He escuchado mucha gente quejarse recientemente de las redes sociales por múltiples razones. Entre esas quejas se encuentra el que las redes sociales muestran una imagen e identidad incompleta de las personas que las usan. Es decir, que los perfiles virtuales construyen una imagen un tanto falsa de las personas. Acepto que yo misma he participado de dichas quejas hasta que entendí que el problema de las redes sociales consiste en su uso excesivo.
Por ejemplo, Facebook es una de las redes a las que no se le da el mejor uso. Si recuerdan, tipicamente Facebook era una plataforma que se usaba para reencontrarse con personas con las que una había perdido vías de comunicación. Ahora bien, sabemos de sobra que muchas personas utilizan esta red más allá de reencontrarse con amistades perdidas, lo que están buscando, entre otras muchas cosas, es el reconocimiento de otros a como dé lugar. Es aquí precisamente donde inicia mi preocupación, porque si de lo que se trata es de buscar el reconocimiento de otros, esta necesidad podría satisfacerse con cualquier contacto que aparente ser humano, aunque no lo sea.
De allí que quisiera aludir a una noticia de la BBC sobre la aplicación Cleverbot. Esta aplicación fue creada por Rollo Carpenter, quien se dedica a hacer programas cibernéticos de imitación humana. Carpenter ha ganado dos veces el premio americano Loebner Prize, un premio que se le otorga a la programación cibernética que mejor simule una conversación humana (Home Page of The Loebner Prize). Para ver cuán cerca del ser humano puede estar este programa, se utiliza el Turing Test, el cual Cleverbot pasó con un 59.3%. En otras palabras, el programa Cleverbot, según el test, tiene casi un 60% de semejanza con la comunicación humana. Sobre este particular, el conocido Alan Turing, expresa que “la inteligencia artificial existirá cuando no seamos capaces de distinguir entre un ser humano y un programa de computadora en una conversación a ciegas” (Garrido, 2014). Pareciera entonces que es tanta la necesidad que tenemos de comunicar, expresar y compartir nuestras experiencias de vida, que ya no importa si lo hacemos con una persona de carne y hueso o con una entidad virtual.
Según Rollo Carpenter, el objetivo de este programa es para puro “entretenimiento”: “Es algo en que las personas invierten su tiempo. Alrededor de 100,000 conversaciones se dan en “Cleverbot.com” todos los días. Su propósito es aprender como conversar de una manera interesante, y de esta forma recopilar información que la puede utilizar para otros fines” (Peck, 2011).[1]
Ahora bien, ¿qué tan seguro puede estar Carpenter de que las personas hacen uso de ese programa como mero entretenimiento o para aprender cómo conversar sobre temas interesantes? Quién sabe cuántas personas utilicen su aplicación para desahogarse, para compartir experiencias íntimas o, incluso, porque estén en busca de aceptación o de un simple “¡Bien hecho!”. Claro está, dicha sensación de aceptación sería meramente imaginaria.
Por otro lado, en relación a si Cleverbot es un programa cibernético con la suficiente inteligencia como para conversar con cualquier persona, Carpenter considera que más bien este programa imita la inteligencia de las personas con quienes dialoga (Peck, 2011). En otras palabras, no es un programa que piensa por sí mismo. Es como una ecuación matemática donde uno más uno es dos y ya. Por tanto, las opiniones que transmite este programa no vienen precisamente de un juicio cibernético propio, sino más bien de la imitación a la inteligencia humana que lo usa. Claro está, de primera impresión, se pensaría que dialogar con un fenómeno totalmente artificial es algo sumamente vano, que para nada toma en consideración los factores sociales y psicológicos que se ponen en juego en una conversación. Sin embargo, aun así son 100,000 personas diarias las que acuden a este llamado.
Desde luego, cuando haces el intento de escribirle al programa te das cuenta lo bastante certero que puede ser. Incluso, te puedes molestar con el programa y terminar discutiendo con él. A su vez, por otra parte, puedes tener una conversación tan placentera que volverás a la plataforma (Carpenter, 2014). Lo cómico y confuso de este asunto es que pareciera que, según la invención de Carpenter, los seres humanos cada vez más estamos perdiendo el arte de la conversación, por lo que tenemos que crear un programa para que haga el trabajo por nosotros y nosotras. Pero viéndolo desde otra perspectiva, pareciera que esas 100,000 personas que entran a diario al programa no ven mucha diferencia entre el ser virtual y el humano. A la larga, ¿quién decide quien es humano y quién es virtual? ¿Cómo se llega a esa conclusión? ¿Qué bases tenemos para llegar a esa conclusión? Estas preguntas para algunos y algunas pueden parecer absurdas, pero seguramente, para esas 100,000 personas que diariamente dialogan con la entidad cibernética, quizás no sea así.
Evidentemente el fenómeno de las redes sociales y el individualismo contemporáneo va en aumento, así que no deberíamos sorprendernos tanto con todo este asunto del Cleverbot. Claro está, aunque en nuestros tiempos este fenómeno quizás no sea tan sorprendente, sí es sumamente alarmante. Si este fenómeno actual es sumamente alarmante, no me puedo imaginar cómo será cuando estemos ante una programación aún más avanzada y mejorada. La interacción humano-cibernética seguramente se verá como algo usual y exquisito cada vez que se lleve a cabo.
Entiendo que la rutina diaria de nuestro país, por múltiples razones, nos empuje cada día más al uso de las redes sociales. Aún así no justifica el ser un constante usuario: muchos han decidido cerrar sus cuentas para conservar su paz mental. De este modo, argumentan, ahorran los dolores de cabeza que pueden producir muchas situaciones en las redes sociales. Algunos inclusive aseguran que la comunicación con la familia y amigos ha mejorado significativamente. Y han percibido la diferencia en las conversaciones.
Quiero aclarar que para nada estoy insinuando que dejemos de usar las redes. Quizás debe subrayarse lo que, aunque parezca obvio, hemos olvidado: que tengamos prudencia y le demos el uso correcto a las redes para sacarle el mejor provecho posible.
La razón por la que examino brevemente a Cleverbot, es porque nos estamos acostumbrando poco a poco a no tener contacto humano. Nos estamos configurando como seres de interacciones vagas, no constructivas e insignificantes a traves de los “medios de comunicación”. Este programa de Cleverbot sería la hipérbole de este fenómeno contemporáneo. Creo que es hora de darle una mirada profunda a toda esta situación donde los seres humanos hemos tenido que inventar todos estos paliativos para ser comprendidos. ¿Hasta dónde entonces ha llegado nuestra soledad?
No creo que estas modalidades de las redes sean una nueva forma de mejorar nuestra comunicación humana. Todo lo contrario. Me parece que es una nueva forma de comunicarnos con otra cosa; una nueva forma que quiere hacernos ver que la comunicación humana está en vías de extinción.
Lo que nos toca ahora es combatir esta avalancha poderosa de la sustitución de lo humano por lo cibernético. En estos momentos la humanidad lo que necesita es que los individuos se reúnan en el colectivo. Es hora de utilizar las redes sociales como instrumento de ayuda, pero no como simulación humana. A la larga hay que recordar que no hay nada mejor que invitar a los amigos, familiares, o a esa persona que te mueve el tapete a una cena, a una salida al cine o un paseo por la ciudad. ¿Acaso el placer de la conversación pasa de moda a pesar de los años que pasen? Quizás aquella galleta de la fortuna china que recibí hace unos meses esté en lo cierto: “Una hora con un amigo vale más que diez con extraños”.
Notas:
[1] Esta cita es una traducción al español de su original en inglés.
Lista de referencias:
Carpenter, R. (2015). Cleverbot.com. Recuperado de:http://www.cleverbot.com/cleverbotif.
Carpenter, R. (2014, junio 11). Turing Test: the bots are not amused.Cleverbot.com. Recuperado de: http://www.cleverbot.com/amused.
Cellan Jones, R. (2014, diciembre 2). Stephen Hawking warns artificial intelligence could end mankind. BBC: Technology. Recuperado de:http://www.bbc.com/news/technology-30290540.
Garrido Courel, M. (2014, febrero 5). El test de Turing o la inteligencia de las maquinas. Eldiario.es. Recuperado de: http://www.eldiario.es/turing/Test-Turing-inteligencia-maquinas_0_225377744.html.
Home Page de The Loebner Prize in Artificcial Intelligence. Recuperado de: http://www.loebner.net/Prizef/loebner-prize.html.
Peck, T. (2011, septiembre 8). Has inventor made a computer that’s as clever as a human? The Independent. Recuperado de: http://www.independent.co.uk/life-style/gadgets-and-tech/news/has-inventor-made-a-computer-thats-as-clever-as-a-human-2350958.html.
Lista de imágenes:
1. De la cuenta de Instagram de Essena O'Neill.
2. Simulación de la aplicación Cleverbot.
3. "Cleverbot and AI", web.