Amigas de la familia o la familia otra (borrador de auto-ayuda queer 4)

Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego.
-Paco Vidarte

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¿Fiestas?

La celebración de las fiestas navideñas en Puerto Rico es un acontecimiento familiar de primer orden. Cada año se impone el tono de concordia o discordia a partir de aquellas actividades en las que se participa o no, aquellos encuentros que se auspician o no y aquellas presencias que son bienvenidas o no. Para muchxs de las sexualidades queer, la época navideña es una verdadera pesadilla.

Otrxs pasan de hacer más concesiones y sencillamente no asisten a los juntes familiares. Reconstruyen la fiesta a su modo reapropiándose de los signos de unas celebraciones que, generalmente, lxs invisibilizan y lxs excluyen. La “familia” se re-inventa en multiplicidad de perfiles a partir de espejos rotos de la convención. La “familia” es un significante preñado por las sexualidades queer. Hemos aprendido a nombrar “familia” un cúmulo de relaciones que, en el mejor de los casos, tiene como referente la idea del apoyo, del querer y del respeto por encima de toda consideración.

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Amigas de la familia

Esta Navidad decidí irme a la montaña. El paisaje espléndido de Adjuntas fue el escenario escogido para escapar del bullicio de las fiestas familiares. El anonimato se vislumbraba como la posibilidad de pasarla bien sin sobresaltos.

El 29 de diciembre celebré mi cumpleaños en una hacienda de Adjuntas que promete, a través de una magnífica cena creativa, restaurARTE. La combinación de buena comida, buena compañía y restauración a través del arte fue ineludiblemente seductora.

Cuando llegamos al lugar, el dueño de la hacienda nos recibió en el estacionamiento haciendo un performance de caballero hacendado. El espectáculo incluía su narración sobre cómo quería ser jíbaro y había terminado siendo hacendado. Él no lo contaba así, pero, dado el escenario del performance, quedaba bastante claro. El caso es que en un gesto típicamente boricua y masculino, preguntó quiénes componíamos el grupo, que era, añado, solo de mujeres. Mi madre se adelantó a decir que mi hermana y yo éramos sus hijas y que nuestras compañeras eran “amigas de la familia”. Estaba medio mareada con el cuento del hacendado que quería ser jíbaro y no pude reaccionar. O quizá, sencillamente, fue otro de esos momentos bochornosos en los que prefieres seguir la corriente en vez de empezar a hacer declaraciones ni precisiones.

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Estuve más de una hora con la frase dándome vueltas: “amigas de la familia”. Mi madre evidentemente no sabía de qué modo presentar a nuestras parejas, así que recurrió a un código usual y verosímil. Ciertamente ellas son amigas de la familia en más de un sentido. Pero también son las personas con quienes compartimos la vida hace años. Esa precisión quedó silenciada. Son las mujeres que deseamos y amamos. Eso tampoco se dijo porque eso no se dice.

Me consolé, en silencio, con la venganza de la polisemia que suponía tal declaración. Nuestras amantes eran amigas de la “familia”. De la nuestra, por supuesto. Pero, mejor aún, de esa familia que importa y que te hace la diferencia en el día a día. De esa familia otra que no tiene nada que ver con la familia heteronormativa y que se llama de muchas otras formas. Ellas son esa familia que escogemos pese a todas las resistencias de la familia ortodoxa. Ellas son el quiebre, la grieta y la crisis de esa familia insulsa, machacona y terrible que nos saca de su reino en ruinas.

La familia oficial está en crisis desde sus orígenes; nunca ha podido corresponder (y qué bueno que así ha sido) a la idea que tiene de sí misma. A estas alturas es risible que sus defensores no asuman la responsabilidad de su impostura, y que sigan pensando que las sexualidades queer y algunas agendas liberales (como el matrimonio entre personas del mismo sexo) son su verdugo. Nada más incierto.

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La muerte de la familia heteronormativa se trata más bien de un suicidio. Sus propios parámetros se han enquistado. No parece haber remedio porque, además, la auto-reflexividad es anatema. Por eso, precisamente, está desapareciendo como hetero norma y como familia excluyente.

La familia otra se multiplicará por rutas alternas. Creará formas de convivencia y solidaridad que no impongan ni nieguen la reproducción. Imaginará nexos contingentes que salvaguardarán la libertad a toda costa.Celebrará fiestas en las que se excluirán las exclusiones. Convocará y recibirá a quien quiera comparecer. No será un imperativo ni una exigencia. Será complicidad cuando haga falta y no se agotará en las palabras, los gestos y las cosas por decreto.

Que la familia no sea ley. Que nuestras amantes no tengan que escoger un nombre o una palabra para contar.

Lista de imágenes:

1. Stefan Jora, Families Today 27, 2011.

2. Sarah Grace, de la serie Chosen family portraits, foto #7.

3. Sarah Grace, de la serie Chosen family portraits, foto #5.

4. Sarah Grace, de la serie Chosen family portraits, foto #9.