertorriqueña: Ánima Sola (2003).
La obra no estuvo mal y mi crítica no fue para nada sangrienta. Lo que sí encontré desastroso fue unos comentarios que Cabiya hace en una auto entrevista que aparece en la edición, donde dice que esta novela gráfica iba a rescatar del cabronsísimo aburrimiento con que te dispara el ejército de libros malos que desgracian los anaqueles de las librerías con sus argumentos bobos o inexistentes, con su falta de inteligencia, su callejonería fingida, universitaria y cerebral y, en el mejor de los casos, con ese eroticismo softcore con que se mojan los y las vírgenes de temperamento preadolescente. Pornográfica no, en todo caso kitsch.
Eso a mí no me dio gracia. Francamente me pareció pedante, hostil e insultante a los trabajos de otras personas.
Pero, Jefté, ese es el estilo de Cabiya, de eso se alimenta, de jorobar la pita.
Mira, sí, pero uno habla con la acción: Ánima Sola no compensó la altanería de Cabiya y ahí fue donde le metí el dedo crítico. Yo sé que en Puerto Rico se han hecho cómics bien malos, pero porque seas un literato no te da derecho a faltarle a la humildad.
Cabiya, entonces, me envía un correo en septiembre de 2010 comentando que tuve un error ortográfico en mi escrito (el argumento del ahogado), y que “Es cómodo (y común) para los que vienen detrás criticar al que rompe el corozo y abre el camino”, lo cual me reconfirmó su complejo de mesías del arte. Pero lo insultante no vino de parte de él, quiero aclarar, sino de una tal Theresa Sawyer, alegando que yo no sabía nada de cómics porque no había captado que su propuesta era la de hacer un cómic sin valor artístico. No, no te miento, así me lo escribió.
No lo tomé a mal pero me chocó en el momento. El final de esta historia es que yo no tengo nada en contra de Cabiya ni dudo de sus capacidades: yo hice una crítica de lo que su obra me habló como lector y ya. Pero mira, he hecho críticas más fuertes que esa, a artistas locales, con argumentos muy sólidos, y aunque no necesariamente están de acuerdo conmigo, ellos me han sabido tratar con más respeto. Para que veas cómo son las cosas. “El ego herido de un escritor que quiso ser historietista”. Hasta le he puesto comillas: me suena a título de alguna historia atroz. Más bien, te aconsejo que estés pendiente a los comentarios que pueda generar esta entrevista. Mijo, ¡si es que genera alguno!
¿Cómo trabajarías a Puerto Rico en un cómic? ¿Con cuál novela gráfica que hayas leído se asemeja más la realidad boricua?
Trabajaría a Puerto Rico desde todas las dimensiones que comprende el tema de la violencia. Puerto Rico nació en la violencia, en la penetración forzada, en el síndrome de la mujer abusada, y hoy día nos estamos comiendo vivos en la calle. Así vamos y se me ocurren más títulos de películas que otra cosa, pero me viene a la mente el mundo elíptico y barbárico de la serie Cerebus, de Dave Sim.
Me gustaría terminar esta entrevista preguntándote por recomendaciones de cómics novedosos, que te hayan llamado la atención recientemente.
Pues, te mencionaría Habibi (Craig Thompson), Pagando por ello (Chester Brown), Tóxico (Charles Burns), Let’s Pacheco (Laura Pacheco y familia), The Love Bunglers (Jaime Hernández), Memorias de un hombre en Pijama (Paco Roca), y El Arte de Volar (Antonio Altarriba).
Listo. Gracias, Jefté.
Te cuidas, Ponce.
Trataré, chau.
Lista de imágenes:
1. Harold Foster, panel from the Sunday comic strip Prince Valiant, 1937.
2. DC Comics cover, No. 27, mayo 1939.
3. Martin Gaudier, portada de Tato y Kenepo, #24.
4. Ricardo Álvarez-Ribón, Turey el taíno, 2005.
5. Pedro Cabiya e Israel González, Ánima Sola, Vol. 1, Libro 1: Hambre, 2003.
6. Charles Burns, detalle de ilustración de Tóxico, 2011.
7. Antonio Altarriba, detalle de ilustración de El arte de volar, 2009.