“Dios hizo justicia”

"The real setting of televised sports isn’t the playing field or the arena; it’s the TV screen".
– David Sullivan

En el año 2008, un boxeador noqueó a otro en el asalto número 11. En el 2011, esos mismos dos boxeadores se encontraron para una revancha. Esos son los datos de lo que ocurrió el 3 de diciembre de 2011 en el Madison Square Garden. Sin embargo, si usted siguió la cobertura de la pelea de Cotto versus Margarito, sabe que, según HBO y los demás medios de comunicación que construyeron el discurso de la pelea, lo que ocurrió en Nueva York esa noche fue una batalla cataclísmica de venganza entre el más puro de los héroes y el más impúdico de los villanos; una batalla clásica entre el bien y el mal. 

Uno de los conceptos básicos de los estudios críticos de los medios de comunicación es que los medios median, es decir, lo que vemos no es la realidad sino una representación de la realidad. Esta noción no es difícil de entender cuando se habla de producciones con libretos como películas o series televisivas. 

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Pero, entenderla se hace más arduo cuando se trata de algo más “natural” como lo son los deportes, que, a todas luces, son la simple transmisión de un evento que se desarrolla en vivo. Sullivan (2006) nos explica,

“Although sports, unlike most other forms of entertainment, provides unpredictability and unambiguous resolution to live drama, the networks discovered early on that sports contests could not be covered simply as actualities, with the networks functioning as a mere window on the events. The networks used cameras and narration to transform the signifying material of the live event from sport to entertainment”. (p. 138)

Una de las maneras preferidas de hacer esto es mediante la creación de narrativas dicotómicas que son fáciles de digerir. La más común de todas es la narrativa del bien contra el mal. Dice Nicholson (2007):

“The stories that frame the media coverage of sports stars and celebrities are often dichotomous. In other words, the audience is invited to see the sport star as one of two distinct opposites. The most prevalent of those narratives is the hero and the villain”. (p.172)

Esto se vio claramente en la cobertura que se le dio a la revancha entre Miguel Cotto y Antonio Margarito.

No se puede decir que HBO se “inventó” el rol de Antonio Margarito como el villano. Después de todo, Margarito se ganó el desprecio de gran parte del mundo boxístico luego de que se le sorprendiera tratando de hacer trampa en su pelea contra Shane Mosley 6 meses después de vencer a Cotto. Lo que sí se puede decir, sin embargo, es que toda la promoción de “La Batalla 2” giró alrededor de esta narrativa dicotómica; se utilizaron estos roles para venderle a la audiencia una historia de venganza y retribución justa.

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Imagen promocional para la pelea Cotto vs Margarito II.

La mayoría de los deportes se mercadean utilizando lo que l@s académic@s llaman el confrontainment, la noción de vender la confrontación como entretenimiento (Sullivan, 2006, p.134). Una de las mejores maneras de lograr confrontación y sacar a relucir las hostilidades es la creación de lo que se conoce como los “pseudoeventos”. Según Sullivan, un pseudoevento deportivo es un evento que se crea con el propósito único de venderle un espectáculo deportivo a la audiencia.

HBO ha creado dos pseudoeventos: el programa 24/7 que sigue a los boxeadores en su campamento de entrenamiento y el Face Off. El Face Off es, esencialmente, un pseudoevento diseñado para crear confrontación: se pone a dos boxeadores cara a cara con un intermediario cuyo trabajo es avivar el fuego de la controversia. En este caso es precisamente el intermediario quien pone las pautas de la conversación y hace preguntas dirigidas para obtener respuestas que traigan conflicto y drama.

En Face Off, el comentarista de HBO, Max Kellerman, comenzó puyando a Cotto para que éste hablara de sus sospechas de que Margarito también había hecho trampa en su primer combate. Los roles quedaron trazados en este segmento y nunca más volvieron a cambiar. De golpe y porrazo, HBO tenía drama, controversia, un héroe y un villano. Aunque, como ya bien he dicho, HBO no se inventó la trama, sí tomaron la decisión consciente de convertir ese ángulo en la narrativa principal que llevaría la promoción hasta su conclusión. Después de todo, hemos visto en numerosas ocasiones cómo los medios pueden convertir a un criminal en una figura simpática. Sin embargo, esta vez decidieron enfatizar el ángulo del villano.

 

Habiendo utilizado el Face Off para intensificar la controversia, HBO utilizó su otro pseudoevento, el programa 24/7, para desarrollar claramente su narrativa de una batalla épica. El primer episodio de 24/7 comienza:

"For all its pervasive brutality, boxing's foundations and fact lie in its controls. The assertion that a fight must be fair to be authentic. The obligation of fighters to observe that expectation when they enter the ring. This is a story of what can happen when those foundations are shaken, even by mere suspicion. And the tale of two fighters who shared a night that changed both of their careers forever”.

Y, con el mismo tono épico, termina:

“So this is where three years of ecstasy and agony, confusion and defiance, anger and tragedy, have left them. As two men who agree on just one truth: that the only way to resolve their saga is to reunite, and to renew scrutiny, right where it began”.

La edición del montaje inicial es igualmente importante porque los roles quedan estampados visualmente. Luego de que el anunciador presenta la historia, se muestra a Cotto diciendo enfáticamente que Margarito hizo trampa en su primer combate y, acto seguido, se enseña a un Margarito desafiante, el perfecto villano que con sonrisa siniestra se burla de su acusador. Dice Scott Christ, editor de Bad Left Hook,

“Throughout the episode, we see Margarito as loathsome as can be. Lazily slumped in a chair, with expensive sunglasses, a haircut that crosses George Jung with Justin Bieber, and a Paulie Walnuts-esque jogging suit, he is purely terrible. We wonder if he knows it or if this is just who he is now. Has he embraced the role of bad guy, or has he dropped the facade of being anything but?”

 

Es probable que nunca sepamos la contestación de la pregunta de Christ. Lo que sí podemos saber es que esta no era la imagen que se mercadeaba de Margarito antes. El mismo Christ explica,

“Years ago, he was marketed as a hard-working, relentless fighter. He smiled a lot. He just wanted the big fights. He was avoided, but he went out and fought. Coming from a hard background in Mexico, turning professional at age 15 and working his ass off to get to the top of the sport, Margarito was easy to like.”

Y es que la imagen de villano vende bien. Dice Nicholson: “Villains increase interest and awareness and have an important role in increasing newspaper circulation and television ratings” (p.173). Todas las personas envueltas en la construcción del espectáculo saben esto: l@s promotores/as, l@s productores/as, l@s agentes y hasta los mismos atletas. Toda esta gente sabe que no hay nada como un buen villano. De hecho, atletas como Floyd Mayweather han hecho esto con resultados envidiables. Mayweather, que desde la invención de 24/7 se ha mercadeado como el “niño malo” del boxeo, ha roto récords de ventas en sus peleas de pague por ver precisamente porque la gente compra en espera de que alguien le derrote.

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Sullivan argumenta que “athletes themselves try to become a commodity ‘that they can in turn sell – celebrity’” (p.136). Esto implica que la construcción de esta historia es una responsabilidad compartida. Por una parte, la producción elige qué ángulo va a resaltar en la historia, qué tiros de cámara harán, qué música utilizarán, qué preguntas harán, etc. Pero, por otra parte, el atleta también toma la decisión, consciente o inconsciente, de apropiarse de ese rol que le ha tocado o de resistirse. En muchas ocasiones, aunque quieran resistirse, la edición y la enmarcación pueden más que ellos mismos, así que es probable que algunos, simplemente, decidan apropiarse del rol.

Una vez la narrativa está delineada y los actores saben sus partes, la promoción se da espontáneamente en los medios de comunicación. Algunos ejemplos:

Yet there is a palpable buzz to Cotto-Margarito II... The interest isn't in witnessing two fighters with a future, but a primal gravitation towards two men out for blood. That's what it is about, really. Blood. Cotto [el héroe] wants it. – Sports Illustrated

Miguel will be looking to avenge his loss to the dastardly Margarito in front of thousands of his people, all screaming for the Mexican's blood. – MMA Nation

En ambos ejemplos se ven claramente la historia de venganza y la narrativa del mal contra el bien. Asimismo, la cobertura después de la pelea fue consistente y se habló sobre la venganza consumada del héroe. En un lenguaje casi existencialista, Dan Rafael, reportero de boxeo de ESPN, declaró:

“Si hay justicia en el mundo, entonces fue apropiado que Cotto derrotara a Margarito. Margarito obtuvo lo que se merecía…”

En fin, lo que era, simplemente, una competencia deportiva, terminó convirtiéndose en un referéndum entre las fuerzas del mal y las fuerzas del bien en este mundo. Todas las personas envueltas en la producción de esta pelea trabajaron para convertir esos 36 minutos de boxeo en un espectáculo apocalíptico. Sería toda una equivocación pensar que todo eso fue “natural”. No importa que el final no estuviera escrito, todo lo demás sí fue construido y planificado con mucha cautela. Y no importa cuán crític@s seamos, esas narrativas funcionan. Much@s de nosotr@s, queramos aceptarlo o no, nos sentamos a esperar que “Dios [hiciera] justicia”.

Lista de referencias:

Sullivan, D. (2006). Broadcast Television and the Game of Packaging Sports. En A. Raney y J. Bryant (Eds.), Handbook of Sports and Media (pp. 131-145). New York: Routledge.

Nicholson, M. (2006). Sport and Media: Managing the Nexus. Oxford: Butterworth-Heinemann.