Pasamos por aquí: Presentación de 'La motora roja tiene que aparecer' (circa 08)

Toda la noche hago la noche. Toda la noche me abandonas lentamente como el agua cae lentamente. Toda la noche escribo para buscar a quien me busca. Palabra por palabra yo escribo la noche.

-Sous la nuit, A. Pizarnik

Escuchad mi nombre y no tembléis al mirarme que no soy ciudad por mis muros sino por el espacio entre mis muros.

-La ciudad, J. Piera

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No hay vuelta atrás cuando se escribe en la ciudad. Enumeración caótica. Actos oscuros. Cámara droneArt objects: el arte objeta. Bombardeos, marcas, firmas, mensajes y rayazos. Taxonomías, formas, medios. Diseño abstracto, tipografía, muñequitos. Con permiso y sin permiso. Territorio. Relación con el espacio. Paisaje. Mutilación a lluvia, a hongo, a publicidad. La experiencia de la pared. El acto solitario y el cooperativismo contemporáneo. El estilo y lo formal. Drip, gota, sucio, línea imperfecta. Dolor en los dedos, mocos multicolores. El autógrafo, lo ontológico, la afirmación del sujeto. Discurso legal. Discurso semiótico.

PASAMOS POR AQUÍ.

Yo te recuerdo. No te olvido.

Nombres que recorren la ciudad a bordo de un tren. Creación y destrucción. Se montan en aviones con conexiones a Tokio, Madrid, Barcelona, San Juan, París. El viaje. En cada ciudad, una capa.
Palimpsestos. La expresión pública de un acto privado. Columnas, zafacones, muros, rótulos, escaparates, asfalto. La calle. Su locus natural. Saturación de espacios. Arbitrariedad de imágenes.

Pintura luminosa y nocturna. Poetas malditos. La estética de lo decadente. Espacios abandonados. Incongruencias. Criminalización. Propiedad. Crayolas para niñ@s grandes, lo lúdico. Ritos de paso.

Fenómeno de la comunicación. ¿Arte? ¿Sin techo? ¿Sobre muros que no contienen? Prehistoria de manchas en la pared. Arqueología de saberes y de malacrianzas.

PASAMOS POR AQUÍ.

Yo te recuerdo. No te olvido.

El acto amoroso del contagio subyace la estética de este documental. Cómo hacer de lo efímero algo permanente como un dibujo en la piel, en un Yo que escama, suda, y se fuga.

Si bien la escritura sobre la pared nacional (en el sentido más global posible) rompe con la idea de la uniformidad, la limpieza y la continuidad del imaginario urbano (Miguel Rodríguez Casellas) o se desprende de un llamado a la interpretación semiótica (de Néstor Barreto), y coquetea con el ¿es arte si no se reinventa? (de O’Neill), es un acto neurótico (psicoanaliza Lilliana Ramos Collado) —el graffiti es un acto de escritura indeleble, una especie de ley del monte. Es la manifestación cultural de una historia viva, no desempolvada, muy a pesar de sus orígenes y gracias a ellos.

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Es más que encender un cigarrillo ante un rótulo de la Ley 40, va más allá de la legalidad, de la lucha por los derechos de cualquier ciudadano que cumpla con las imposiciones del Estado. Es más que lo simplista del shock value, quizás no en su totalidad pero sí en la pausa lenta de sus instantes más inteligentes, en su franco acto de candor, en el espíritu del reto, del imaginar las posibilidades desde las utopías atalaya. Es tan maleable como el lenguaje de la tecnología, la Web 2.0, el fenómeno del social networking. El graffiti es viral, más Web 3.0, en su despliegue extraordinario de ancho de banda y su alcance es más semántico que semiótico. Es un instrumento cultural engranado en la física social (social physics) que comunica, para el agrado y desagrado de muchos, y encuentra su sitio natural en el entorno urbano.

Y curiosamente, y para mi sorpresa, es un producto melancólico, de añoranza, que parte de una imposibilidad, que inicia su gesto desde el acto físico, casi sentimental:

PASAMOS POR AQUÍ.

Yo te recuerdo. No te olvido.

Tan desechable y permanente como una Polaroid.

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Noelia Quintero Herencia tuvo una idea y la llevó a su más lógica consecuencia: dirigió este documental que tengo ahora el placer de presentar. A ella y a su equipo, por la valentía de aportar a la dura tarea del documentalista...

JUST HIT PLAY.

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