La dimensión oscura

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¿Qué es necesario para que un amoroso padre de familia, una mujer trabajadora e independiente o una dulce abuela con siete nietos se transforme en un ser vil y corrupto capaz de las peores atrocidades?   

Yo os lo diré… El tapón.

¿Qué es un tapón? Yo, como español, pensaba de manera ingenua que era un utensilio para tapar botellas; nada más lejos de la realidad. Un tapón en Puerto Rico es lo que en España llamamos atasco. Es un hecho eventual que transcurre en la isla de lunes a domingo y que conlleva el que tengas que levantarte a las 5:00 a.m. para llevar a tu hijo al cuido y que, cuando por fin llegues, tu pequeño ya esté a punto de ingresar en la universidad. El tapón es un invento de alguien que no sabía qué hacer con su vida y quiso malgastar horas y horas sin hacer nada y sin poder parar de hacerlo. Es algo tan horrible que cuando sales de casa para ir a trabajar tu familia está en la puerta llorando porque no saben cuándo volverán a verte.

Eso transforma a la gente. Eso cambia a las personas más que la guerra. ¿Que eres un veterano? Yo soy Puertorriqueño y conduzco… Es ahí cuando los veteranos lloran mientras te abrazan compadeciéndote.

Pero no pienses que solo con conducir puedes transformarte en la peor versión de ti mismo. Si quieres probar tus límites, si quieres ver la profundidad de un abismo al que no deberías asomarte, deberás lidiar con los verdaderos amos del universo; las agencias gubernamentales.

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Este tipo de lugares nos prepara física y mentalmente para ser aquello a lo que estamos destinados. Un ejemplo sería que ellos tienen la potestad de renovar tu licencia de conducir. Por ende, tienen el poder para seguir haciéndote sufrir en el tapón u obligarte a coger el autobús donde te volverían algo tan simple como un peatón del área metro, porque el sistema de autobuses no funciona más allá.

Saben que tienen el poder. Ellos barren la mugre de los debiluchos que no aguantarían un viernes a las 5 de la tarde en un coche sin aire acondicionado. Convierten a una sociedad pacífica y feliz en auténticos guerreros de la carretera sanguinarios y sin alma.

¿Cómo lo hacen?

Todo está planeado al milímetro. Imagínate que vas a renovar tu licencia. Antes de entrar ya hay una cola en la que pierdes media vida esperando, para que vayas mentalizándote de lo que te aguarda. Llevas algún tiempo en la misma, unos ocho años y siete días, por fin es tu turno y entras sonriente y orgulloso de no caer en la tentación de abandonar, cuando una voz fría y calculadora te dice: "¿Que no tiene sellos? Pues debe ir a comprarlos a la colecturía". Así que, con cara de comprensión, te mueves al sitio en cuestión para esperar otro ratito a que te atiendan. Esta vez solo te parece que han transcurrido tres añitos de nada cuando llegas al segundo puesto y, mientras atienden a la persona de enfrente que tarda horas en comprar dos sellos, imaginas que a alguien algún día se le ocurrirá la brillante idea de poner los sellos en la misma mesa donde se van a utilizar.

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Cuando al final los consigues y vuelves a la ventanilla como un campeón victorioso blandiendo tus sellos como un estandarte, la persona al otro lado del cristal te dice con un toque de maldad impregnado en su voz: "¿Qué no sabe si tiene multas? Tendrá que mirarlo en aquella fila de ahí".

Sí. Esa hermosa sonrisa que lucías es ahora un tic nervioso en el que enseñas los dientes para no abrir la boca y dejar que salgan hasta serpientes.  

Te pones en la fila detrás de un señor que no se ha duchado en… ni lo quieres saber, mientras te preguntas si sería muy difícil hacer que un informático pusiese en el ordenador un archivo que cuando se abriese una licencia le dijese al operario la información necesaria para poder hacer su trabajo.

La imaginación vuela mientras las horas pasan hasta que llega tu turno. Sueñas con que eres profesor y enseñas las palabras costo/efectivo; imaginas que alguien pone sellos al lado de un ordenador con datos útiles centralizados para un mejor registro de la información. Imaginas… que vas a castigar a tu hijo por saltarse el semáforo mientras pagas la multa del día en que le prestaste el coche.

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"¿Tiene el certificado de nacimiento?" —pregunta aquella voz sacada de tus peores pesadillas, cuando vuelves a ella por tercera vez.

Ya puedes llamar a tu madre de ochenta años para que asegure que el día que naciste ella estaba presente y lo puede atestiguar que da igual… tienes que volver con tu certificado y hacer cola el día siguiente.

¿En qué clase de monstruo te transforma algo así? En algo inhumano, seguro. Sí, esa vena furiosa que notas en el cuello es la señal. Ese odio, esas ganas de estrangular a alguien, es lo que te convierte en alguien distinto sin dejar de ser tú. Ese es el instante en que abandonas la vida como la conoces para adentrarte en la dimensión oscura.

Y ahora estás advertido. Sí ves que al adelantar un coche un señor con traje te deja temblando con más insultos que los de un camionero, si una señora es capaz de pintarse las uñas de los pies mientras habla por el móvil tomándose un café sin soltar el volante o si un cochecito de bebes te adelanta cuando ibas por encima del límite de velocidad no es algo tan raro… en el tapón, todo es posible.

 


Lista de imágenes:

1. Robi, Los tapones de mi Isla, 2015.
2. ensegundos.do, Calles de Puerto Rico: Tapón, 2013.
3. Noticel, Historia del tapón, 2011.
4. Metro, Aprueban proyecto de ley para evitar "tapones" en las carreteras, 2015.