Joy: perseverancia

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La primera parte divertida de esta comedia presenta una situación doméstica que parece absurda e hiperbólica, pero uno la acepta rápidamente porque es muy cómica. Es importante saber que el guión está “basado” (en otras palabras, "ficción añadida") en la vida de Joy Mangano, una mujer con una vida compleja, como la que vemos en la pantalla, pero que de seguro no se parece a Jennifer Lawrence. Joy vive con su mamá, su abuela, sus dos hijos y su exmarido (que ocupa el sótano) en Quoge, Nueva York. Es divorciada y trabaja como agente de equipaje en Eastern Air Lines.

La madre Terri (Virgina Madsen, a quien me tomó un tiempo reconocer, en una actuación estupenda) vive en su cuarto viendo novelas de televisión. Su mundo es uno de fantasía. Además insiste en que Joy deje de pensar que es una inventora y que será exitosa algún día. Por el contrario, la abuela Mimi (Diane Ladd) respalda a Joy en todo lo que hace. Tony, su exmarido (Édgar Ramírez), quiere tener una carrera como cantante, pero el tiempo le está pasando y no gana nada haciendo lo que le gusta. Sin embargo, se lleva mejor con Joy ahora que están divorciados que cuando eran marido y mujer; él también respalda sus ambiciones. El otro sostén es Jackie (Dascha Polanco) su amiga de infancia, quien se percata de las injusticias de todo tipo con las que tiene que vivir Joy.

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A esta especie de zoológico humano regresa el padre de Joy, Rudy (Robert de Niro) quien se está divorciando por tercera vez. Luego de pensarlo mucho, Joy permite que se mude con Tony en el sótano y forme parte de las locuras que afligen la familia. Inesperadamente, Rudy comienza una relación con Trudy (Isabella Rossellini), una viuda rica que juega un papel importante en el desarrollo de un mapo que ha inventado Joy, el cual absorbe mucha agua y se puede exprimir sin tocarlo. El filme entonces se aleja de la comedia de locos, que es la convivencia en la casa, para convertirse en una especie de drama liviano de cómo Joy vence a sus opositores, incluyendo su hermanastra Peggy (Elizabeth Röhm), quien tiene celos de Joy y se siente superior a ella porque trabaja en el taller de su padre.

La película comienza a examinar los contratiempos de Joy en el desarrollo y mercadeo de su producto, y su tono se pone un poco azucarado. A pesar de escenas graciosas que involucran a De Niro, Rossellini y otros, la película no vuelve a encontrar su centro cómico. En vez, nos conduce por los vericuetos del mercadeo en QVC y nos presenta un nuevo personaje Neil Walker (Bradley Cooper), un ejecutivo de la cadena televisiva. Como siempre, Cooper es carismático y fácil simpatizar con él, a pesar de lo que el personaje le exige a Joy.

Básicamente, el filme nos indica que el mundo de los negocios es uno de pillos y de aprovechadores y que lo único que importa es el dinero y las ganancias. Me parece que ya sabíamos todo esto, pero tiene la suerte que el elenco excelente mantiene a flote la película y conduce la nave a un puerto en el que predomina el optimismo y el triunfo. Como en todos los filmes de este tipo, hay que recordar que estas cosas de triunfos del pobre, que son éxitos exagerados, suelen ocurrir muy poco y que es por eso que se hacen películas sobre el tema.

Me parece que la cinta es simpática, pero yo esperaría a verla en cable. Lo que sí brilla en ella es Jennifer Lawrence, quien con esta, por fin, entra en mi reino. Lawrence entrega un personaje bien definido y delineado, y ayuda a llevar el gran peso de la segunda parte del filme con elegancia y soltura. De ella depende la película completamente.
 


Lista de imágenes:

1-2. David O. Russell, Twentieth Century Fox Film Corporation, 2015.


 

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