Darle casco a la máquina: acerca de la escritura no creativa*

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“My books are better thought about than read”[1], afirma el poeta estadounidense y profesor de escritura creativa Kenneth Goldsmith acerca de su más de una decena de poemarios publicados a lo largo de los últimos veintitantos años. Goldsmith, cuya lectura pública del poema “The body of Michael Brown” lo colocó en el centro de una álgida controversia mediática, se auto-proclama un poeta conceptual y es propulsor de lo que llama escritura no creativa. La misma depende de una amplia gama de técnicas de plagio, apropiación, collage y remezcla de los textos de otros. De ahí que su libro Traffic, por ejemplo, consista de una transcripción de los boletines de tránsito emitidos durante un fin de semana festivo en la ciudad de Nueva York; o su libro Sports, que recoge todo lo dicho por una pareja de comentaristas deportivos durante un partido de los Yankees de Nueva York y los Medias Rojas de Boston. Según Goldsmith, en la era del internet —y por ende de la hiperbólica circulación de textos diversos— “the problem is not needing to write more of it; instead, we must learn to negotiate the vast quantity that exists. How I make my way through this ticket of information—how I manage it, how I parse it, how I organize and distribute it—is what distinguishes my writing from yours”[2](1). De ahí que en su curso “uncreative writing” que dicta en la Universidad de Pennsylvania, las y los estudiantes sean penalizados por mostrar cualquier pizca de creatividad.

La propuesta escritural de Goldsmith cabe cómodamente dentro de lo que la afamada crítica Marjorie Perloff ha identificado como una nueva poética para el siglo veintiuno. Según Perloff[3],

… the use of appropriated text, including archival material, documentary, informational manual, and, most recently, the discourse of the internet from hypertext to blog to datebase, citationality, with its dialectic of removal and graft, disjunction and conjunction, its interprenetation of origin and destruction, is central to twenty first century poetics. (17)

Al trabajo de Goldsmith entonces, se suman los textos poéticos de la promoción Flarf, articulados a partir de los resultados de búsquedas de términos y palabras aleatorias en Google. Como también la obra de la escritora y abogada Vanesa Place, por ejemplo, quien toma las relaciones de hechos que ella misma prepara para sus apelaciones en casos de agresión sexual y maltrato de menores y las “reformula” como obras literarias. Según Perloff, se trata de proyectos literarios que recurren a técnicas harto conocidas y aceptadas en el mundo de las artes visuales, pero que se tornan problemáticas en el ámbito literario en tanto escenifican la muerte del autor:

Appropriation, citation, copying, reproduction—these have been central to the visual arts for decades: one thinks of Duchamp, whose entire ouvre consists of ‘copies’ and found materials… In the poetry world, however, the demand of original expression dies hard: we expect our poets to produce words, phrases, images, and ironic locutions that we have never heard before. (23)

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En lo relacionado a la muerte, el poema “The body of Michael Brown” consiste en el informe, según publicado, de la autopsia del joven afro-americano de 18 años asesinado por un policía blanco en la ciudad de Ferguson, Missouri, en julio 2014. Los sucesos de Ferguson, junto a los asesinatos de Eric Garner en Nueva York y más recientemente, de Freddie Gray en Baltimore, han dado pie a una serie de protestas y movimientos ciudadanos en comunidades afro-americanas. Estos movimientos comunitarios no solo arrojan luz a patrones institucionalizados de abuso policial racista en estas ciudades, sino que también ponen de relieve las condiciones precarias que dan forma a la vida de comunidades afro-americanas en toda la nación. Debo decir que el poema no es el informe de la autopsia tal como fue publicado, puesto que Goldsmith realizó dos cambios editoriales importantes. Primero, sustituyó términos medico-forenses por descripciones en lenguaje sencillo para beneficio del público. En segundo lugar, movió un comentario del médico examinador al final del texto: “The remaining male genitalia system is unremarkable”. Esto, según el autor, tenía la finalidad de lograr un mayor efecto poético. Goldsmith leyó el poema en una actividad celebrada en marzo de este año en Brown University.

La reacción del público presente, según la prensa, fue moderada pero a medida en que se fue regando la voz en las redes sociales acerca del contenido del poema de Goldsmith, los comentarios fueron abrumadoramente negativos. Después de todo, se trataba de otro hombre blanco “haciendo arte” de las trágicas consecuencias del racismo estructural en los Estados Unidos. Para muchos, el poema no era más que otro intento de objetivar al sujeto afro-americano, remitiendo a las escenas de linchamiento y castración de hombres negros bajo Jim Crow. Otros simplemente cuestionaron su mal gusto y/o abordaron el dilema ético que presentaba el poema: ¿acaso es esta la manera en que la literatura ha de abordar un evento tan significativo en términos políticos como la muerte de otro joven negro a manos de un policía blanco?

Ante la controversia, Goldsmith primero se defendió: 

I always massage dry texts to transform them into literature, for that it (sic) what they are when I read them. That said, I didn’t add or alter a single word or sentiment that did not preexist in the original text, for to do so would be go against my nearly three decades’ practice of conceptual writing, one that states that a writer need not write any new texts but rather reframe those that already exist in the world to greater effect than any subjective interpretation could lend.[4]

Sin embargo, Goldsmith luego se disculpó y solicitó a la universidad que no hiciera público el vídeo de la lectura. Admito que del evento, lo más que confunde e incomoda, es la respuesta de Goldmith. La escritura no creativa, como proyecto, depende de la libre circulación de textos y demás documentos en línea. Dicha accesibilidad y circulación conforman el “lifeline” del poeta conceptual, según planteado por Goldsmith. Más aún, según el autor, la mera reproducción de textos —su transcripción y trasplantación— resulta mucho más iluminadora en términos políticos que cualquier reflexión crítica original:

Sometimes, by the noninterventionist reproduction of texts, we can shed light on political issues in a more profound and illuminating way than we can by conventional critique. If we wished to critique globalism, for example, uncreative writing’s response would be to replicate and reframe the transcript form a G8 summit meeting where they refused to ratify climate control threats as is, revealing much more than one could do by editorializing. Let the text speak for itself: in the case of the G8, they’ll hang themselves through their own stupidity. I call this poetry. (85)

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Por tanto, impedir la publicación del vídeo es en esencia “destruir” materia prima para la actividad literaria del poeta conceptual. Si, como sostiene el autor, la mera reproducción de un texto puede arrojar luz sobre complejos problemas políticos, frenar la divulgación de su lectura aun cuando el informe de autopsia está disponible en línea, es privar al público de lo que podría ser una perspectiva esclarecedora en los debates actuales sobre racismo, violencia institucional y protesta social.

Claro está, el detalle aquí es que “The body of Michael Brown” no es una mera reproducción del informe de autopsia del joven, presentada en un espacio (la universidad) y en un contexto (la lectura de poesía) ajenos al espacio (la morgue) y el contexto (la investigación forense) en los cuales típicamente se le daría lectura a semejante documento. El extrañamiento producido por dicha re-presentación del informe de autopsia como poema en boca de un “escritor visitante” en una actividad académica, podríamos argumentar, se prestaría para un sinfín de cuestionamientos de carácter artístico y político en torno a 1) qué es un poema, 2) qué hace el poema con el cuerpo de Brown, y 3) quiénes somos nosotros y nosotras, como público convocado para consumir poesía, en relación a la vida consumida por la violencia policial racista, según se puede colegir del informe. 

Todo esto quizá nos remitiría al ámbito del performance. Pero Goldsmith no es performero, es poeta. Es decir, su participación en el evento no marcó la interrupción del mismo —un cambio de circunstancias imprevisto en torno a la relación poeta-público-poema. Y su poema no es el texto tal cual lo encontró en línea, sino que fue alterado para mayor comprensión y mayor efecto poético:“The remaining male genitalia system is unremarkable”. A esto añadimos los pronunciamientos del propio autor en relación a la poesía puramente citacional: “the suppression of self-expression is impossible. Even when we do something as seemingly ‘uncreative’ as retyping a few pages, we express ourselves in a variety of ways” (11). Más aún, como Marjorie Perloff nos advierte “it is important to remember that the citational or appropriative text, however unoriginal its actual words and phrases, is always a product of choice—and hence of individual taste” (169). Procede entonces indagar acerca del carácter y las consecuencias políticas de la elección de Goldsmith al momento de apropiarse de, y alterar el texto de la autopsia de Brown.

Pero antes, dos citas al margen de esta discusión. La ficción literaria, de acuerdo al fenecido novelista americano, David Foster Wallace, “[is] about what it is to be a fucking human being”[5]. El comentario de Wallace se deriva de su creencia personal de que se escribe siempre dentro de los contornos de una conversación imaginada con el o la lectora, la cual le asigna a quien escribe la responsabilidad de hacerlo con la conciencia de que otros y otras le ofrecerán hospedaje a su voz y a sus palabras en sus respectivas cabezas. A la postura de Wallace sumamos los comentarios de Athena Athanasiou, quien en una conversación con Judith Butler en torno a la precariedad y la política, ofrece un explicación de lo que podría significar ser un ser humano en nuestro contexto actual:

When it comes to “the human,” the matter that must be addressed constantly and forcefully is the differential allocation of humanness: the perpetually shifting and variably positioned boundary between those who are rendered properly human and those who are not, those who are entitled to a long life and those relegated to slow death. The human cannot be presumed, then…Rather, the point is that the human has no “proper” place to take outside social situatedness and allocation, including the exposure to the possibility of being undone. The human is always the event of its multiple exposures—both within its relatedness to others and within its exposure to the normative forces that arrange the social, political and cultural matrices of humanness. (31-32)[6]

Sobre estas citas podríamos decir que, si cambiamos poesía por ficción en el comentario de Wallace e incluimos la explicación de Athanasiou como nota al calce, cada poema vendría a formar parte de un proyecto de corte ético-político. En un proyecto de esta naturaleza a cada autor o autora le tocaría asumir una postura y responsabilidad particulares, no tanto respecto a los textos que circulan amplia y libremente por el ciber-espacio, sino en torno a la circulación inevitablemente condicionada de personas y cosas alrededor del mundo, cruzando escenarios de injustica y desigualdad. ¿Cómo leer entonces el poema de Goldsmith desde Wallace y Athnasiou?

Por aquí ensayo una posible contestación, “The body of Michael Brown” is about guarever. O sea, lo que él diga. Lo que quiera, lo que sea. Al final, no tiene nada que ver conmigo ni con nadie más, puesto que parte de la premisa de que el universo literario hoy día está poblado sólo de textos y de sus posibles receptores. Algunos de los receptores asumirán la tarea de trastocarlos con más o menos ingenio e introducirlos en un nuevo canal de circulación para que otros los reciban y se los apropien y los trastoquen, y así. Sin importar el contenido de los mismos ni la diversidad de ámbitos de recepción e interpretación a los que dichos textos podrían entrar, y sin mediar grandes reflexiones en torno la relación del autor o autora con sus posibles lectoras y lectores. Es decir, se trata de una literatura cuyo anhelo parecería ser surgir y circular sin condición ni consideración ni contexto social, ético, político, y que por ende, se encuentra abstraída de las consecuencias insospechadas de un texto. Aunque, claro está, hace falta tener conexión de internet. Escribe Goldsmith:

The traditional writer’s solitary lair is transformed into a socially networked alchemical laboratory, dedicated to the brute physicality of textual transference. The sensuality of copying gigabytes from one drive to another: the whirr of the drive, the churn of intelectual matter manifested as sound. The carnal excitement from supercomputing heat generated in the service of literature…Our task is to simply mind the machines. (221)

Intento traducir la última frase: Nuestra tarea es darle casco a la máquina. Mentira. Nuestra tarea, sencillamente, es atenderlas. Darle casco quiere decir pensarlas, y las máquinas —al menos en la imaginación popular— sólo requieren pensamiento durante el tiempo que tome inventarlas. Luego, corren más o menos solas. Me pregunto qué suponemos hacer nosotros y nosotras. ¿Acaso crear otra cosa? ¿Inventarnos-las? 

“Mis libros son más para pensarlos que para leerlos”, afirma el poeta americano y profesor de escritura creativa Kenneth Goldsmith acerca de su muchos poemarios. El comentario responde a la crítica —bien recibida por el autor— de que libros que se limitan a recoger boletines de tránsito, por ejemplo, resultarían extremadamente aburridos para leer. Según Goldsmith, lo que convence de ellos —“what he would call poetry”— es la mera posibilidad de que semejante libro exista. Pero, ¿acaso una literatura que aspira a desaferrarse de las condiciones socio-políticas bajo las cuales toma forma y/o se deforma toda expresión y vida humana dejará algún espacio o motivo para el pensamiento? Ciertamente, la idea de que semejante literatura exista provoca. Pero se me ocurre que, a tono con lo que plantea Athanasiou sobre cómo el humano no se puede presumir, tampoco la literatura debe presumirse. Veamos. 

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Escribe Perloff acerca de Traffic: “Goldsmith’s book casts no blame, finds no first cause, and attributes no venality to anyone, nor does it assume that traffic has brought out the worst in us. Rather, traffic is that which is—messy, unbearable, infuriating, debilitating, but also challenging, invigorating, and unpredictable” (156). Me pregunto si se podría decir lo mismo acerca de “The Body of Michael Brown”. Si el cuerpo de Brown en el poema de Goldsmith es eso que es —desordenado, insoportable, irritante, debilitador pero también retante, alentador o impredecible. Y si eso que es será producto de los rastros que dejaran las manos de Goldsmith luego de bajar el texto a su computadora y alterarlo, colocando esa frase al final: “The remaining male genitalia system is unremarkable”. Me pregunto además si el poema de Goldsmith de veras no arroja culpa, no encuentra causa y no atribuye venalidad a nadie ni presume que la muerte de Michael Brown ha sacado lo peor de nosotros y nosotras. 

Para responder a estas interrogantes, regreso a, e intervengo con la cita de Athanasiou:

When it comes to [the literary] the matter that must be addressed constantly and forcefully is the differential allocation of [literariness]; the perpetually shifting and variably positioned boundary between those [texts that] are rendered properly [literary] and those [that] are not, those [texts that] are entitled to a long life and those relegated to slow death. The [literary] cannot be presumed, then…Rather, the point is that the [literary] has no “proper” place to take outside social situatedness and allocation, including the exposure to the possibility of being undone. The [literary] is always the event of its multiple exposures—both within its relatedness to others and within its exposure to the normative forces that arrange the social, political and cultural matrices of humanness.

Dejé la última mención de lo humano tal cual aparece en el texto original, pues sin ella la cita, según alterada, no tendría sentido. Habría presentado lo literario como un discurso puramente auto-referencial. Es ese único y último asomo de lo humano —esa exposición o encuentro insospechado, pero obligatorio con lo humano— lo que le concede algún sentido, orientación o propósito a cualquier propuesta literaria. Y es eso precisamente lo que falta en el texto de Goldsmith —contacto con, exposición al otro y no meramente evidencia del paso de su mano sobre el texto de otro. Por tanto y en atención a las interrogantes pendientes, el cuerpo de Brown en el poema de Goldsmith jamás podría ser eso que es, pues los genitales de un hombre o muchacho negro siempre han sido visibles para un hombre blanco. Igual que sus muertes violentas y sus cadáveres arrojados en la brea. En ese sentido la decisión de Goldsmith a cerrar con esa línea es histórica: representa una apropiación. O más bien, una repetición de la mirada del hombre blanco a través de los siglos. Lo que ha permanecido fuera de vista, así conformando un punto ciego que se va ampliando a lo largo de los años es por qué, cuando se trata del cuerpo de hombres negros, un poeta blanco cualquiera no puede ver más allá de lo que resulta evidente a primera vista para un médico forense. Quizá porque Goldsmith no escribe ficción.

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Lo cierto es que hay culpa para arrojar y causa. Y sospecho que sí, que la muerte de Michael Brown ha sacado lo peor de nosotros y nosotras. En el caso del poema “The Body of Michael Brown”, lo peor es esta frase de la defensa que hizo el autor de su texto: “I didn’t add or alter a single word or sentiment that did not preexist in the original text”. El detalle aquí no es que la aseveración de Goldsmith sea falsa. Lo es. Pero lo que indigna es el intento (fallido) de borrar el trazo de su mano por sobre el texto, y con ello, la lectura del informe que dicho trazo ha traído a la luz. O más bien, lo que esconde: “what it is to be a fucking human being”. Y parte de eso es, se me ocurre, no poder dar marcha atrás; no poder retirar la mano de aquello que la misma trastocó y asumir la autoría del contacto con el otro. O, al menos, con los textos de otros y otras. Todo acto escritural es final en ese limitadísimo, aunque brutal, sentido. Y es el reconocimiento de esa finalidad, lo que como autores y autoras más nos provoca pensar. El resto de nuestro sistema escritural, por así llamarlo, es unremarkable. Casi como cortar y pegar. 

 


 Notas:

* Ponencia presentada en el más reciente congreso de LASA, en mayo 2015.

[1http://www.newrepublic.com/article/121364/how-should-we-think-about-kenneth-goldsmiths-poetic-remixes.

[2] Goldsmith, Kenneth (2011). Uncreative Writing: Managing Language in the Digital Age. Columbia University Press. 

[3] Perloff, Marjorie (2010). Unoriginal Genious: Poetry by other means in the new century. University of Chicago Press. 

[4http://hyperallergic.com/190954/kenneth-goldsmith-remixes-michael-brown-autopsy-report-as-poetry/.

[5] Lipsky, David (2010). Although of course you end up becoming yourself: A road trip with David Foster Wallace. Broadway Books. 

[6] Butler, Judith & Athena Athanasiou (2013). Dispossession: The Performative in the Political. Polity. 


Lista de imágenes:

1. Darren Wilson observa el cuerpo sin vida de Michael Brown en las calles de Ferguson, el 9 de agosto de 2014.
2-5. Oscar Grant, de la serie "Black Lives Matter", 2014.
6. Black Lives Matter, en memoria de las víctimas de la violencia racista institucionalizada

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