La experiencia de GABI en el festival de Clermont-Ferrand

 

Una llamada sorpresiva e inoportuna le comunica abruptamente la muerte de su mamá. El personaje se ve obligado a confrontar un retante viaje de autodescubrimiento con sus raíces, los prejuicios y las limitaciones que éstas presentan. Todo esto ocurre en medio del velorio de su mamá.

A pesar de todo, Gabi continúa su viaje personal logrando cada vez más conciencia de su potencial como ser humano libre e independiente y capaz de llegar a sus propios juicios más allá de todos los prejuicios que la rodean.

No recuerdo el momento exacto en que escuché el decir popular de que si una mujer a sus treinta o cuarenta años de edad aún no se ha casado “es porque tiene que ser pata, puta, o jamona”. De alguna manera, este prejuicio caló en algún rincón de mi subconsciente. Quizás me impactó por miedo a convertirme en esa mujer. O tal vez fue un coraje de no poder entender tal razonamiento que me llevó a indagar más en el tema. Mi meta nunca fue, y nunca será, producir un panfleto en contra de quienes apoyan dicha mentalidad. Como cineasta y como mujer mi meta siempre ha sido la de representar el valor de una mujer contemporánea, moderna e independiente que puede llegar a ser feliz a su manera.

La aventura de GABI comenzó como un proyecto académico para Tisch School of the Arts, New York University. Decidí defender mi tesis de bachillerato con un cortometraje protagonizado por Gabi, un personaje que se enfrenta a los prejuicios mencionados.

Mientras grababa a GABI, pensé que mi mayor satisfacción era poder ver a unos personajes escritos en papel cobrar vida a través de mis actores.  Recuerdo estar detrás del monitor y concentrarme tanto en una escena que, por varios segundos, olvidaba que estaba en una producción. Luego, cuando terminamos de editar a GABI, pensé que el mayor placer de realizar esta película había sido ver cómo un guión se transformó en una realidad en la pantalla. Pero, cuando GABI fue seleccionada para competir en la categoría de cortos internacionales del Clermont Ferrand Short Film Festival, descubrí el verdadero propósito de hacer esta película…

Nuestra visita a Clermont Ferrand fue una experiencia inolvidable. Era la primera vez que uno de mis trabajos competía en un festival tan respetado. Cuando nos enteramos de que GABI era el primer corto puertorriqueño que el festival aceptaba, cobré conciencia de que no solamente iba a presentar mi producción artística, sino que también iba a representar a mi País. 

Tuve la oportunidad de presentar a GABI siete veces. En cada proyección pude presenciar públicos internacionales gozando con ciertas escenas, inquietándose por otras y, de alguno manera, relacionándose con la historia de esta mujer liberándose de su viejo mundo y sus limitaciones. En esos momentos, descubrí que el propósito de la película iba más allá de completar una tesis académica o de ser invitada a un festival.  Comprendí que el verdadero propósito de esta película era llevarle al mundo una parte significativa de la realidad de mi país y darnos a conocer como una cultura tan digna de ser representada internacionalmente como cualquier otra.

Salí del festival revitalizada y llena de inspiración para mis próximas producciones. Más aún, salí con ansias de ver mayor presencia puertorriqueña en este tipo de festival. Debo admitir que Puerto Rico fue uno de los países con menor representación en el festival. Si bien países grandes como Brasil presentaron múltiples trabajos, no es menos cierto que países pequeños y empobrecidos como Cuba contaron con muchísima presencia. Con el pasar de los días seguí estudiando los diferentes cortos latinoamericanos en la competencia. Continué fijándome en cómo muchos de estos cortos se hicieron realidad a través de financiamientos gubernamentales, programas de educación pública y ayudas de organizaciones sin fines de lucro específicamente dedicadas a promover las artes en sus países.

Ya en Puerto Rico hemos tomado los primeros pasos para proveer recursos a la industria del cine local. Sin embargo, nos queda mucho por crecer. No tengo la menor duda de que si adoptamos un modelo de promoción parecido al que vi en Clermont, Puerto Rico tendría una colección de trabajos fílmicos mucho más amplia. Como cineasta, tengo fe en que el trabajo arduo del cine independiente puertorriqueño seguirá floreciendo con el tiempo, no importa qué. Pero, creo que, al igual que fue mi responsabilidad representar a mi país en Francia, es también la responsabilidad de nuestro gobierno y de nuestras instituciones culturales la de apoyar decididamente a aquellos artistas que continuarán poniendo en alto nuestro patrimonio cultural en lo que al cine respecta. Hay mucho talento que promover y exportar en nuestro país.

A través de GABI hago un llamado a que se reconsidere la manera en que evaluamos a la mujer en nuestra sociedad. También hago un llamado a nuestro país a que apoyemos en grande a las cientos de producciones boricuas que merecen una audiencia nacional e internacional.

Nos vemos el año que viene en Clermont-Ferrand…

 

Todas las imágenes son del corto GABI o su filmación.

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