El cine de la nostalgia en 'Medio minuto'


David Norris realiza un cortometraje sobre el misterioso encanto de la imagen 

 

Medio minuto (2012) es una producción cinematográfica del guionista y director puertorriqueño David Norris. El cortometraje recibió el Premio del Público, en la categoría nacional, durante la décima edición de Cinefiesta, el Festival Internacional de Cortometrajes de Puerto Rico. De acuerdo con la sinopsis el cortometraje explora cómo “En la noche de su aniversario de bodas número cincuenta y cuatro, Rafaela descubre que su esposo Ángel ha visitado recientemente a una examante. Este suceso despierta viejas emociones, pero a su vez trae consigo una gran sorpresa”. Por lo visto, Medio minuto posee una trama bastante común y nada compleja, que presenta la historia de un matrimonio feliz y duradero, a pesar de haber mediado un juvenil episodio de infidelidad. 

El corto fluye entre el presente y el pasado gracias a ciertos objetos alegóricos que tienen la cualidad de trasladarnos en el tiempo; por ejemplo, un anillo de compromiso o una antigua película. La llamada máquina del tiempo, ideada por la ciencia ficción, no es más que una simple representación del viaje original que posibilitan y activan los recuerdos. Así comienza el filme Medio minuto, con el viaje físico y mental de Angelito en un ómnibus, entre la evidencia del matrimonio y la aventura insinuada en un estuche que lleva como etiqueta el nombre de Marcela. La virtud del cortometraje no recae en su argumento, aunque bien desarrollado, sino en la particularidad de evocar una profunda nostalgia a través del misterioso encanto de la imagen fotográfica y cinematográfica.  

 

El cine de la nostalgia

portada

Medio minuto muestra la nostalgia en sus personajes Rafaela y Angelito. A través del sutil intertexto, el corto demuestra la nostalgia de sus actores Johanna Rosaly y Jacobo Morales por la historia del séptimo arte y sus años de esplendor en el cine puertorriqueño. Medio minuto evidencia el sentir de su guionista y director, quien estéticamente puede ubicarse en la fina línea entre el modernismo y la postmodernidad. David Norris hace de la nostalgia (sufrida o insinuada) parte de su esencia como creador audiovisual; pues, según el decir popular, cualquier tiempo pasado fue mejor. Ante la desilusión del presente, sobreviene la reconstrucción del pasado. Lo antiguo, en diálogo con lo actual, tiene una singular persistencia en la filmografía de Norris.          

Según Fredric Jameson, en El Posmodernismo como Lógica cultural del capitalismo tardío, “la palabra nostalgia no parece enteramente satisfactoria para describir la fascinación por la realidad perdida (especialmente cuando se piensa en el dolor de la nostalgia propiamente modernista de un pasado más allá de todo rescate estético)”. De allí que sostenga que, “Sin embargo, la nostalgia dirige nuestra atención a una manifestación culturalmente más generalizada de este proceso en el arte y el gusto comerciales: las llamadas ʻpelículas nostálgicasʼ (o lo que los franceses denominan la mode rétro)”. 

Mientras, por su parte, Pavao Pavlicic, en el ensayo "La intertextualidad moderna y la postmoderna", explica: “La conciencia dominante del Postmoderno es la conciencia de la presencia del pasado en el presente y de que el pasado participa muy vivamente en todo presente —y especialmente en el artístico”. Desde el planteamiento del filme, el director se ocupa de “programar al espectador para que asuma el modo adecuado de recepción nostálgica”, en palabras de Jameson, mediante el tema musical "Tú te quedarás", original de Sebastián Paz e interpretado por Kianí Medina con el arreglo y producción de Omar Silva.    

 

Rafaela, Johanna Rosaly y la imagen fotográfica

 

Rafaela desempolva y reubica algunos objetos de su hogar marcados por los años y desenfunda un viejo álbum de fotos. Ella ejecuta este sencillo ritual, a modo de preámbulo, para celebrar su aniversario de bodas que culminará en una romántica cena entre dos. La protagonista se prepara y dispone para recordar. Johanna Rosaly, intérprete de Rafaela, descubre en ese álbum el rostro de su hija Alfonsina Molinary (también actriz) como si fuese su propia imagen, su viva encarnación. Johanna, al igual que Rafaela, está hurgando en sus recuerdos e invocando la nostalgia. De este modo, el texto fílmico de Rafaela se conecta con el texto biográfico de Johanna para otorgarle a la obra una doble connotación emocional.

mujer

En efecto, según Pavlicic, el texto postmoderno “no es autónomo, está en relación con otros textos”. Por esta razón, laselección de actores es significativa, lo cual es un valor cinematográfico altamente positivo. Johanna Rosaly y Jacobo Morales representan con dignidad la historia del cine puertorriqueño; y no solo del cine, sino también la televisión, el teatro y la cultura nacional en toda su magnitud. Con la inclusión de un elenco de este calibre, David Norris está dotando al cortometraje de otra dimensión nostálgica. De esta manera, está añadiendo al texto primario su propia melancolía hacia el audiovisual local de antaño. Este gesto, también puede interpretarse como un merecido homenaje a los actores, tal vez involuntario, pero sin dudas latente.

 

Entonces, ¿cuál es el encanto de la imagen fotográfica? 

 

Al hacer un poco de historia, según E. H. Gombrich en su obra literaria La historia del arte: “Los hombres del siglo XIX vieron el mundo con ojos distintos. Uno de estos aliados fue la fotografía. En un principio, este invento se empleó principalmente para los retratos”. “En la fotografía, la presencia es lo que evidentemente da vida. La primera y extraña cualidad de la fotografía es la presencia de la persona o de la cosa que, sin embargo, están ausentes”, explica Edgar Morin en su libro El cine o el hombre imaginario. Precisamente, esta dualidad presencia/ausencia es el enigma existencial que activa la nostalgia de Rafaela (y de Johanna) por la imagen de lo real, que ahora pertenece al plano del recuerdo. Ella se aferra al encanto de esa única imagen de su boda (de su hija) y recurre a la promesa de eternidad que brinda la tecnología o la “reproductibilidad técnica”, al decir de Walter Benjamin.

hombre

Rafaela no sospecha el desenlace que tendrá su día en solo Medio minuto. La presencia y la ausencia pueden tornarse, a veces, demasiado vívidas y cercanas. Por cierto, esta transición entre la vida y la muerte se realiza en el corto de una manera muy efectiva; cuasi magistral por su elegancia, con un mínimo de recursos (iluminación, vestuario, sonido/silencio) y logrando evadir el melodrama explícito.

 

Ángel, Jacobo Morales y la imagen cinematográfica

 

Entre aquellos instantes mágicos que ofrece el cortometraje, se cuenta la escena de la proyección del filme, a todas luces consagrada a la nostalgia por el cine del ayer. Y qué mejor intérprete que Jacobo Morales: actor, director, guionista, dramaturgo y poeta puertorriqueño. Al respecto, valga esta nota histórica, Lo que le pasó a Santiago(1989) fue el primer filme de Puerto Rico nominado para un Óscar como mejor película en idioma extranjero. Esta pieza cumbre de la cinematografía nacional cuenta con el guión, la dirección y la actuación de Jacobo Morales, así como con el desempeño actoral de Johanna Rosaly.

hombre

Además, el talento versátil de Jacobo y Johanna coincidió en otras producciones audiovisuales de éxito, entre ellas: Linda Sara (1995) y Dios los cría 2 (2004). De modo que, ¿resulta casual que ambas figuras protagonicen Medio minuto? ¡En lo absoluto! No se trata de un encuentro fortuito y, aún menos, intrascendente. La selección de actores responde a una fuerte carga nostálgica, que deviene intertextual, en su función de diversificar y ampliar el discurso primario del cortometraje. La vida y la obra de estos artistas tienen un gran valor connotativo para interpretar el significado del filme.   

Ángel (Jacobo Morales) llega a su casa y se aísla en una habitación; su pequeña guarida cinematográfica, una singular y personalizada sede ʻhollywoodenseʼ. Ese espacio íntimo, de carácter sagrado, donde sus gustos y disgustos (estéticos y/o éticos) quedan expuestos con el matiz que ofrece la iluminación a medias. Charlie Chaplin puede testificar sobre sus visiones y sus desvelos. Siempre es bueno contar con la compañía de alguien, sobre todo si esta presencia es tan sublime como simbólica. Allí, en ese cuarto, Ángel lleva a cado todo el ritual de la proyección fílmica con el rigor y la suave complacencia de un experto amante. 

hombre y mujer

La película rueda y el encanto de la imagen cinematográfica expira en medio minuto.

El filósofo y sociólogo Edgar Morin, en su texto El cine o el hombre imaginario, sostiene: “El primer misterio del cine reside en la extraña evidencia de lo cotidiano”. Y explica que, también en el siglo XIX, “el cinematógrafo logró aumentar doblemente la impresión de realidad de la fotografía; por un lado restituyendo a los seres y cosas su movimiento natural; por otro proyectándolos, liberados de la película como de la caja del kinetoscopio, sobre una superficie en la que parecen autónomos”.

Morin argumenta:

“Lumière tuvo la intuición genial de filmar y proyectar como espectáculo lo que no es espectáculo: la vida prosaica, los transeúntes dirigiéndose a sus ocupaciones. Había comprendido que una primera curiosidad se dirigía al reflejo de la realidad. Que la gente se maravillaba sobre todo de volver a ver lo que no le maravillaba: su casa, su rostro y el ambiente de su vida familiar”.

Foto quemada

Así mismo, Ángel se maravilla al contemplar (revivir) ese único medio minuto de su boda, y justamente, el día del aniversario. ¿Qué mayor sorpresa para Rafaela? Pero, ¿cómo llegó esta película a manos de Angelito? El sabor del pasado tiene un fuerte acento agridulce. Y, según reza una frase bastante popular: “No hay rosa sin espinas”. En nuestra historia, la gran espina se denomina Marcela.

Edgar Morin continúa: “La gente no se maravilla por lo real, sino por la imagen de lo real. Lumière había sentido y explotado el encanto de la imagen cinematográfica”. Precisamente, David Norris realiza un cortometraje sobre este misterioso encanto de la imagen. 

 

Marcela o la figura antagónica

 

Marcela es la antagonista. En el matrimonio de Rafaela y Ángel, ella representa todo lo innombrable. Su presencia ha sido bloqueada. Las huellas continúan latentes. Marcela carga doblemente el prefijo del pasado: examiga y examante. ¡Demasiado peso para el amor! Marcela es, al tiempo, presencia y ausencia; simboliza la vida y la muerte. Su personaje es el vehículo para ilustrar las luces y sombras de la existencia.

mujer

Precisamente, sus palabras conducen al cierre: “Esta es la única película de tu boda y ustedes nunca la han visto. Me habría encantado decirle a Rafaela en persona cuál arrepentida estaba. Hubiese querido seguir siendo su mejor amiga para toda la vida. La película dura Medio minuto”. Marcela es también reconciliación y perdón.   

 


Lista de referencias:

Gombrich, E.H. (2008). La historia del arte. Madrid: Phaidon. 

Jameson, Frederic. (1991). El Posmodernismo como Lógica cultural del capitalismo tardío. Buenos Aires: Imago Mundi. Disponible en línea en https://brianholmes.files.wordpress.com/2013/11/jameson-posmodernismo.pdf.

Morín, Edgar. (2001). El cine o el hombre imaginario. Madrid: Paidós Ibérica.

Pavlicic, Pavao. (2006). "La intertextualidad moderna y la postmoderna".Versión 18. Disponible en línea en  http://www.xoc.uam.mx/​


Lista de imágenes:

1. Afiche de Medio minuto, de David Norris.
2-6. Tomas de Medio minuto, de David Norris.


 

Categoría