Breve relación sobre las obligaciones

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Tener que leer La Charca[1].
Tener que estudiar derecho[2].
Tener que correr para Gobernador[3].
El hijo de McClintock, el hijo de Roselló y yo[4].
Los últimos dos están en desorden.
Es Ricky el que tiene que correr para gobe.
Yo me hice abogao. Como el viejo[5].
Pero, ambos de seguro leímos La Charca.
Como el nene de McClintock.
Obligao[6]. 

 Notas: 

[1] Recientemente el Secretario de Estado, Kenneth McClintock publicó una foto de su hijo en la plaza Manuel Zeno Gandía con la siguiente descripción: “En vísperas de tener que leer "La Charca", obra cumbre de Manuel Zeno Gandía, hoy K. McClintock visitó la Plaza de Zeno Gandía desarrollada por su padre Kenneth D. McClintock y el pasado presidente de la cámara José Aponte Hernández”.

En resumidas cuentas: el autor hizo una novela. El Secretario de Estado le hizo una plaza al autor. Al nene lo obligan a leer la novela en la escuela. El padre lo obliga a tomarse una foto en la plaza que hizo para el autor. No todo el mundo tiene una plaza a su nombre. No todo el mundo puede pararse en medio de una plaza y decir “esto lo hizo mi padre.” Excepto los hijos de quienes realmente la hicieron, claro. Pero es distinto.

Acto seguido, el padre cuelga la foto del nene en su página de Facebook como algo normal. Todos los padres hacen esto por supuesto. Pero es distinto. Si yo fuera el nene intentaría excusarme de leer la novela alegando que mi familia no le debe nada más al autor. Después de todo, cualquiera hace una presentación de su vida y obra en el salón de clases, pero no todos pueden inmortalizarlo con una plaza en su nombre. Obvio. Uno no tiene que leer la obra para saber eso.

[2] Nadie tiene que estudiar derecho. Y no es como que a mí me forzaron. Solo que en mi familia todos somos abogados. Me refiero a los nenes. Las nenas tienen mayor libertad para elegir. Siempre y cuando críen bien a sus hijos. Es decir, que salgan buenos abogados. Cabe señalar que el término “buenos” no está circunscrito a códigos morales. Se interpreta con liberalidad.

[3] Nadie tiene que correr para Gobernador. A esos efectos, nuestra Constitución en el artículo 4 sección 3 reza: “Nadie podrá ser Gobernador a menos que, a la fecha de la elección, haya cumplido treinta y cinco años de edad, y sea, y haya sido durante los cinco años precedentes, ciudadano de los Estados Unidos de América y ciudadano y residente bona fide de Puerto Rico”.

Por otro lado, en su página de Facebook, amistades y fans animan a Ricky a aspirar al puesto con comentarios como “NUESTRO FUTURO LIDER. QUE DIOS LO BENDIGA” y “hummm... ese muchacho tiene porte de gobernador! le gana a García Padilla con los ojos cerrados” y “que clase de nene es el Ricky! pensar que lo veía en fortaleza correteando por allí y siempre cerca de su padre, nuestro eterno Gobe el Dr. Rosselló”.

Por eso de contestar la pregunta: Ricky es la clase de nene cuyas obligaciones consisten en aceptar el legado de su padre, sin más. Algo así como lo que se hereda es no resistirse. Sobre todo si el monto de la herencia va por cuenta de un chorrete de hijos de nadie (http://derechoalderecho.org/2009/02/13/los-hijos-de-nadie/).

Y vamos, el muchacho prácticamente se crío en Fortaleza ¿qué más se puede pedir de un futuro candidato a la gobernación? Que lea. Que estudie. Que lo lleve en la sangre.

[4] Se utiliza la frase “el hijo de…” para proteger la identidad del menor. Pero también para hacer hincapié en la particular importancia y suprema conveniencia de ser hijo de 'Alguien' en una sociedad donde no se otorgan títulos de nobleza. Yo, por ejemplo, soy el hijo del Juez, y como tal me tocó posar frente a estatuas, pinturas y/o bustos de hombres ilustres durante mis años de juventud. No porque quisiera, claro está. Lo hice por obligación.

E imagino que la lección aprendida se reduce a que todo hombre ilustre fue hijo de un padre ilustre, si no ¿cómo explicar el afán de fotografiar a los hijos del juez o del gobe o del secretario de estado en plazas edificadas a nombre de ilustrísimos hacedores de la patria (en minúscula) para conmemorar un evento tan nimio como que al nene le asignaron leer X libro? En fin. Al menos las mías no aparecen en Facebook. A dios gracias por eso.

[5] Para un perfil biográfico más o menos completo, véase http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Rebollo_L%C3%B3pez y http://www.ramajudicial.pr/sistema/supremo/evaluacion/bio-Hon-Francisco-Rebollo.htm

[6] “Obligao” en el sentido hiperbólico de que no me cabe duda de que ambos la tuvimos que leer en tanto forma parte del canon literario del País y por ende de la inmensa mayoría de los currículos de español en escuela superior. “Obligao” también en el sentido de que seguro ninguno lo hizo por placer, puesto que es un libro y a nadie le gusta leer. Ademas, es una novela vieja (claro, no tan vieja como El Quijote o la Biblia pero...) y por tanto en nada relevante para mi actualidad.

Al menos no en los noventa cuando el papá de Ricky fue Gobernador por lo que parece ahora una eternidad.  Dato curioso:La Charca comienza  “En el borde del barranco, asida a dos árboles para no caer, Silvina se inclinaba sobre la vertiente y miraba con impaciencia allá abajo, al cauce del río, gritando con todas sus fuerzas: -¡Leandra!... ¡Leandra!...”  (http://www.ciudadseva.com/textos/novela/charca1.htm) y aunque precisamente hoy me invade una sensación de barranco, no recuerdo haber leído nunca esas líneas. Después de todo, lo que se hace por obligación no se piensa. Uno se tira y ya.

Lista de imágenes:

1. Rafael Hernández Colón, Juan Eugenio Hernández Mayoral y José Alfredo Hernández Mayoral.
2. Foto de la familia Rosselló.

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