Los gigantes de siete leguas en las botas

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Esta carta fue escrita por el profesor Justin Read, catedrático de la Universidad del Estado de Nueva York, a Alberto Moreiras, director del departamento de español y lenguas romances de la Universidad A&M de Texas. La carta se origina por un debate acaecido durante la semana del 22 de noviembre sobre un artículo del catedrático Mark Driscoll, de la Universidad de Duke. Éste último publicó una crítica a los autores del libro Commonwealth, Michael Hardt y Antonio Negri, por lo que cataloga como deshonestidad intelectual al hacer referencia a términos teóricos que según él se originan entre intelectuales latinoamericanistas del cono sur. Read escribe sobre lo que, en su opinión, debería de importar en los debates académicos y sobre su postura en cuanto a las teorías totalizantes. La carta de Alberto Moreiras en respuesta a la del Dr. Read está también publicada en esta edición.

Querido Alberto,

Quise escribir mi opinión en tu pared de Facebook sobre el intercambio que se ha dado allí en torno al artículo del Dr. Mark Driscoll acerca del libro Commonwealth por Hardt y Negri. Me he cohibido de hacerlo porque continuar el despliegue de comentarios bajo el artículo parece perpetuar la sensación de que se trata tan sólo de un chisme académico y el formato previene el desarrollo substancial de los argumentos en cuestión. Sin embargo, siento la necesidad de articular mi posición de alguna manera. Si piensas que esta carta debe hacerse pública a la comunidad académica, encontraré la manera de hacerlo; déjame saber qué piensas.

Este “debate” entre los “de-colonialistas” y los “eurocéntricos” aparenta, a primera vista, tratarse de una rencilla interna institucional en el Triángulo de Investigación.[1] Esto pudiera tener algún alcance global, supongo, pero me parece que realmente todo se reduce a una situación de quién le simpatiza a quién en Duke. Me hace recordar nada menos que el comienzo de “Nuestra América” de Martí, que dice:

Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos.[2]

 

Julie Mehretu

Julie Mehretu, Stadia, 2004.

Luego de leer el artículo de Driscoll, no puedo más que decir esto: es evidentemente un erudito y un lector muy cuidadoso. Respeto a cualquier académico que tenga las destrezas de lectura y de discernimiento y precisión que muestra éste. Pero, su postura es reaccionaria. Sé que no tengo que enumerarte las razones por las que lo es, sin embargo lo haré.

Primeramente, alega que debemos considerar la teoría como un bien común intelectual, aunque luego reclama la propiedad individual de conceptos teóricos como si éstos fuesen propiedad privada. Driscoll se da cuenta de su falacia argumentativa, mas luego arguye que todavía no existe ese concepto de bien común (i.e. “antes de rendirme a la idea del bien común intelectual” como si tuviese opción en el asunto), así que evidentemente él no participará del concepto hasta que un depósito de bienes comunes intelectuales libres no esté establecido. De la misma forma, se podría argüir que debemos esperar a que la democracia participativa esté completamente desarrollada antes de participar en ella.

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Julie Mehretu, Suprematist Evasion, 2003.

Por supuesto, esta posición reaccionaria es similar a la que toman los latinoamericanistas que Driscoll exalta. Los llamados “de-colonialistas” reclaman haber sentado las bases para la multiplicidad, ya sea por medio de ontologías numerosas y multitudinarias o de alguna versión de la transculturación multicultural, etc. Pero, en el instante en que sus posturas son interrogadas (ni hablemos de que sean criticadas), inmediatamente hacen frente unido bajo un bloque “latinoamericano”.

En estas circunstancias, los latinoamericanistas reclaman una identidad única como “latinoamericanos subalternos” enfrentados a lo que singularmente llaman “colonialistas/imperialistas” que intentan colonizarles. El mero hecho de que Driscoll te haya denominado como “hereje” indica un dogma unitario (de “modernidad/coloniaje subalterna multitudinaria latinoamericana”) del que te has desviado, sin mencionar la falacia lógica inherente en tal aseveración. Por otro lado, Driscoll apoya un tipo de pensamiento que podría catalogarse como “eurocéntrico”, pero válido siempre que se trate de la interpretación “correcta” de Foucault o Badiou.

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Julie Mehretu, Molotov Cocktail, 2003.

Mi postura es que no hay una versión única (y mucho menos una “correcta”) de Foucault o Badiou…o de Hardt/Negri, o de Alberto Moreiras…¡o de Walter Mignolo! Nadie ha producido un argumento absoluto, todos lo sabemos. Es un hecho básico que no debería si quiera mencionarse. Ahí está, después de todo, el asunto del círculo hermenéutico: los escritores siempre tienen un punto ciego y, más importante aún, los lectores deben de revisar y escoger qué elementos dentro de lo que leen les atraen más y tienen más sentido para ellos. ¡Así debe de ser!

El hecho de que Hardt y Negri no atribuyeran el término “colonialidad” a Aníbal Quijano podría verse como un error flagrante o podría verse como un error inconsciente, un descuido. O, tal vez, es un caso como el de muchos teóricos, que han llegado a las mismas conclusiones por cuenta propia. De cualquier forma, nadie ha producido una teoría total y absoluta de lo múltiple, porque A) la totalidad es imposible, particularmente cuando se trabaja con lo múltiple y B) los intelectuales en cuestión, todos y cada uno de ellos, tienen una inversión significativa en su propia noción de singularidad. Pero, mi postura no es nada nueva para ti.

El asunto real nada tiene que ver con políticas institucionales y mucho menos con disputas intra disciplinarias entre los latinoamericanistas o con la teoría política o cualquier otro campo. El asunto principal es que ha habido una alteración drástica en la forma en que el espacio es construido social, económica, política, cultural e, inclusive, biológicamente. ¿Tiene este cambio raíces históricas en la colonización de América por Europa? Sin lugar a dudas. Mas, esta genealogía en sí misma no es suficiente para explicar la naturaleza del cambio que ha ocurrido. ¿Qué lo explicaría satisfactoriamente?

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Julie Mehretu, Enclosed Resurgence, 2001.

Cualquiera que haya estudiado el asunto minuciosamente estaría de acuerdo con que la globalización (un paradigma multinacional de corporaciones que no están atadas al control del Estado) produce una forma nueva y extremadamente poderosa de espacio. La globalización no libera al capitalismo completamente del Estado, ni destruye la forma político-económica de la nación-estado, aunque articula nuevas relaciones entre las economías y las políticas a una escala mundial y, por lo tanto, interpola a personas y clases sociales de maneras nuevas. En general, la mayoría de las personas en el planeta están interpoladas de tal manera que se disminuye su poder, de forma que no pueden ya apelar a un Estado representativo como ciudadanos políticos (si es que alguna vez pudieron). A grandes rasgos, diría que este nuevo espacio –particularmente como surge en América Latina, pero también en otros puntos del planeta– se puede caracterizar de la siguiente manera:

1) La disolución de demarcaciones espacio-temporales entre lo público, lo privado y lo comercial; o, si prefieres, entre la casa, la plaza y la plaza de mercado. (El espacio sagrado [naos[3]] ha sido minuciosamente profanado hace rato ya, solo pregúntale a Heidegger).

2) El medioambiente global (en otras palabras, cualquier espacio que sustente vida) ha sido saturado con información antropógena, de manera que la distinción entre la naturaleza y la cultura ha sido erradicada. Éstos son algunos de sus corolarios: a) por esto los espacios sagrados han sido absolutamente profanados; b) por esto el fin de la biopolítica[4] y el alba de la zoepolítica, donde zoe[5] ya se entienda como saturada por la techné[6]; y c) por esto la división de la sociedad humana entre la riqueza informática y la pobreza informática, o la habilidad de traducir y transmitir información significativa a través de un medioambiente global de redes sociales e informáticas. 

3) Este último corolario articula una división espacial y de clase entre lo que anteriormente he denominado “exone”[7] (espacio de riqueza informática) y el “introne”[8] (espacio de pobreza informática). Otros tienen otros nombres para esta división. Esto es, en otros términos, la división del mundo (el medioambiente global único) en “cidade” (exone) y “favela” (introne). (Estas divisiones espaciales o geográficas pueden ser las manifestaciones emergentes de lo que Espinoza teorizó como communitas [exónico] e imunitas [intrónico]).

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Julie Mehretu, Empirical Construction, 2003.

El único debate que importa es quién cuenta y quién no, quién puede vivir una vida digna, significativa y quién no en el nuevo espacio del globo. Ése es el único asunto que realmente importa y espero que esta nota sirva como una plataforma para pensar al respecto. Francamente no me importa lo agradable que pueda ser la oficina de un/a profesor/a, o el rango que tenga en el US News & World Report la universidad donde enseña, o cuántos amigos (o enemigos) él o ella tenga en Facebook. Me importa el hecho de que hay gente sufriendo y muriendo innecesariamente. En mi capacidad profesional, me interesa interrogarme sobre cómo y por qué tenemos una obligación de hacer algo al respecto. Y estoy aún más interesado en lo que tú, Mark Driscoll, Aníbal Quijano, Antonio Negri y otros tienen que decir al respecto, aún cuando no estemos de acuerdo del todo o en nada. Me importa, particularmente, más cuando no estamos de acuerdo unos con los otros.

Un abrazo desde Buffalo,

Justin

Notas:

[1] El área metropolitana de Raleigh es parte del Área Estadística Metropolitana Combinada de Raleigh-Durham-Cary, NC CSA, también conocida como El Triángulo (en inglés The Triangle), junto con: el Área Estadística Metropolitana de Durham-Chapel Hill, NC MSA, que abarca los condados de Chatham, Durham, Orange y Person; y el Área Estadística Micropolitana de Dunn, NC µSA, que abarca el condado de Harnett. Debido a que allí se encuentran las universidades North Carolina State University, Duke University, University of North Carolina en Chapel Hill, se le conoce como el Triangle Research o el Triángulo de Investigación.

[2] Martí, J. (1891). Nuestra América. Accesado el 28 de noviembre de 2011 http://www.analitica.com/bitblio/jmarti/nuestra_america.asp

[3] Naos era la sala más sagrada de los templos del antiguo Egipto.

[4] Biopolítica es un neologismo acuñado por el filósofo francés Michel Foucault, que se refiere a conceptos distintos, pero no del todo incompatibles. Una primera visión se refiere a las históricas tecnologías de control sobre el cuerpo que se han desarrollado, pero principalmente a partir del renacimiento hasta nuestros días. (Wikipedia, 29 de noviembre del 2011)

[5] La zoe, o vida desnuda, es un término que usa Giorgio Agamben para describir aquella vida que no está insertada en las tecnologías de control para producir vida para la polis (biopolítica) y por lo tanto quedan fuera del aparato político y carentes de valor. (Homo Sacer, 1998)

[6] Aristóteles describe el arte (techné) como una acción a partir de la cual el hombre produce una realidad que antes no existía.

[7] El exón es la región del gen que no es separada (en el momento del “splicing”) y que contiene información genética importante. Los exones forman la región codificante del gen.

[8] Intrón es un término de las ciencias genéticas. Es una región del ADN que se debe desechar porque no tiene utilidad ya que, en algunas teorías, se especula que son carentes de información. Se derivan del proceso de división o “splicing” de los genes. Introne Exone son neologismos que utiliza Justin Read para caracterizar la función de los individuos en las redes de intercambio global y el valor que se les da a estos según su capacidad informática y comunicativa. 

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