Es inevitable la mar

La mar entrega…  Asciende…  Se lleva…  Avanza… 
            Crea y descubre con su paso accidentado. 
Siempre anda en movimiento, como si de su empeño 
            dependiese su vitalidad. 

Es impulsiva, las veces inconsciente de su hacer inclemente. 
Coqueta, artífice de danzas encaracolada 
             que baten todo con incomprensible naturalidad.

La historia plena, por ella surca. Todos los tiempos los desaciertos.
En su escenario idealizado, mítico, las humanas fantasías y sus monstruos 
                 se van materializando.

¿Cómo alcanzar las profundidades de su ser? 
Me pregunto si es posible… o hasta deseable… conocer todos sus secretos.
¿Acaso son secretos si nunca estuvieron destinados a conocerse? 
                     Igual sin ellos he procurado ser feliz. 

Sin embargo, su cuerpo es ruta por descifrar. Camino y fin de camino.
Esperanza en conflicto…                   ¡Mi dulce y salada mar!

Me he encontrado entre su bruma hablada, cuanto más ininterrumpida y constante. 
Y navegado los murmullos cálidos de una retrospectiva visceral 
                   que ilustra el inacabable atlas de sus entrañables vivencias.

Mi amor por ella no siempre estuvo claro. Confieso… 
Me intimidaba su fuerza, aún ante el retozo gestado 
                       entre mi curiosidad y su atracción total.

Aunque vasta y superlativa, la mar no es pretensiosa. 
Ofrece una generosidad compartida entre millones de criaturas-luceros
           que solo puede ser soñada por su alma vieja y maternal. 

Luego de haber bailado en sus olas de cristal, 
haberme reconocido en sus crestas rizadas de porvenir, 
               comprendo que soy mar también.

 Veo mi piel iridiscente despidiendo verdes violáceos, grises rojinegros, amarillos azulados. 
Y siento mis oídos inflados con sonidos compuestos, ensordecedores, gentiles… 
                   desenlace de una orquesta caótica repartida 
              entre miles de playas enrocadas y arenosas.

No temo lanzarme confiado, ya no. Quedarme atrapado en sus corrientes abismales. 
O anteponer porvenires más seguros, 
                          desde donde solía preguntarme: 
                              “qué habrá más allá”.  

 


Lista de imágenes:

1-2. Fabrizio Sarti alias "Sea", Vedo a colori, 2015.

 

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