Cave of Forgotten Dreams

La primera vez que escuché de esta película fue a través de un podcast – vía Open Culture. Pude escuchar a Werner Herzog hablando de su trabajo: un documental 3D en el cual el cineasta nos guía por la enigmática y numinosa cueva de Chauvet. El podcast puede ser la mejor promoción a una película jamás hecha. Herzog la vende muy bien, enfatizando en lo importante que es verla en dicho formato.

 

Confieso que soy de los que tiene fatiga con el 3D; sin embargo –y después de haber escuchado al director alemán acentuar su importancia en el contexto del documental– tengo curiosidad por ver el filme como él manda… me tuve que conformar con verlo por Netflix. Cave of Forgotten Dreams es un documental épico y melodramático. Las cámaras capturaron, en la mejor manera posible, el dinamismo y el poder de las piezas rupestres. Todavía funcionan; la voz de Herzog, también narrador del documental, es la mejor evidencia de ello. Su grueso acento alemán no puede esconder el contagioso entusiasmo lírico detrás de sus descripciones –para nada cargadas de pretensiones académicas, pero sí pletóricas de información y poesía. El legendario cineasta–autor de la surreal y bella Aguirre: The Wrath of God (1972 –también es el mejor profesor de antropología.

No se tiene récord, hasta el momento, de pinturas más antiguas que las de Chauvet. Tienen más de 32,000 años. Nunca sabremos todas las intenciones detrás de ellas, no se dejaron signos que puedan ser leídos como una Rosetta; sin embargo, las imágenes conservan un increíble poder narrativo. Chauvet -ubicada en la imponente región de Pont d’Arc– también habla a través de las formaciones cristalinas que se depositan encima de cráneos de osos; relata un pasado en el cual convergieron leones sin melenas, Ibex, humanos Cromañones, mamuts, etc. En otras palabras, Cave of Forgotten Dreams no sugiere a las piezas de arte como el único punto focal del documental. Sí son protagónicas; pues es preciso contemplarlas como una suerte de proto-cinema* de la cotidianidad paleolítica –una cotidianidad entretejida con lo mágico religioso.

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La cueva, descubierta en el 1994, no está abierta al público general. El acceso solo está permitido a académicos (científicos, historiadores del arte, etc.). La seguridad y el protocolo que giran en torno a esta onírica catedral paleolítica apuntan a que este lugar, en plena posmodernidad, evoca lo sagrado. Se requiere de rigor antiséptico para continuar su preservación. Por lo tanto, Herzog y su equipo tuvieron que dejarse llevar por instrucciones rigurosas; desde periodos de grabación limitados, hasta seguir, estrictamente, el camino delimitado por un estrecho catwalk de metal que recorre toda la cueva.  

Chauvet es una gigantesca ánfora tapada por un enorme deslizamiento, ocurrido hace decenas de miles de años. Al quedar sellada todo se preservó con un hipnótico aire y una alta definición… el resultado es arte –hecho hace más de trescientos siglos– con la frescura y la novedad de algo que fue hecho ayer. El fuego de las antorchas da vida a las piezas, razón por la cual Herzog se refiere a los dibujos como pre-cursores del cine. Además de la relación que puedan tener estas pinturas con los orígenes de la animación, también se pueden observar técnicas (ej. Pointillism) que fueron re-descubiertas mucho después –ya sea por culturas helenas, impresionistas franceses, etc.

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Cave of Forgotten Dreams es una noble gestión que pretende transmitir, aunque sea a través de la pantalla, parte de las emociones que despierta Chauvet. Herzog, –inspirado por el deseo de comunión que exuden las paredes dibujadas de Chauvet– invita a contemplar la cueva como a una solemne cápsula de tiempo. Toda una mitología se puede narrar en torno a las pinturas, ubicadas en diferentes cámaras. Dicha mitología pudiera ser hilvanada con bien poca participación del Homo sapiens; ya que la ausencia de figuras claramente humanas es uno de los misterios más notables. Tampoco hay restos humanos; un dato que la sugiere como algo más que una simple cueva, de la misma forma que una catedral del medioevo es más que un simple edificio.

Se puede decir muchísimo sobre el arte de Chauvet. A raíz de esto no faltan las controversias entre los científicos. Hay quienes sugieren una interpretación desde lo chamanístico, otros académicos son más conservadores y optan por aceptar que la interpretación de las piezas es un gesto de futilidad. Sin embargo, hay una cámara en la cueva –End Chamber– a la cual Herzog le hace un particular énfasis; pues esta cámara se presta para todo tipo de delirio interpretativo. Muchos se verán tentados a retrotraer el arquetipo jungiano de la madre; otros – como Picasso al ver el arte rupestre descubierto en Lascaux -jugarán con la idea del Minotauro y el laberinto.

El arte rupestre de la cueva de Chauvet quedó documentado a través de la poesía fílmica de Herzog. También tenemos una vasta cantidad de contenido académico –vía célebres arqueólogos como Jean Clottes –siempre sujeto a nuevas interpretaciones y con el cual podemos complementar la poesía de Cave of Forgotten Dreams. Uno de los contribuyentes al trabajo académico de Chauvet es el genetista Jean-Marc Elaouf, autor del texto a continuación:

“The people who came here 25,000 or 32,000 years ago knew about us what we don't know about them. They know why I am here, while I know nothing about what brought them here. Their art remained hidden for a long time, perhaps it always was. I think of Cain asking to be confined: is this not a question of expulsing and burying astonishing visions, rather than seeking the shadows? The reddened hands rid themselves of the crime.”

El poder de este documental reside, como en todos los grandes trabajos, en las preguntas que nos hacemos después; preguntas que forman parte un diálogo epistolar rupestre que se ha dado por más de 30,000 años. Ver Cave of Forgotten Dreams –ya sea por Netflix, o en el cine, como Herzog manda– es formar parte de este diálogo.

Nota:

*Werner Herzog.

Lista de referencias:

First Impressions – Judith Thurman (The New Yorker, 2008).

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