Esclavitud es... Niñas y mujeres como objetos de intercambio

Imagina que un ruido estruendoso te levanta en la noche, alguien intenta derrumbar tu puerta y tus ventanas para robarte lo más valioso que tengas bajo tu humilde techo. No vienen en busca de tu televisor ni de tu equipo electrónico, no te vienen a robar tu vehículo, ni tus prendas. A los intrusos no les interesa ningún artículo, ni tan siquiera tu dinero en efectivo, vienen buscando algo mucho más rentable: vienen por tus hijas, por tus hermanas o por cualquier mujer joven que se encuentre en tu hogar.

Estos maleantes están dispuestos a darte una paliza o hasta asesinarte si intervienes, a quemar tu casa y a ultrajar a tus familiares. ¿Te parece una escena de alguna película o cuento? ¿Una pesadilla que jamás pensarías vivir en carne propia?  Algunos se consolarían diciendo, “¡Qué cosas tan terribles pasan en las regiones pobres y lejanas del mundo!”. A esos que piensan que este tipo de aterrante suceso jamás formaría parte de la realidad puertorriqueña (a pesar de los altos índices de violencia que nos aquejan), les invito a que busquen los relatos de las familias viequenses.

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En un testimonio escalofriante[1], una persona -miembro de La alianza de mujeres viequenses– narra como sufrieron las familias viequenses estas escenas que consideramos de otro mundo, ajeno al nuestro. Escucharon los golpes en sus puertas y ventanas causados por los soldados borrachos que se lanzaban por encima de verjas, dispuestos a derrumbarlo todo para conseguir las jóvenes con quien saciar sus apetitos sexuales. Esta sería la historia que se repetiría (y mucho más) a través de los sesenta años en que la Marina de Guerra de los Estados Unidos llevó acabo sus prácticas militares en la Isla Nena. Para las mujeres viequenses no había justicia.

Las desigualdades de género resultan en diversas formas de esclavitud para las mujeres y niñas del mundo. Son utilizadas como objetos sexuales, sin derechos ni poderes por su sexo y su condición de género. En el siglo XXI experimentan la esclavitud sexual y laboral, al igual que ciertas esclavitudes metafóricas. Un ejemplo de la última se percibe a través de las cadenas impuestas por la sociedad en términos de cómo las mujeres de occidente (y de algunos países de oriente) deben de actuar y lucir. Son subyugadas por los estándares de belleza que dictan que las mujeres deben de ser jóvenes y esbeltas, estar a la moda y ser simpáticas. Además deben ser mujeres inteligentes, exitosas, madres dedicadas y buenas esposas. Estas cadenas invisibles atan a las mujeres de todos los estratos sociales y comunidades. Son libres de pensamiento y de tránsito, pero, ¿están emancipadas de lo que las sociedades (los mercados y los medios de comunicación) dictan como lo propio de una mujer del siglo XXI?

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Aunque es interesante ver cómo los roles asignados oprimen a las mujeres y a las niñas del presente, esta no es la esclavitud en la que se enfocará este artículo, sino en la trata[2] y la explotación de seres humanos, en la que se roban y se venden vidas, almas y sueños. La trata de humanos explota mayormente a las mujeres y a las niñas por documentos (en casos de inmigración), por intercambios económicos, por drogas, armas e impulsos sexuales; se venden niñas vírgenes y esposas por correspondencia.

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Investigadores que trabajan el tema de la esclavitud moderna[3] sostienen que este fenómeno tiene rostro de niña y de mujer. En muchas sociedades las niñas y las mujeres son consideradas de menor importancia que los niños y los hombres. El tráfico de humanos, específicamente de niñas y mujeres, ocurre en todos los lugares del mundo. En el presente, son demasiados los puntos sin retorno y las puertas al infinito dolor. Algo así como lo fue por siglos la famosa puerta de la isla de Gorée en Senegal, y otras en las costas del noroeste de África, que son hoy lugares turísticos donde se le muestra a sus visitantes dónde se aglutinaban a millones de hombres y mujeres separados/as de los/as niños/as en espera de aquel viaje inhumano a través del Atlántico. Mas hoy, estas puertas están desparramadas por todo el planeta en estructuras que aparentan ser intangibles, pero que existen; muchas veces están frente a nuestros ojos y no nos damos (o no queremos darnos) cuenta. “La esclavitud moderna no tiene límites geográficos y crece silenciosamente en nuestros propios vecindarios, bajo la sombra de la enajenación y la indiferencia” (César Rey 2010).[4]

Nicholas D. Kristrof y Sheryl WuDunn, (Half the Sky: Turning Oppression into Opportunity for Women Worldwide, 2010), alegan que en sus años como reporteros e investigadores nunca habían tenido la experiencia de escribir sobre 100,000 niñas que son comúnmente secuestradas y traficadas a prostíbulos a través de diferentes países del mundo. Su libro es un llamado a concienciarse sobre una realidad espeluznante. Documentan un problema que no recibe el reconocimiento que debería, a pesar de ser uno de los sucesos de mayor urgencia que atenta contra los derechos humanos de las mujeres y niñas de este siglo.

Estos investigadores nos presentan recuentos de los abusos cometidos en contra de mujeres y niñas que fueron entrevistadas en diferentes países del mundo. Comienzan su argumento presentando la alta incidencia en muertes de niñas durante sus primeros años de vida a causa de la negligencia en asuntos relacionados a su salud. En muchos casos los padres de las menores entienden que sus hijas no requieren cuidados médicos cuando sí lo ameritan. Este no es el caso en lo que respecta a los servicios médicos que los padres les brindan a sus hijos varones, especialmente en sociedades donde se valoran a éstos más que a las niñas (China, Japón, India, entre otros[5]).

 

La maldición de ser niña, (TVE) 2008.

Según el economista y premio nobel (1998), Amartya Sen, hay más de 100 millones de mujeres desaparecidas en el mundo. ¿Cómo es posible que falten tantas mujeres en las estadísticas y datos censales cuando las mujeres tienden a vivir más que los hombres?

En lugares donde las niñas viven situaciones extremas de inequidad éstas desaparecen sin mayor preocupación de la sociedad a la que pertenecen. Este parece ser también el caso de países como China, donde hay 107 varones por cada 100 mujeres, en la India donde hay 108 varones por cada 100 mujeres y en Pakistan donde hay 111 varones por cada 100 mujeres (Kristof y WuDunn 2010). 

Sen llegó a la conclusión de que esta disparidad poblacional se debe a que 107 millones de mujeres han desaparecido a través del mundo en estas últimas décadas. Según Kristof y WuDunn, al menos dos millones de niñas desaparecen como resultado de la discriminación de género. Añaden que más niñas han sido asesinadas a causa de su categoría de género (“gendercide”/"feminicidio") en una sola década, que la cantidad de personas aniquiladas en todos los genocidios del siglo veinte.

Aunque las estadísticas mundiales que demuestran los abusos cometidos hacia las niñas son aterradoras, puede que pensemos que estos tipos de injusticias de género sólo ocurren en naciones pobres o en sociedades conservadoras, y que nuestro país está exento de tales explotaciones. No obstante, en Puerto Rico cientos[6] de mujeres son asesinadas por sus parejas o ex parejas (273 en los últimos 12 años)[7]. Estas cifras no incluyen el número de mujeres y niñas que son violadas o maltratadas en algún momento de sus vidas. En su investigación sobre la trata humana en la Isla, César Rey también comentó sobre el problema de las estadísticas y cómo esto refuerza la falta de información sobre los casos de la trata humana: “En Puerto Rico, las estadísticas son difusas. No hay estudios confiables, ni protocolo”. [8] 

En Puerto Rico la esclavitud moderna se manifiesta también en el alquiler de espacio en puntos de drogas, en la obligación a la fuerza de pedir en las luces, en la utilización del cuerpo femenino -especialmente el de niñas- para la prostitución y abuso sexual. De acuerdo a las investigaciones de Rey y de la Fundación de Ricky Martin, en el país existen casos de menores que son víctimas de distribución de drogas, prostitución y pornografía por parte de vecinos y familiares.

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Además, Puerto Rico forma parte de la industria criminal transnacional del trasiego de indocumentados. Según Jorge Duanny, “Este negocio mueve millones de dólares al año en el Caribe, desde China y Colombia, pasando por Haití y República Dominicana, hasta Estados Unidos y Canadá”.[9] La Isla, (junto a Curazao, Panamá, Aruba, San Martin, Surinam, Holanda, Suiza, España, Italia y Alemania), recibe a miles de trabajadoras sexuales que provienen de la República Dominicana. El trabajo sexual, aunque no siempre producto del engaño y la violencia, se caracteriza como una especie de “servidumbre por contrato” que Duany define como, “la obligación de pagar enormes deudas para sufragar los costos de viajar a otro país”. En algunos casos se violentan los derechos de estas trabajadoras a tales niveles que cualificarían como esclavas modernas[10].

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Aunque la situación de la esclavitud moderna rompe con nuestros esquemas de la vida, no nos debe de inmovilizar. ¿Cuántos Joseph Kony hay en el mundo? ¿Cuántos en nuestro país? ¿Cómo surgen figuras tan despiadadas? ¿Quiénes se benefician de su maldad? ¿Cuál es la forma más ética de posicionarnos frente a estas injusticias? Tal vez lo que nos debe dar esperanza y ánimo es el concienciar, educar, protestar, cabildear y sobre todo, actuar. No permitir que con nuestro silencio, apatía, incredulidad y tristeza la esclavitud, la trata y el tráfico de humanos continúe en nuestra Isla o en ninguna otra parte del mundo.

Unámonos a la nueva generación de emancipadores que dirigen el movimiento abolicionista del presente utilizando las redes sociales, el activismo y el servicio comunitario para denunciar dichas injusticias y para evidenciar lo que está ocurriendo en diferentes regiones del mundo; derrocar a los que abusan de su poder; visibilizar a los y las invisibles –a las mujeres y a las niñas y los niños pobres del mundo. Este movimiento enlista a un nuevo ejército, uno diverso en género, en creencias, edades, etnias y nacionalidades, diestro en la cibernética, dispuesto a donar su tiempo, su voz, y capaz de ser un gran agente del cambio. Yo me uno, ¿y tú, qué esperas?

 

Señorita Extraviada, (Lourdes Portillo) 2001.

Notas:

[1] Conversación con miembros la La alianza de mujeres viequenses, noviembre del 2005, incorporada en la investigación Mujeres luchadoras- Ecofeminismo, ambientalismo e historiografía puertorriqueña (tesis doctoral de la autora).

[2] Según la ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados:

La trata consiste en utilizar, en provecho propio y de un modo abusivo, las cualidades de una persona. Para que la explotación se haga efectiva los tratantes deben recurrir a la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas. Los medios para llevar a cabo estas acciones son la amenaza o el uso de la fuerza u otras formas de coacción, el rapto, fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad. Además se considera trata de personas la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. La explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas, la servidumbre o la extracción de órganos. 

[3] Según la organización Anti-slavery: Today’s Fight for Tomorrow’s Freedom, la esclavitud tiene características que la distinguen de otras violaciones de los derechos humanos. A un esclavo: Se le obliga a trabajar - mediante amenazas psicológicas o físicas; se le convierte en propiedad de un "empleador", generalmente mediante maltrato físico o mental o mediante amenazas de maltrato; se le deshumaniza y se le trata como a una mercancía, o se le compra y vende como a una "pertenencia"; se le limita físicamente o se le impone restricciones a su libertad de movimiento.

[4] Entrevista al Dr. César Rey sobre el documento titulado La trata humana en Puerto Rico: Un reto a la invisibilidad.

[5] En la India, las niñas entre 1 a 5 años de edad tienen un 50% de probabilidad de morir vs. los niños de la misma edad.

[6] Tal vez miles de mujeres, dado a la tergiversación de estadísticas criminales en Puerto Rico, a principios del 2012 se presentó evidencia de que los datos presentados por la Policía de Puerto Rico no son  precisos. Una muestra de estas posibles tergiversaciones o mal interpretación de datos relacionados a violencia contra de las mujeres en Puerto Rico es la investigación de la demógrafa Judith Rodríguez Figueroa “Violencia contra la mujer: análisis socio demográfico de la mortalidad femenina en Puerto Rico en 1997”:

Según las estadísticas más recientes de la Policía, fueron asesinadas en Puerto Rico durante el año 1998, un total de 53 mujeres. De éstas 29 (54.7 por ciento) fueron clasificadas por la Policía como violencia doméstica, 1 (1.9 por ciento) por motivo pasional, 7 (13.2 por ciento) por drogas y 4 (7.5 por ciento) por robo. Sin embargo, de acuerdo a estas estadísticas, se desconoce el motivo para el asesinato de 12 de estas mujeres. Las estadísticas de la Policía del año 1998 informan que las mujeres asesinadas constituían el 22.6 por ciento de todos los asesinatos perpetuados en Puerto Rico.

[7] “Crimen de maestra estremece plantel” Ricardo Cortes Chico El Nuevo Día 24 de febrero de 2012.

[8] “Ignorancia ante la 'esclavitud' moderna”, (21 de febrero de 2010).

[9] “La explotación de cuerpos femeninos, notablemente mulatos, forma parte del trafico sexual interregional”, (diciembre 2010-enero 2011).

[10] Según Anti-slavery: “El trabajo en condiciones de servidumbre afecta a por lo menos 20 millones de personas en todo el mundo. Las personas se convierten en trabajadores en condiciones de servidumbre cuando aceptan, o se les engaña para que acepten un préstamo que apenas alcanza para cubrir el costo de los medicamentos para un niño enfermo. Para poder pagar la deuda, se ven obligadas a trabajar durante largas jornadas, siete días por semana, 365 días al año. Como "pago" por su trabajo, reciben alimentación y resguardo básicos, pero probablemente nunca consigan saldar la deuda, que puede traspasarse a sus familiares a lo largo de muchas generaciones”.

Lista de imágenes:

1. Ed Johnson, un ex-militar destinado en Vieques durante 1960-61, retrata a las niñas y las maestras de la Escuela Superior Vocacional de la Isla Nena.
2. Ed Johnson, un ex-militar destinado en Vieques durante 1960-61, retrata a una joven viequense.
3. Playboy, 1960.
4. Campaña de concientización de Filipinas, Filipinio Mail-Order Brides. Stop Treating Filipino Women As A Commodity. Let's Not Be Silenced About It, 2010.
5. Arbol, Feminicidio e impunidad en Guatemala, 5 de agosto de 2009.
6. Campaña contra la prostitución infantil de Amnistía Internacional en Puerto Rico, 2008.
7. Desarticulan red de prostitución infantil con niñas haitianas y dominicanas de 10 a 15 años en la ciudad de Santiago (norte) y en la provincia de Dajabón (noroeste), cerca de Haití, en República Dominicana, (AFP) 2011.