El jardín en escena


El Jardín toma lugar para la década de 1980 en una casa de la urbanización Santa Rita, en Río Piedras. Allí reside Willie, quien recién ha sido diagnosticado con SIDA, junto a su hermana Sharon y su compañero sentimental, Nestito. A medida que pasa el tiempo Sharon y Nestito observan cómo la salud de Willie se va deteriorando y como resultado, su estado anímico. No obstante, ante el difícil proceso de convivir con Willie y la incertidumbre de toparse con una enfermedad poco conocida para la época, Sharon y Nestito logran establecer momentos fugaces de felicidad. Al narrar y exponer los buenos recuerdos se logran momentos alegres, de romance y de reflexión en todos y cada uno de los personajes. Ciertamente, esta obra teatral, más allá de recordar la brevedad de la vida, la celebra. También muestra la verdadera cara del amor real.

“El Jardín” es un cuento que forma parte del libro Mundo Cruel del escritor y librero Luis Negrón. Los libros de Negrón han gozado de publicaciones en periódicos famosos como The New York Times, han recibido premiaciones y han sido llevados al cine y al teatro. La obra fue presentada en el Teatro Victoria Espinosa, siendo la última función el 9 de octubre de 2016. La dirección de la pieza estuvo a cargo de Gil René, egresado de los departamentos de Drama y Música de la Universidad de Puerto Rico y quien ha dirigido escénicamente una vasta cantidad de obras teatrales y musicales. También ha sido reconocido en varias ocasiones por su versatilidad en las artes escénicas y musicales. Los responsables de darles vida a los personajes de la obra fueron Isel Rodríguez como Sharon, José Eugenio Hernández como Willie y Liván Albelo como Nestito.

La percepción obtenida al observar la trama fue la interacción saludable que hubo entre los integrantes del elenco y la capacidad que tuvo cada uno para identificarse con su personaje correspondiente. La actuación fue clave para que el público fuese testigo de la situación expuesta en la obra: la inminente pérdida de un ser querido. La caracterización lograda por los actores brindó honestidad en los personajes y también contribuyó a la apreciación de un libreto bastante natural.

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Por otro lado, las escenas musicales, además de brindar dinamismo a la obra, sirvieron para aplacar un poco el sentido melancólico de la trama. También se debe añadir que la vestimenta, aunque denotó cierta simpleza, era el reflejo del tiempo en que se dieron los eventos de la obra y de la mentalidad o el carácter de los personajes. Esto último se ve enmarcado mayormente en Sharon, pues sus atuendos fueron coloridos y en ocasiones sin combinación. En mi opinión su forma de vestir fue una clara expresión de su desorganización de ideas y de su actitud amena y maternal a la vez. Además de la vestimenta, la escenografía también sirvió para representar el lugar donde se llevó a cabo la narración de sucesos de la obra, ya que la mayor parte de los eventos se dieron en un ambiente estático, representativo de una casa en Río Piedras. El montaje escénico funcionó para potenciar a los personajes y sus historias, pues propició la cercanía del elenco con el público, de modo que los presentes pudieron tener una sensación de conexión con lo que acontecía.

La obra fue un melodrama, ya que la secuencia de eventos llevó a los personajes a mostrar fuertes emociones. Esto se pudo apreciar en la actuación. Al inicio de la puesta en escena, Sharon y Nestito hablan del decaimiento físico de Willie por el SIDA, luego surgen una serie de eventos como resultado de la noticia. Un evento consecuente fue el cuestionamiento de Nestito a su compañero Willie respecto a cómo se sentía hacia él, ya que Willie le mostraba poco interés. El melodrama también se puede apreciar con la música utilizada de fondo, la cual representaba en ciertas escenas un sentimiento de tristeza.

En general, la obra fue de altura y la ejecución del elenco y el equipo de producción fue eficiente. Sin embargo, cabe destacar que las escenas musicales, por cuestiones de presupuesto, fueron ejecutadas mediante música pregrabada y, en ocasiones, el sonido resultó ser intermitente, lo cual hacía imposible escuchar la voz de los actores sobre la música alta en algunos momentos. Se sugiere que en eventos futuros el sistema de sonido esté completamente funcional para que la audiencia no se vea perdida durante escenas musicales y en la transición de un acto a otro.

En conclusión, la obra El Jardín logró transportar a los presentes a las vidas de Willie, Sharon y Nestito, y brindó luz sobre la situación por la cual pasaban las personas diagnosticadas con SIDA para la década de los 80. También el libreto fue capaz de traer a colación una reflexión sobre la vida, el amor y el significado de la verdadera familia.

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