Nos vamos acercando a los ochenta años de la publicación de Of Mice and Men (1937), por John Steinbeck, obra donde se ilustra la vida del trabajador migrante y las injusticias sociales relacionadas con esa experiencia errante. A su vez, en esta narrativa también adaptada al teatro por el propio Steinbeck, hay dos personajes bastante subestimados, quizás no tanto por el texto en sí sino por sus circunstancias: Lennie Small y la esposa de Curley. Entre asomos de ternura tanto como de horror y tambaleándose en la cuerda floja entre la amistad y la traición, ambos relucen por encontrarse atrapados en un mundo hostil hacia ellos.
Lennie es el adulto muchachón que parece tener todavía algo de niño, pese a su propensión por dar muerte a otros seres vivientes. Esa propensión no lo vuelve inocente, sobre todo —y aunque no se lo propusiera— cuando sacude tan fuertemente a la esposa de Curley que termina matándola. Ella, en el papel de “Curley’s Wife” es descrita por los hombres en la obra como una “tart”, o sea, como una vampiresa/tentadora que no encarna sino el mal y la perdición. Ahora bien, ¿quién es ella? Como Crooks (único personaje negro) y Candy (anciano a quien convencen de que le deben disparar a su perro-compañía de muchos años), ella es uno de los “outcasts” de la obra.Lennie, por otra parte, es uno de los protagonistas, a pesar de la subestimación de su persona. Pero tanto él como la esposa de Curley ofrecen sus propias versiones, por más limitadas que sean, de resistencia. Si bien Lennie se resiste a complejos freudianos tratando de aferrarse a lo suave y vulnerable de sus sueños, la esposa de Curley se resiste a ser solamente eso: la esposa de alguien, pues desea continuar siendo alguien en busca de amistad.
En una obra de pocos personajes protagónicos y amplios contrastes entre ellos, Lennie constantemente pregunta por la meta edénica de su trayectoria tal cual ha sido esbozada por George Milton —su amigo y compañero laboral— una meta emblematizada por los conejos. Como criaturas suaves, algunos se quedarían como mascotas y otros, por azar, terminarían en un asado. Los conejos, como los cachorros de la perra parida, simbolizan la suavidad, la inocencia y, dada la hostilidad del contexto socioeconómico, un futuro incierto. Junto con los perros y Lennie, la esposa de Curley es vista por los otros hombres en la obra como un elemento indeseable: elemento áspero por los celos que provoca en su esposo, incómodo por lo que su presencia implica y/o digno de rechazo simplemente por el hecho de ser quien es.
Según Leighton Meester, no hay nada en la obra, en el texto per se, que dé motivos para odiar a la esposa de Curley. Todo lo que el público “sabe” de ella está filtrado por los prejuicios de los otros personajes los cuales son todos hombres. Por eso es curioso e irónico que Lennie sea el personaje que converse con ella, incluso cuando él siga enfocado en los conejos, pues es ahí donde ella expresa su aislamiento y por ende, lamento de no tener con quién hablar. Lennie ha escuchado a George y a los otros referirse a ella como “the tart,” pero Lennie a su vez no entiende el por qué de las relegaciones sociales y personales que tiene a su alrededor. Recordemos que cuando él va donde Crooks, el único personaje negro en la obra, Lennie pregunta por qué éste no puede compartir la habitación con los demás hombres. En ese sentido, es su inocencia, su falta de comprensión de los prejuicios, el material de su resistencia. De hecho hay críticos que sugieren que Lennie no representa un caso de retardación mental necesariamente, sino que hay rasgos de su expresión que apuntan hacia una mente excepcional (Bailey 3).
De la inocencia al horror solamente hay un paso en esta obra. De la lealtad del perro que tenía Candy al que otros decidan que es hora de darle muerte con un disparo y de la única conversación real que tiene la esposa de Curley con Lennie hasta que éste termina matándola al no saber calibrar su fuerza física al tocar su sedoso pelo, la trama prefigura la traición final. Tras tanto tiempo en compañía de Lennie y habiendo tratado de protegerlo en numerosas ocasiones, es George —evitando así que Lennie reincida— quien le da muerte, tal como sucede con el perro de Candy, con un disparo. Así termina la vida de Lennie como el sueño de George.
En un mundo hostil, en un mundo en que hay que reprimir lo tierno y suprimir la vulnerabilidad, la lealtad no garantiza ninguna recompensa. El mundo representado en Of Mice and Men es un mundo feroz de hombres y para hombres que se han reprimido a sí mismos. Difícil, pues, la cabida para un perro ya mayor y enfermizo, o para una mente excepcional que no entiende la magnitud de su propia fuerza física, o para una mujer identificada solamente por su estatus civil, que busca resistir esa limitación. Pasado el horror, quedan una serie de preguntas: ¿Quién pudiera ser mejor compañía para Candy? ¿Quién acompañará a George y a su conciencia en su vida migrante? ¿Quién hubiera llegado a ser Curley’s Wife?
Notas:
[1] Play Guide. Milwaukee Repertory Theater (January 19-February 21, 2016). Esta columna para Cruce fue inspirada por la puesta en escena del 28 de enero de 2016.
[2] http://www.huffingtonpost.com/leighton-meester/im-not-a-tart-the-feminis_b_5587422.html.
[3] Bailey, Carl. “'He’s dumb as hell, but he ain’t crazy': A Psycholinguistic Analysis of Steinback’s Lennie Small.” 4 Feb 2015. Web. http://www.gmu.edu/org/lingclub/WP/texts/2_Bailey.pdf.
Lista de imágenes:
1. House of Ismay, "Of Mice and Men Classic Book Page Brooch".
2. Cita de John Steinbeck.
3. Jem, "Of Mice and Men".