La victoria

 


Una oleada de sangre 
le subió violenta a la cabeza. 
Fulminó el machete. 
El rucio levantó las patas delanteras 
y el golpe se perdió en el vacío. 
Rápido el mayordomo empuña el nacarado Colt, 
y tres estampidos secos 
rasgan la paz del cañaveral.


Abelardo Díaz Alfaro, Bagazo


 

Un día, en una tarde 
tajante, ardiente, picante, 
se pregonó por los pasillos una batalla: 
la batalla del Jíbaro, del Caballero, 
luchando contra un débil pícaro, 
Agapito, hijo de Nadie, hijo de Alguien.

Rojos choques metálicos, gritos de muchedumbre, 
lágrimas, sudor y sangre, 
y Agapito con voz jadeante musitó: 
—Piedad, por favor piedad. 
Olor a caña penetrante. 
Empuñe de machete, enjugue de sudor. 
Ante él, la robusta silueta del ganador.

Arrimó el machete a su cuello. 
Un vaivén, un movimiento. 
Tiñó la tierra y el viento 
de un rojo color intenso. 
El Jíbaro se volteó, impasible, sin expresión, 
entrando al cañaveral desvaneció.

Agapito en el suelo yacía, 
y la multitud silenciada sonreía. 
Alguien recogió su cabeza 
Nadie lloró su ausencia.
 


Lista de imágenes:

1. Baptiste Dureau (Louisiana Collection), Cutting Sugarcane, (siglo XIX).


 

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