De segunda clase

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Se suponía que estas Olimpiadas fueran evidencia de lo mucho que ha avanzado nuestro mundo en cuanto a la igualdad y paridad de géneros. Al fin y al cabo, los últimos países que se negaban a enviar representación femenina, Arabia Saudita, Brunéi y Qatar, cedieron a la presión internacional e incluyeron mujeres entre sus atletas. Por otra parte, en Londres debutó el boxeo femenino como deporte olímpico, un golpe grande para aquell@s que todavía asocian los deportes de contacto exclusivamente con los hombres. Finalmente, hubo múltiples momentos importantes dentro de las distintas áreas de juego para las atletas en estas competencias, como la medalla de Habiba Ghribi, que fue la primera medalla de una mujer tunecina en la historia de las Olimpiadas.

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Sin embargo, estos avances bien pueden contraponerse a muchas otras muestras de sexismo que se manifestaron abiertamente en la cobertura  y el trato que se les dio a estas mujeres. Una de las situaciones más representativas de la disparidad que sufren las olimpistas ocurrió antes de que se inaugurara Londres 2012. Japón obligó a su equipo nacional femenino de fútbol a viajar a sus fogueos en clase económica, mientras que envió a su equipo nacional masculino en clase de negocios. No existe ninguna razón justificable para esta diferencia. De hecho, en todo caso, el equipo femenino era el que merecía viajar en primera clase puesto que es el equipo campeón mundial y está clasficado número tres en el mundo. El equipo masculino nunca ha ganado un mundial y está en la posición número veinte. Igualmente, las mujeres del equipo nacional, en promedio, son mayores que los hombres. Como dice el blog feminista The Mary Sue  a estas jugadoras se les trató, literalmente, como atletas de segunda clase.

Por otra parte, también se vio la aparición del discurso de la "inferioridad" femenina para justificar las acusaciones infundadas contra una nadadora china. Ye Shiwen, una nadadora olímpica de dieciséis  años, ganó medalla de oro en el medley individual de 400 metros, venció a la favorita estadounidense, rompió el récord mundial y en los últimos 50 metros nadó más rápido que el campeón masculino, el también estadounidense Ryan Lochte. Esto desató la furia de la Asociación Americana de Entrenadores de Natación y su presidente ejecutivo, John Leonard, acusó a Ye Shiwen de doparse.

 

Parecería que es imposible concebir el que una mujer pueda vencer a un atleta masculino elite. Leonard, por supuesto, no está solo en esa creencia. La "inferioridad" física femenina es un mito común que se encuentra en todo el andamiaje deportivo: desde la separación de los sexos hasta la subvaloración de las mujeres atletas. Claro, también es justo reconocer que China ha tenido múltiples escándalos de dopaje (al igual que Estados Unidos que tiene una de las historias más sucias de dopaje en todos los ámbitos deportivos). Sin embargo, la parte importante de esta historia es que Leonard no tiene ninguna evidencia. Shiwen pasó todas sus pruebas de dopaje y salió limpia. La única razón que tiene Leonard para sospechar es que Shiwen hizo un tramo más rápido que Lochte.

Much@s científic@s naturales y sociales especulan que las diferencias que se notan entre las actuaciones deportivas de los hombres y las mujeres se deben más a elementos sociales que a elementos biológicos. Dicen McDonagh y Pappano (2008):"'There is no such thing as a pure biological effect, just as there is no such thing as a null environment...', observed Institute of Medicine researchers. 'The 'biology' of any given individual therefore includes genetic, behavioral, and societal influences that shape the individual'" (p. 67).

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Para dar un ejemplo de esto, McDonagh y Pappano explican que muchas atletas de hoy día son exponencialmente más musculosas que sus contrapartes de las eras tempranas del deporte femenino. Mientras en tiempos pasados era inaceptable para una mujer tener músculos, hoy día hay más flexibilidad en cuanto a esa musculatura (p. 67). De igual forma, los mores sociales también condicionan los entrenamientos que se les dan a hombres y a mujeres. Según McDonagh y Pappano, por mucho tiempo las mujeres en el ejército estadounidense tenían que seguir regímenes de entrenamiento que suponían su "inferioridad". Cuando estos entrenamientos se nivelaron a mediados de los setentas, las mujeres aumentaron su productividad en 111% versus 42% de los hombres. De igual forma, con estos entrenamientos, hoy día las mujeres militares hacen un promedio de siete sentadillas más que los hombres en los 2 minute drills (p.65). Las autoras entienden que el que todavía los hombres elite tengan mejores récords que las mujeres elite es algo que inevitablemente cambiará según la sociedad avance.

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Mientras más nivelación haya en recursos, entrenamientos y expectativas, más pronto se cerrará la brecha. Quiere decir esto que hay que ir dejando atrás la concepción equivocada de un imperativo biológico que hace a los hombres "superiores" a las mujeres (pp. 72-73).

Otro de los problemas persistentes con los que luchan las deportistas es el enfoque que tienen los medios de comunicación en su estética y la sexualización de sus cuerpos. Dice Aybar Soltero (2009): "El mensaje que transmiten los medios de comunicación social mayormente exalta al hombre constantemente en la actividad deportiva, mientras que la mujer recibe una atención de segunda categoría y mayormente basado [sic] en criterios de estética" (p. 149).

Esta obsesión con los cuerpos de las atletas olímpicas se vio de forma muy marcada en diversas plataformas y en distintas regiones. Por ejemplo, la compañía Yahoo! en sus versiones hispanas y anglosajonas mostró titulares que aludían al físico de las atletas: "La belleza que posee récords mundiales", "Londres se rinde ante su belleza" y " 'Hottest' Olympian flops in London", entre otros. De igual forma, la misma gente de Yahoo! hizo uno de sus famosos slideshows dedicado al "espectáculo" del voleibol de playa, con un gran enfoque en las nalgas de las jugadoras.

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En Estados Unidos, NBC, cuya cobertura en general fue desacertada, contribuyó a este discurso con un video tributo a las atletas que atrajo tantas críticas que la cadena se sintió obligada a retirarlo de su portal de internet y de sus presentaciones televisivas. Irónicamente, Yahoo! mismo fue uno de los portales que criticó severamente el video describiéndolo como "softcore", "fetishist" y "porn-tastic".

La sexualización y fetichización de (ciertos) cuerpos atléticos femeninos es algo tan arraigado en la forma en que muchos medios de comunicación cubren los deportes femeninos que hasta dicta la exposición que tienen unos deportes sobre otros. Por ejemplo, según Davis y Tuggle (2012), en las olimpiadas de Beijing 2008, las mujeres recibieron el 46.3% de la cobertura estelar en NBC. Sin embargo, 97% de esa cobertura estuvo dedicada a deportes "femeninos" como la gimnasia, la natación, competencias de clavados y voleibol de playa. Como explican los autores, “It is now customary for the participants in all of these events … to wear the equivalent of a bathing suit...” Quiere decir que los deportes que reciben la mayor atención y la mejor exposición son aquellos en los que las participantes tienen cuerpos que exhiben para el deleite del espectador.

Esta misma fijación que muestran los medios de comunicación con el cuerpo perfecto, tiene su reverso: la ridiculización de los cuerpos que no se conforman a lo que se considera "normal".  En estas olimpiadas, hubo dos casos prominentes que pusieron en evidencia, nuevamente, las presiones que tienen estas mujeres para balancear su rendimiento atlético con las demandas sociales. En el primer caso, el portal cibernético de Singapur The Straits Times publicó una foto de la pesista australianae Seen Lee la que se le ve vello axilar con el título: "Las axilas peludas de pesista olímpica asquean a los televidentes" [traducción mía]. Rápidamente, las imágenes de Seen Lee se multiplicaron por las redes sociales, incluyendo tuits y videos de YouTube. Muchos de estos mensajes mostraban sorpresa ante una decisión estética que, aunque no es demasiado común en nuestras culturas, tampoco es tan exageradamente invisible. Pero más allá de sorpresa, muchos también venían cargados de críticas y burlas reforzando la idea problemática de que el cuerpo de una atleta no está off-limits.

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Igualmente, los medios de comunicación en Estados Unidos atacaron a la pesista estadounidense Holley Mangold. Mangold pesa 350 libras y compite en la categoría de superheavyweight. Ante este dato, periódicos como el LA Times y el Chicago Tribune y la revista New York Magazine no perdieron oportunidad para aludir en algún momento al tamaño de Mangold ("La suerte de Mangold ha fluctuado, como su propio peso", "...el pequeño pueblo de Ohio en el que creció -con énfasis en 'creció'"- traducciones mías). De igual forma, el reconocido anfitrión y cómico estadounidense Conan O'Brien comentó en su cuenta de Twitter que Mangold "se llevaría el oro y cuatro hombres en contra de su voluntad a su casa" [traducción mía].

En ambos ejemplos, se muestra la preocupación que provocan los cuerpos femeninos distintos. Ya sea por su tamaño o porque deciden, conscientemente, no adherirse a las normas estéticas que se les impone, estas mujeres tienen que soportar convertirse en objetos de burla internacional tanto en los medios tradicionales como en las nuevas redes sociales.

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Desafortunadamente, ninguno de estos asuntos es nuevo. L@s académic@s lo han resaltado durante mucho tiempo (incluso, yo mismo he escrito sobre estos temas en varias ocasiones). El problema fundamental de todos estos ejemplos es que nos muestran una diferencia muy marcada en el valor que se les da a los hombres y a las mujeres. El énfasis en un cuerpo considerado "bonito" no necesariamente es problemático, pero sí lo es cuando esa es la clave primordial para conseguir cobertura o cuando esa es la característica principal por la que se juzga la ejecutoria. De igual modo, cuestionar si algún/a atleta está haciendo trampa tampoco, de por sí, está mal. El problema ocurre cuando el único elemento de juicio es que se parte desde la presunción de "inferioridad" de uno de los sexos. Es verdaderamente vergonzoso que todavía en esta época las mujeres estén lidiando con estereotipos y construcciones que se dieron bajo lógica errónea en siglos anteriores. Mientras más avanzamos, más cuenta nos damos de lo mucho que nos falta para eliminar los grupos de "segunda clase". 

Lista de referencias:

Aybar Soltero, F. (2009). Fundamentos psico-sociales del deporte y la actividad física. Río Piedras: Publicaciones Gaviota.

McDonagh, E. & Pappano, L. (2008). Playing with the boys: Why separate is not equal in sports. Oxford: Oxford University Press.