~A Nick y Sonia~
1. Descubrimiento y Misterio
Nick baja al mar.
Sol en ochenta y uno.
Sombra sorprendente.
Lavado el cristal,
una suela lo pisa.
Un arcoíris.
Es el alambre
amarillo y rojo.
Gigante nido
Huevos extraños,
redondos y plateados.
Eva se aleja.
¿Habrá un criminal
disfrazado de toro?
Falso bigote.
El peine brilla.
Lo seguimos sin cesar.
Es un enchufe.
Hay cosas muertas.
Merman los sospechosos.
Dientes de vaca
revelan un pasado
de azul tristeza.
Los personajes huyen.
La marea alta
trae la llave del misterio:
¡La ama de llaves!
2. Mar dorado
Tenía las manos ensangrentadas
y sus fotos chorreaban la manteca
de los tristes deux maggots de la China
murmurando burbujas que quemaban.
Todos los días el brillo de la plata untaba
sobre placas de gelatina en un cuarto
oscuro como calderas en la CORCO,
profundo cual catacumbas abandonadas
repletas de basura y muertos atados,
aquellos nadadores de orilla
floreciente en chapas de botellas
de cerveza y refrescos carbonatados.
Lo veía vestido de silencio, alejándose
y maldiciendo las lengüetas de sus zapatos
dejando sus huellas en la orilla humedecida
como un cuerpo de cuero negro barnizado.
Su cabeza, desprendida de sus ojos,
y de sus párpados emergían lágrimas
puntiagudas tal las estrellas amargas
cuando Venus quita del cielo el cerrojo.
Dora el mar la ilusión de los desperdicios.
De algún sistema se ha rescatado el brillo
de ese camino a la orilla misteriosa.
Papel amarillo de pelo y cepillo,
por ti se deslizan los picos cegantes,
la visión de desechos acumulados
del deseo por las cosas. Falsos oros
inundan con su llanto un campo de toros
transformado por personas transeúntes.
Esperando que termine la visita,
y el ensamblaje de la basura unida
sea humanidad fundida con la vida
apestosa a basura y a excremento
del que nacen las semillas de plantas
que recibirán de esa nube plástica
lloviznas llenas de raros pigmentos.
Contempla muy cerca tu contrincante
esa rubia de vanos ojos azules,
aunque haya lanzado su Maya al aire
para atrapar su espíritu burbujeante.
Para llevarnos en un recorrido por el globo
contemplando la emigración que conjura
lo que comeremos y contemplaremos,
y forzosamente seremos: ¡Basura!
3. La vida en su órbita
¿Cuán cerca del sol o de la tierra
estarán los dioses?
Afrodita incita a Hermes.
Juntos van por la playa
con sus raquetas de falso mimbre
agujereadas como las palmas,
alegres como el mar.
Saltan. La arena se llena de espuma.
Los caracoles alisan sus cabelleras
llenas de salitre y mugre.
El producto ágil de la copulación
está muy cerca: alguien grita “fecundidad”.
Mas, en realidad, es hermafrodita.
Pectorales y pezones
inspiran a la maternidad
de la concepción en el vientre bajo
que habrá de amamantar.
Todos añoran mundos nuevos
donde incuben los huevos deseosos
de escapar la tibieza del nido.
Nueve planetas, cuentan Hermes y Afrodita,
alineados en concatenación
celeste de astros rígidos.
Lunas manchadas de humo tóxico,
hidrocarburos de mejunjes sumergidos
convirtiendo los océanos
en nuevo caldo primordial.
En él flotan islas de desecho,
de desperdicio que perdura
escasamente modificado por el beso del mar
y el ingenio de medusas.
¿Qué nos espera en esta pequeña isla
si no las garras
de este terrible animal insidioso?
Vamos concediendo que lo efímero
es lo duradero a través de la historia.
La ciudad y el campo están unidos
por la conflagración que es la basura.
La vida gira y rota en su órbita
minúscula como una hormiga
alejada demasiado
de su laberinto.
Ya no hay planetas distantes
donde no hallar chatarra.
(Hermes y Afrodita piensan en Marte.)
No puede la oscuridad del firmamento
ocultar ni la estratosfera protegernos
por más tiempo de la basura.
Lista de imágenes:
1. Foto de Molinary en Flickr.