Pasaje a la India

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Una corta vista a un país extranjero le enseña al viajero mucho y poco más que nada sobre cómo funciona y qué lo propulsa, máxime si hay un guía turístico que ama a su país y da su versión de lo que allí ocurre. El guía, además, tiene que tener cuidado de no ofender las sensibilidades políticas del grupo a quien se dirige, de quien desconoce sus tendencias ideológicas y sus prejuicios sociales. En un país como la India, el asunto se complica porque todo está matizado por las religiones predominantes, islamismo e hinduismo, y existen influencias importantes de las minoritarias, como cristianismo, sijismo, yainismo, budismo y judaísmo, que son difíciles de apreciar en menos de dos semanas. Empeora la situación que en todas estas sectas hay, como es de esperarse, toda una gama de tendencias políticas que tiene más variaciones que las olas del Mar Arábigo o la Bahía de Bengala que bañan sus costas.

Antes de ir uno sabe ciertas estadísticas que son fáciles de encontrar en un atlas, una enciclopedia, o en la red: la democracia más grande del mundo, con 1.2 billones de habitantes, población que crece cada día, y que hace de la India el segundo país más poblado del globo, después de China. Una federación compuesta de 28 estados y siete territorios unificados, el país está regido por tradiciones legales y gubernamentales heredadas de los ingleses, quienes habitaron el subcontinente Índico desde principios del siglo XVIII hasta la independencia de la nación en 1947. Es, se dice, una democracia secular donde hay libertad de expresión y religión.

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Sería difícil superar la descripción que hace el gran escritor E. M. Forster de un lugar indio en el primer capítulo de su obra maestra “A Passage to India”. En esa breve apertura, el escritor logra exponernos a los contrastes de belleza y podredumbre que es ese país maravilloso, con observaciones y comentarios inesperadamente irónicos y certeros. Esa novela, que he leído varias veces, nos lanza por el acantilado de las diferencias culturales que vivieron los ingleses durante su largo periodo de  colonización. Yo, como breve transeúnte, lo experimenté como si alguien me hubiera lanzado el contenido de una lata de pintura technicolor en la cara.

El primer choque cultural, aunque no lo crean, es el tránsito. Se dificulta compilar las palabras necesarias para impartir la sensación que da el caos que continuamente son las calles de Mumbai (la quinta ciudad más poblada del mundo con 21 millones), Delhi (la capital), Jaipur y Agra. El transito es como si hablaran millones de personas a en idiomas o dialectos distintos al unísono. Continuamente se violan las leyes de tránsito, que el guía tachó de “sugerencias” queriendo decir que no se les hacía mucho caso.

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En otras palabras, se puede ir en contra del tránsito, detenerse en el medio de un expreso y apearse a saludar a una amistad… que viaja en dirección opuesta, virar en U y dar reversa en la vía más congestionada posible, y bajar del auto a orinar un poco más allá de la acera. Esta práctica (orinar en público), que he visto en el pasado en Guayaquil, y, en su cúspide, en el Cusco, se acompaña a veces de la otra función corpórea en lugares públicos. Vimos a un niño de unos cinco años darle su legado intestinal a las aguas del Arábigo. No vimos un adulto hacer lo propio, pero en varias ocasiones los aromas eran tan inconfundibles como los que experimentaba la matriarca en “Los santos inocentes”.    

Comparados con la agresividad descontrolada y la entropía de los conductores de estas ciudades, los nuestros son bebés de pecho. Motoras, motonetas, tuk-tuks (mini taxis con motores de motocicleta y tres ruedas, que son versiones del rickshaw japonés y chino que hala alguien, o que es un triciclo grande de pedales con una caja de pasajeros), rickshaws de bicicleta, bicicletas, automóviles, microbuses, guaguas, autos de todos tamaños, gente a pie, turistas que no se quieren para nada, norteamericanas blanquitas como la leche vestidas en saris que están en la India ganando puntos para su solicitud a alguna universidad del Ivy League, perros realengos y vacas sagradas, van en todas direcciones y pueden detenerse sin aviso alguno. Las calles y los expresos de esta isla son ordenados, disciplinados, y podríamos llamarlos paradisíacos, en comparación.   

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En un viaje en rickshaw evitamos por milímetros chocar con múltiples objetos y personas, pero fuimos testigos de un hombre en bicicleta que se libró de perecer bajo las ruedas de algún vehículo cuando por lo menos dos motoras le dieron, primero en la rueda delantera y, segundos después, en la trasera. Se levantó, se montó en la bici y continuó lo más campante en su ruta. Curiosamente, a pesar de estar muy pendiente no vi que se violaran las luces de tránsito, respetadas, por lo menos, en avenidas amplias y modernas.   

Al borde de las carreteras y calles puede haber lo que a uno se le ocurra: puestos de comida, de frutas, de vegetales, de especias, dentistas ambulantes, cirujanos ambulantes, “ortopedas” que remedian fracturas con bálsamos y frotes, barberos, encantadores de serpientes, cuervos en los postes y las estatuas, vacas sagradas, búfalos de agua, cabras, uno que otro mono amaestrado o salvaje, mujeres misteriosas a pie o con sus cascos y de lado en el asiento trasero de una motoneta, ricos, pobres, pordioseros enfermos, y gente que no tienen nada más que la ropa que los cubre. Sin embargo, si uno tiene suerte, puede divisar un monje Digambara (secta del jainismo) que van desnudos, mendigan su comida, y comen solo una vez al día.

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O se puede explorar uno de los muchos templos, fuertes, mezquitas y santuarios que puntean cada ciudad  y muchos pueblos y son testigo de la devoción mística de los habitantes. En un santuario al que fuimos, el supuesto ataúd del santo estaba cubierto con alfombras, mantos de colores y tejidos dorados y plateados, que a su vez fueron ocultándose bajo las flores que, según avanzaban las horas, tiraban sus devotos.  Todos eran hombres, ya que las mujeres no pueden pasar al espacio sagrado. 

El salvaje ultraje de una mujer joven en Sur Delhi por una ganga de hombres en 2012 en un autobús causó protestas generalizadas en el país. Las demostraciones fueron un ejemplo de que el papel de la mujer en la sociedad se amplía cada vez más y que se han hecho escuchar en el subcontinente. Uno de los atacadores murió mientras estaba bajo custodia policíaca (se ahorcó, pero muchos dicen que lo ayudaron); otro, un preadolescente, fue condenado a la máxima sentencia (por su edad) de tres años en cárcel; los otros cuatro han sido condenados a muerte (la horca). La defensa está apelando la sentencia. Aunque la incidencia de ultraje en India es alta las autoridades mencionan que todavía es menor que en muchos países. De hecho, ocurre uno cada 23 minutos; uno cada seis en Estados Unidos.

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Este inaceptable argumento estadístico ha sido diana de los políticos y la Corte Suprema que reconocen que el ultraje en uno de los peores crímenes contra la mujer en el país. Ninguno de los locales a quien le pregunté supo explicarme por qué el ultraje ha aumentado de 16 mil anuales en 2001 hasta casi 26 mil en 2012[1]. El cambio sociocultural que ha causado esta horripilante situación es otro de los misterios de este país. Aunque en Puerto Rico queremos eliminar la incidencia de ultraje a cero todavía quedan demasiados casos de este mal pernicioso.[2]    

Buscaba qué lección podía esconderse en mi experiencia que me ayudara a comprender algunos de nuestros problemas. La India es parte del grupo económico más fuerte del globo (el BRIC: Brasil, Rusia, India y China). Nosotros somos una colonia quebrada de los Estados Unidos en la que viven personas que quieren integrarse a una nación en decadencia moral, ética, racial y económica. Una reflexión rápida me hizo consciente de que aquí el estado colonial y la religión impiden que el país culmine su potencial y se encamine a una sociedad igualitaria y verdaderamente libre y democrática.

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Secularismo en la India significa que uno es libre para escoger y practicar su religión. Pero en demasiadas cosas las leyes religiosas preceden las leyes civiles. Aún hay, aunque se niegue, sistema de castas en las que hay personas (los llamados intocables que hacen las labores que nadie más quiere hacer) que no valen nada; y aún la mujer, en muchas circunstancias tradicionales, pasa a ser propiedad de su cónyuge. La situación propicia todavía niñas esposas, poligamia y situaciones discriminadoras que favorece al hombre en casos de repartición de herencia, y veredictos subjetivos de cortes que deciden asuntos islámicos. En cambio nuestras leyes son más justas y reconocemos los derechos de las mujeres de forma más explícita, aunque siempre las rodeen controversias legales y emocionales. Por otro lado cada vez más el estado le hace concesiones inaceptables a la religión que caminan la cuerda floja de la violación constitucional.

La polarización religiosa que al irse los ingleses creó el estado musulmán de los dos Pakistán (Pakistán Oriental eventualmente se convirtió en Bangladesh) no resultó, como era predecible, en una separación total de muslámenes e hindúes. Además, el porcentaje de musulmanes ha aumentado mientras el de hindúes ha disminuido por más o menos el mismo porcentaje en los sesenta años que van de 1950 a 2011. Aunque la constitución proclama que la India es un país “secular, soberano y socialista”, también exige libertad absoluta de culto. En las escuelas públicas no se enseña religión y según ha pasado el tiempo desde que se desligó del Imperio Británico, la religiosidad ortodoxa y conservadora ha ido disminuyendo entre los jóvenes urbanos. Eso indican las estadísticas pero, curiosamente, donde quiera que estuvimos, aún en las grandes ciudades, hombres jóvenes poblaban los templos, mientras las mujeres jóvenes esperaban afuera, y el fervor que exhibían era notable.

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En Puerto Rico una de las dificultades con las religiones es la proliferación de cultos que buscan apoyo financiero de las arcas del estado y que consiguen favores políticos a cambio de ofrecer sus votos a los partidos. Lo que es una crasa violación de la separación de iglesia y estado incide en las actitudes de los legisladores y perpetúa el subsidio de los servicios que otros pagan, como agua y electricidad, de grupos que no pagan impuestos al erario.

Lo otro que me llamó la atención en nuestra breve visita (diez días) fue que, por ejemplo, en Chandigarh, una ciudad de poco más de un millón de habitantes, el alcalde gana el equivalente de alrededor de $350 al mes (entre 20,000 y 30,000 rupees). No sé el costo de vivir en esa ciudad, pero me imagino que no puede ser mucho más que en muchos pueblos de Puerto Rico. En un país sin dinero como el nuestro la consolidación de pueblos y la reducción de los oficiales necesarios para su manejo hace tiempo que se ha hecho necesario. Incluyo, como se ha prometido, una reducción de los miembros de la legislatura.

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La belleza del país se aprecia cuando uno viaje por tren o autobús de un lugar a otro. Esa belleza está mancillada por la suciedad en lugares que están a plena vista, en la concatenación de situaciones conducentes a la acumulación de basura y la falta de disciplina de cómo deshacerse de ella. En el Taj Mahal, una de las maravillas del mundo moderno, que es visitada por miles diariamente, es difícil encontrar un zafacón, de modo que todos tiran papeles, vasos plásticos, etc. al suelo. No es muy diferente en los palacios maravillosos que una vez fueron lugares representativos de la opulencia de Rajas y Ranis y que ahora parecen descomponerse lentamente ante el embate de hordas de turistas del subcontinente que parecen no respetar su patrimonio. Los que viven en la calle contribuyen a perpetuar una situación que conduce a que muchas personas que han visitado el país no quieran volver. Eso a pesar del servicio impecable que se le brinda al turista.

Concluí que esa es una lección que uno puede considerar para Puerto Rico. El nuestro es un país hermoso, una pequeña joya en el mar Caribe, donde pudo estar el Paraíso. Sus habitantes no parecen consideran que preservarlo es absolutamente necesario y que un país exitosos es uno limpio. Máxime cuando el servicio que brindan nuestros trabajadores es, por lo general, de segunda o tercera categoría, y ser limpio puede compensar algo. Muchos dicen que el turismo no es una fuente principal de ingreso, lo que demuestra que no sabemos lo que hacemos. Uno de los lugares más visitados en el Caribe es Cancún y Puerto Rico ofrece mucho más para el turista que esa área. Desarrollar el turismo a su máximo debería ser una meta importante y alcanzable para el país. Podemos empezar con mantenerlo limpio e insistir que los servicios de los involucrados en la industria turística aprendan que servir bien asegura los empleos.   

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Ser turista en un país por el que desplazarse es fácil permite apreciar sus bellezas naturales o las hechas por humanos, conservadas por personas responsables. Es uno de los deleites accesibles a la humanidad. Vimos India desde una perspectiva única, protegidos por el Smithsonian Insitution con guías y recorridos diseñados para educar a la vez que para disfrutar. Por eso hay cierta distorsión de todo lo que vimos, lo que no puede ocultarse, sin embargo, estuvo a plena vista, y para muchos fue repelente. Aunque el turista continúe yendo a ver las maravillas del país, la vasta riqueza cultural e histórica del subcontinente indio está a riesgo por el abuso del ambiente y el descontrol practicado por su población. Ciertamente no queremos eso para la isla. De modo, que la otra lección que pude extraer de mi viaje fue que, si se lo propone, Puerto Rico podría resolver parte de sus problemas económicos a base de exponer a los ojos extranjeros el legado que tiene y las bellezas naturales que ha recibido ocupándose de preservarla. Debe de ser uno de los planes de desarrollo económico más importantes. Llegó el momento de ponerle manos a la obra. 

Notas:          

[1] En 2013 en Estados Unidos, que tiene un tercio de la población de India, hubo 89,000 casos. Fuente: U.S. Bureau of Justice , CDC, Koss, Gidycz & Wisniewski College Study, United Nations, Junio 18, 2013; de acuerdo al departamento de justicia de los EEUU hay un ultraje cada 6.2 minutos.

[2] http://www.fbi.gov/about-us/cjis/ucr/crime-in-the-u.s/2011/crime-in-the-...
_puerto_rico_and_other_outlying_areas_2011.xls.

Lista de imágenes:

1) Raghubir Singh, Pavement mirror shop, Howrah, West Bengal, 1991.
2) Raghubir Singh, Catching the Breeze, 1975.
3) Raghu Rai, Reflection at Lajpat Nagar Market, 2005. 
4) Raghu Rai, Turkman Gate, Delhi, 2005. 
5) Raghu Rai, At Adiganga Kali Ghat, Kolkata, 2002. 
6) Foto ciudadana, 2012. 
7) Raghu Rai, Sin título, 2012.
8) Raghu Rai, Sin título, 2011.
9) Raghu Rai, Sin título, 2001. 
10) Swapan, Latur Earthquake, 1994.