12 baloncelistas: Disparidades por género en el básquet puertorriqueño

Hay momentos en la historia que se prestan para comenzar discusiones importantes sobre asuntos ignorados o minimizados. La gran victoria de las 12 mujeres de Puerto Rico en el baloncesto panamericano es uno de esos momentos. Aunque mucha gente entenderá que está mal utilizar un momento de celebración para sacar a relucir problemas, no podemos celebrar la medalla de oro y dejar pasar por alto la discriminación y los dobles estándares contra los que tienen que luchar las mujeres deportistas.

Recientemente, el compañero Rafael Díaz Torres aprovechó la coyuntura histórica y publicó en el portal 80grados unas reflexiones sobre cómo los medios de comunicación podrían mejorar su cobertura de las mujeres deportistas. Díaz Torres utiliza lo que las neozelandesas Emma Wensing y Toni Bruce (2003) llaman las “viejas reglas de la cobertura mediática” para advertirles a los medios de comunicación que aprendan a cuidar sus propios vicios editoriales. Aprovecho el espacio que él ha abierto para continuar la conversación que comenzó en su artículo.

Wensing y Bruce describen lo que ellas llaman las 6 reglas no-escritas de la cobertura mediática deportiva. Esas 6 reglas se dividen en 5 reglas “viejas” y una “nueva”. Las 5 viejas son: 1) diferenciación por género, 2) enfoque en la sexualidad, 3) femineidad apropiada, 4) infantilización y 5) enfoque en aspectos no deportivos. La nueva regla es la cobertura ambivalente. Para entender estas reglas es importante saber que los medios de comunicación no existen en un vacío social. Las visiones de mundo que se representan en los medios masivos tienden a responder (y a contribuir) al status quo social del país en donde se producen. Esto implica que estas reglas son, en realidad, el reflejo del tratamiento general que se les ha dado a las mujeres deportistas, no solamente en los medios sino en la calle también. Es por esta razón que la advertencia de Díaz Torres es tan pertinente.

Cuando Wensing y Bruce hablan de diferenciación por género se refieren a lo que Simone de Beauvior, la filósofa francesa, describió en su tratado icónico El Segundo Sexo:

“La mujer se determina y se diferencia con relación al hombre, y no éste con relación a ella; la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el Sujeto, él es lo Absoluto; ella es lo Otro” (p.4).

Como bien dice Díaz Torres, en el mundo del baloncesto esto se nota en el adjetivo “femenino” que se utiliza para diferenciar el baloncesto que juegan los hombres, del baloncesto que juegan las mujeres. En la página oficial de FIBA Américas, la organización que rige el básquet en nuestro continente, queda claro que el baloncesto así sin adjetivo, es el verdadero juego en el que participan los hombres. El baloncesto femenino, entonces, es la versión inferior que juegan las mujeres.

Parte de esto es también que al equipo femenino se le nombre en derivación del equipo masculino. Siempre se ha hablado de los “12 magníficos” del baloncesto masculino, ¿por qué entonces no buscar un sobrenombre único, pero igualmente digno, para designar a la selección femenina? ¿Por qué hay que derivar de algo que ya existe perpetuando el discurso que designa a las mujeres como “la costilla de Adán”?

Por otra parte, al hablar de las atletas existe un enfoque en su sexualidad y en sus “encantos” que no se acostumbra al hablar de los hombres. El problema principal aquí es la falta de conciencia que permea. Las mujeres tienen que aguantar que se les trate de “lindas” y “bellas” y nadie se puede quejar porque esto es, aparentemente, un halago. Miremos, por ejemplo, algunas de las felicitaciones que escribieron l@s foristas en las noticias de Primera Hora y de El Nuevo Día:

en verdad que son las nenas de puerto rico y un besote grande a todas, jugaron lindo y bello, a eso le llamo un equipo que juega en conjunto todo el tiempo. y me hubiera gustado ver el equipo de los hombres de baloncesto bajar a la cancha a felicitar a las nenas y celebrar con ellas en grande – usuario robocop2000

para las nenas campeonas de PR, un abrazo y un besote bien grande, quisiera poder estar allí para hacerlo en persona… –usuario E-Rod

 

En ambos comentarios se ven varios de estos problemas. Primero, los dos expresan sus felicidades con abrazos y “besotes”. ¿Sería esto apropiado para felicitar al equipo masculino en una medalla de oro? Igualmente, se habla de un juego “lindo y bello”, adjetivos que de seguro no se usarían para describir el estilo de juego masculino. Además, los usuarios recurren a lo que Wensing y Bruce llaman la “infantilización” de las atletas. Se refieren a ellas, todo el tiempo, como las “nenas”.

El comentario del usuario robocop2000 es particularmente iluminador, puesto que en la misma oración hace una distinción muy marcada. Por una parte se refiere al equipo masculino como los “hombres” y a las mujeres como las “nenas”. Este es un problema que también se reproduce en la forma de reportar. Uno de los titulares del periódico Primera Hora decía: “David Bernier contentísimo con el oro de las nenas en el baloncesto”. La portada impresa del periódico hablaba de las “Chicas de oro”.

foto

Por otro lado, partiendo de la regla de “femineidad apropiada”, las mujeres tienen que soportar que se ponga en tribuna su sexualidad. Para much@s, todavía hoy día, algunos deportes de fuerza, rapidez o contacto siguen siendo deportes masculinos y si alguna mujer decide entrar a ese mundo debe ser porque “es machúa” o lesbiana. Por ejemplo, veamos este comentario de un usuario en Primera Hora:

ARRIBA EL ARCOIRIS LAS BUCHACHAS AHIIIIIIIIIIIIII – usuario The-Great-One

 Aunque el comentario despectivo era una excepción dentro de un mar de felicitaciones, es preocupante que se sigan perpetuando estos estereotipos. En esta expresión, el usuario utiliza un juego de palabras para formar un insulto. Y para que no quede duda de que la B en la palabra se puso con toda alevosía, el usuario menciona el arcoiris, símbolo universal de la comunidad LGBTT.

 Dentro de este panorama, pareciera que los medios y la sociedad no han avanzado un ápice. Sin embargo, cabe resaltar algunos adelantos que se han dado. Es importante destacar, por ejemplo, que las portadas principales de El Nuevo Día y de Primera Hora se les dedicaron a esta gesta histórica de la Selección Nacional. De igual forma, en su mayoría, el lenguaje utilizado por estos periodistas ha evitado los problemas mencionados. Lo que todavía no se ha eliminado es esa “nueva regla” que exponen Wensing y Bruce: la ambivalencia. Esto se refiere a que, aunque se trata de evitar la construcción estereotipada, todavía el deporte femenino existe en un segundo plano minimizado: la cobertura es menor y parecería restársele importancia. 

 

Los mismos periódicos nos sirven para entender ese concepto. Por ejemplo, es muy posible que fuera de aquell@s fanátic@s empedernid@s que siguen el Baloncesto Superior Nacional Femenino[1] es poco probable que se conozcan bien a las integrantes de esta Selección histórica. No se les hicieron perfiles individuales, ni se hicieron historias a fondo antes ni durante el torneo. No así, sin embargo, con la cobertura ad nauseam que le dieron a José Juan Barea en las finales de la NBA.

De hecho, Benjamín Torres Gotay en su Twitter dejó entrever que la única razón que El Nuevo Día tiene algún tipo de cobertura de estas atletas es por la insistencia de un reportero específico. Dijo Gotay: “Felicito a @luis_arceEND quien siempre creyó en las chicas y empujó sus historias en @ElNuevoDia”. Así mismo, el columnista Fufi Santori, que todos los días analizaba los partidos del Pre-Olímpico masculino tanto por escrito como en unos vlogs que se publicaron en ENDI.com, sólo le dedicó una raquítica columna al equipo femenino cuando ya había ganado la medalla.

Y si pensamos en que este equipo logró una hazaña similar a la de la Selección masculina en el 2004 al ganarle, por primera vez, a un equipo de Estados Unidos, vemos que la disparidad en cobertura es abismal. Cuando los hombres le ganaron al Team USA en el 2004, se le dedicaron múltiples noticias, segmentos especiales y hasta posters en la parte de adentro de los periódicos a un equipo que ni siquiera consiguió llegar a las semifinales del torneo olímpico. Las mujeres tuvieron que ganar oro para lograr una cobertura similar y, aun así, me parece que tampoco ha sido igual. Finalmente, la noticia ocupó 6 oraciones de un reportaje de ESPN Deportes que ni siquiera pudo dedicársele al equipo de Puerto Rico solamente, puesto que tuvo que compartir con la noticia de que Brasil ganó el bronce en el mismo torneo.

Todo esto es importante porque el discurso es representativo de una visión de mundo y esa visión de mundo tiene consecuencias reales. Es imprescindible destacar que antes de estas competencias, Puerto Rico había ganado un sólo partido panamericano y no clasificaba para participar desde 1983. ¿Quiere decir esto que no había talento? No. Quiere decir que nunca se le había puesto el mismo empeño a la Selección femenina que la que se le pone a la selección masculina que se encuentra, consistentemente, entre las primeras 15 posiciones del mundo. El mismo Carlos Beltrán, presidente de la Federación de Baloncesto de Puerto Rico, dijo un día antes de la final:

Cuando salí electo como presidente de la Federación, lo primero que dije fue que le iba a dedicar entusiasmo al baloncesto femenino y ya ven los resultados: medalla de oro en los Centroamericanos y ahora estamos en plata seguro en los Panamericanos. Es decir, que el avance ha sido más de lo que esperábamos. ¡Van demasiado de rápido!

Esto implica que el primer paso para lograr la igualdad comienza con cambiar la forma en que hablamos, actuamos y pensamos.

Felicidades a las 12 mujeres boricuas que conquistaron su primer oro panamericano. Espero que la historia de esa medalla no sea solamente que fue la primera, sino que fue parte de un cambio de visión de mundo en nuestro entorno puertorriqueño. Hay algunos buenos indicios; esperemos que no sea una simple moda. ¡Enhorabuena!

foto
Esperemos que pronto las baloncelistas no tengan que jugar en canchas vacías.
Notas: 

[1] Nótese el adjetivo que no existe para los hombres.  Vale la pena mencionar, además,  que el slogan de la BSNF es, particularmente, ofensivo: “Ellas también juegan”. No solamente se continúa la tradición de dejar por sentado que lo masculino es lo verdadero, lo original, al usar la palabra “también”, sino que el posicionamiento en tercera persona, “ellas”,  sugiere que quien puso ese estribillo no se identifica como mujer.

Lista de referencias no enlazables:

De Beauvoir, S. (1949:1999). El Segundo Sexo. DeBolsillo: Madrid. 

Wensing, E. & Bruce, T. (2003). “Bending the rules: Media representations of gender during an international sporting event.”International Review for the Sociology of Sport, 38, 4, pp. 387-396.