Demasiado maquillaje

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«Vous n’êtes pas un peu beaucoup maquillé?» - «Non»

Desde hace algo más de quince años, Jean-Luc Verna presenta sus muestras individuales bajo el mismo título: «Vous n’êtes pas un peu beaucoup maquillé?» - «Non». Un diálogo, ya sea ficticio o prestado de su ídolo Siouxsie Sioux ?poco importa?, que se convierte en una declaración de intenciones categóricas: «No, no estoy demasiado maquillado». Como por casualidad, al mismo tiempo que su nueva exposición en la galería Air de París, se presenta en la misma ciudad una retrospectiva sobre la obra de Claude Cahun, la fotógrafa francesa descubierta a mediados de los años ochenta por la crítica de corte feminista, célebre por autorretratarse de forma camaleónica alterando las convenciones de género.

Comparte con Jean-Luc Verna no sólo la nacionalidad, sino el carácter periférico, voluntariamente excéntrico en términos geográficos y conceptuales. Cahun, después de haber participado del ambiente de la vanguardia y el surrealismo en París, pasó los últimos años de su vida en Jersey (Reino Unido), una isla aislada en medio del Canal de la Mancha.

Dejando un tanto al margen la obra canónica de Claude Cahun –ampliamente difundida?, algunos de sus trabajos más sorprendentes fueron producidos precisamente durante su exilio en Jersey Island. Autorretratos desprovistos del artificio evidente de sus obras anteriores, pero igualmente cargados de intención dramática. Es en estas fotografías, que exhiben poses aparentemente anecdóticas, donde se puede establecer una relación insospechada entre ambos artistas. En algunas de las tiras de contactos ?presentadas en un formato tan minúsculo que apenas permite intuir los detalles de la composición? Cahun se autorretrata sobre un pedestal, como una escultura en el jardín, adoptando diferentes poses.

Decíamos que Jean-Luc Verna, por su parte, insiste en su alusión constante al maquillaje cuando, precisamente, lo que caracteriza sus autorretratos es la ausencia total del mismo. No hay, de hecho, artificio de ningún tipo; ni vestuario, ni decorado ni atrezo. Sólo el artista como intérprete. Verna insiste mucho en esta concepción de sí mismo, no como creador, sino como alguien que interpreta, mimetiza fielmente, una determinada pose.

Es difícil, sin embargo, pasar por alto que el cuerpo del artista está lejos de poder compararse con una superficie neutra al servicio de su discurso. Jean-Luc Verna ha alterado su imagen hasta convertirse voluntariamente en un freak. A través de los tatuajes faciales que ejercen inevitablemente un efecto en la mirada del otro, alterando con ellos la posición privilegiada del rostro en la  construcción de las relaciones humanas. La clave de su proceso de trabajo como fotógrafo es la asociación de referencias iconográficas de la cultura pop con otras tomadas de la historia del arte.

No es que sea una idea novedosa, pero se diferencia de otros trabajos más superficiales –cuando no literalmente kitsch? en la austeridad con que presenta el resultado. La voluntad de concisión se extiende a los títulos (tales como: «Diadumenos», Anonyme, 150 apr. J-C / SIOUXSIE SIOUX (THE CREATURES), disant au premier rang: «There’s a lady here who wants to drink some water», London, 1998) que sirven para descifrar el origen de la pose; extraída de la iconografía convencional, reconocida en el universo musical e “interpretada” finalmente por Verna ante la cámara.

hombres

Una de las últimas series fotográficas de Claude Cahun, titulada Le chemin des chats, la aproxima al lenguaje simbolista. En ella se descubren al fondo las lápidas del cementerio como un memento mori, al tiempo que la artista –cegada por un antifaz? deja guiar sus pasos por un gato, intercesor entre los mundos visible e invisible. Jean-Luc Verna se comporta, el mismo, como médium, como vano canalizador de una energía que acaba plasmada en imagen, delegando toda responsabilidad creativa. Al mismo tiempo que los assemblages de “reliquias” que enmarcan algunas de sus obras tienen también cierto carácter fúnebre.

La puesta en paralelo de ambas trayectorias invita a reflexionar sobre los límites de la experimentación con la identidad a través la fotografía; así como la pervivencia de las estrategias de camuflaje y alteración de la propia imagen, frente a una puesta en escena carente de aderezo en que el proceso continuo de citación se hace más evidente.

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