American Pastoral


¿Cuánto pueden querer los padres a los hijos? ¿Cuál es el límite de lo que pueden hacer esos hijos antes de que los padres modifiquen su manera de pensar, y su amor flaquee? En este filme, en el que Ewan McGregor debuta como director y tiene el papel principal de Seymour “Swede” Levov, esas preguntas hilvanan, como si fueran una hebra de pólvora encendida, las misteriosas movidas de una joven que se ha radicalizado durante la guerra de Vietnam.

La joven Meredith "Merry" Levov (Dakota Fanning), tartamuda, ha sufrido la agonía de las burlas de sus compañeros de escuela y, por su dificultad al hablar, no tiene amigos. Su padre Swede (McGregor) es un exitoso comerciante de Nueva Jersey, quien ha heredado de su padre un negocio de hacer guantes y vive cómodamente. Judío, Swede se ha casado con Dawn (Jennifer Connelly), quien es una católica devota, y eso ha causado tensiones sociales y religiosas con sus padres. Esa pugna soterrada contribuye a la dificultad de Merry.

Merry es muy inteligente, pero su problema lingüístico tiende a ocultarlo. Su rebeldía es consigo misma, pero está dirigida a la época que nos dio la guerra de Vietnam y la presidencia de Richard Nixon. Era la época de los “hippies” y los desafectos desaparecían de sus hogares por múltiples motivos, incluyendo el uso de drogas. Eso último es lo que creen sus padres cuando Merry desaparece. Pero su desaparición coincide con la explosión de una bomba en la gasolinera rural donde está el correo para los vecinos que por allí tienen sus casas. Por motivos de destiempo, la conflagración mata al dueño del negocio, quien es conocido de los Levov. ¿Fue Merry la que puso la bomba y ahora se ha convertido en una asesina?

El guión de John Romano recurre a un “flashback” para narrarnos la historia. Nathan Zuckerman (David Stratharin), un escritor famoso (alterego de Phillip Roth, el autor de la novela homónima en que está basada la película) se encuentra con Jerry Levov (Rupert Evans), el hermano menor de Swede, y este le cuenta la triste historia de quien fuera uno de los héroes de su adolescencia, de hecho el héroe de la escuela superior donde se encuentran en una reunión de exalumnos. Sabiamente, no hay interrupciones en esa narrativa. Más bien, el cuento se desencadena ante nuestros ojos, y percibimos cómo la incertidumbre que persigue a Swede y a Dawn va royendo su relación y amargando sus vidas. Los sucesos de los tiempos también inciden en el negocio de Swede, pues está en Newark, en un vecindario en que los negros se han amotinado por la violencia vaciada sobre ellos por la policía.

La relación emocional de los dos padres con su hija ausente va tomando tonos de desesperación, según otros sucesos apuntan a que Merry es parte de una unidad de revolucionarios que ponen bombas en los correos. La madre comienza a dejarla ir de su mente; el padre se aferra a su recuerdo. Sin perder de vista la seriedad de la situación, Swede recibe una extraña visita a su negocio que lanza su vida en un torbellino de intriga y peligro. Los sucesos que siguen son reveladores de la atmósfera tirante y peligrosa que causó Vietnam, uno de los grandes errores políticos del gobierno estadounidense, como la guerra de Corea y el disparate de la invasión de Irak. Las vidas de muchos fueron destrozadas porque sus hijos murieron en la guerra o porque se desaparecieron en el torbellino social que engendró el descontento y la antipatía al gobierno corrupto de Nixon. 

Este filme no solo trata, como dije al principio, de hasta dónde puede llegar el amor maternal y paternal, sino hasta qué profundidad puede el poder mal dirigido hacer descender el amor por una nación. La película no intenta resolver estas incógnitas. La cinta llega en un momento crucial, pues los primeros destellos de los resultados de las elecciones recientes están marcados por protestas en contra de lo que se percibe como una nueva era de intervención gubernamental en los EE. UU., como solo se ha soñado en obras de ficción. Lo que vemos en la película nos confirma que los gobiernos tienen efectos generales sobre los pueblos y sobre el mundo, pero que ignoran lo que les ocurre individualmente a los miembros de la sociedad. En esto el guión me pareció contundente, pues lo hace sin sermonear y sin pasar juicios sobre el pasado, pero advirtiéndonos de las posibilidades que siempre están escondidas en los propósitos de los gobiernos ideológicos.

McGregor se crece en el filme, pues, además de una actuación controlada y conmovedora, dirige con mano sutil y sin enfatizar demasiado lo obvio. No se debe olvidar que los milleniales no saben del pasado y que hoy día la superficialidad es rampante y jactanciosa. Además, la ignorancia se lleva en la solapa como símbolo antiintelectual, porque muchos piensan que la “inteligencia” es la causa de nuestros problemas. El filme toca, además, en las relaciones raciales de una forma sutil, pero reveladora, y McGregor y su guionista hacen que el tema sea relevante a la búsqueda de Merry. No creo que exagero al decir que el filme es uno que podrá usarse como ejemplo de un periodo histórico que arruinó muchas vidas.


Lista de imágenes:

1. Ewan McGregor, American Pastoral, 2016 - Lakeshore Entertainment

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