El título de las memorias de Sonia Sotomayor, juez del tribunal supremo de los Estados Unidos, proviene de un verso del poema A Puerto Rico (Regreso) de José Gautier Benítez. Es un poema de nostalgia, pero de celebración del regreso al hogar. Es también un reconocimiento de lo que se le debe a ese hogar y de lapertenencia al mismo. Ese mundo adorado de Sotomayor prueba ser amplio pero muy particular.
El género de la memoria en la literatura de la diáspora puertorriqueña está bastante establecido con textos como Las memorias de Bernardo Vega y Down These Mean Streets, como ejemplos canónicos de los mismos. Este género es también común en las narrativas de los inmigrantes latinos y con el mismo se ha formado del canon de literatura latina en inglés en los Estados Unidos. Es poco común, sin embargo, que las memorias salgan simultáneamente en ambos idiomas, inglés y español, y que se conviertan en un “best seller” instantáneo. Esto se debe, claro está, a que son las memorias de la primera latina, puertorriqueña, juez de la corte suprema de los Estados Unidos de América.
La publicación de estas memorias se da en el contexto de la lucha por los derechos de los inmigrantes latinos, en el momento histórico donde éstos son la minoría más numerosa de Estados Unidos. También coincide este texto con el caldeamiento del debate sobre la acción afirmativa en este país y con una revisión del racismo y las nociones raciales a partir de la presidencia de Barack Obama.
Sotomayor comienza con la historia de cómo su madre emigró a los Estados Unidos y una vez allí conoció y se casó con su padre. Esta historia le permite hacer un retrato del Puerto Rico rural pre-Estado Libre Asociado y de la comunidad puertorriqueña en Nueva York después de la Segunda Guerra Mundial. Sotomayor explica su entorno familiar y social y el impacto de la migración y del alcoholismo de su padre en su vida. Su padre falleció cuando ella tenía 9 años, dos años después de ser diagnosticada con diabetes tipo 1.
Su candidez con respecto a su vida familiar es sorprendente y refrescante. Su narración es directa y sin sentimentalismos melodramáticos. Si bien la voz narradora es efectiva al presentar las emociones experimentadas por la autora en cada momento, no hay un regodeo que manipule al lector, sino más bien una narración de los eventos que lleven al entendimiento de la situación. Mientras la autora va narrando las etapas formativas de su vida y sus relaciones afectivas con familiares y amigos, no descuida el contexto social y político del momento. Esto lo hace al revelar cómo fue que redescubrió su historia personal en su investigación para el libro y también en apartes que explican o cuentan anécdotas breves relacionadas a la narración, pero que se salen del orden cronológico que sigue meticulosamente el libro.
Es un texto político que no sermonea. Más bien se basa en el ejemplo para llevar a cabo su mensaje: las condiciones que hicieron posible que una niña pobre del Bronx lograra ser juez del tribunal supremo de los Estados Unidos de América. Decididamente, las memorias de Sonia Sotomayor son un argumento contundente a favor de la acción afirmativa. Sin embargo, también son una historia sobre el éxito mediante el esfuerzo y la disciplina individual, resguardados y motivados por el apoyo de una familia y su comunidad. Si bien el registro del lenguaje seleccionado para las memorias es sencillo, los argumentos que se presentan son complejos.
Al hilvanar su historia, cada anécdota tiene una suerte de enseñanza que no es evidente en sí misma sino en su función conjunto a la historia completa. Ninguno de sus logros son un fin en sí mismos, por ejemplo, ni se dan como una suerte de “final feliz”, sino que son una transición hacia otra meta y otra carrera hacia otro objetivo.
Así como Sotomayor narra sus éxitos también cuenta sus fracasos de forma directa y natural y como parte imprescindible de su formación profesional y personal. Curiosamente no deslinda estas dos facetas, sino que constantemente evidencia como su vida profesional afecta su vida personal y viceversa y como forman quién es ella ahora mismo. De esta forma, el argumento que apoya la acción afirmativa se vuelve una parte orgánica y no forzada de su historial. Al reconocer su desigualdad con sus compañeros de Princeton cuando entró a esta universidad, y explicar cómo le tomó tiempo llegar hasta el nivel de los demás, en vez de poner en entredicho los méritos de los programas de acción afirmativa, evidencia que ésta no hace el éxito de sus beneficiarios. La acción afirmativa es un peldaño que ayuda a los grupos minoritarios a llegar a la escalera, pero la subida la tienen que hacer solos.
Es precisamente cuando Sotomayor habla de sus desconocimientos, fallos y errores que más efectivo se hace su argumento a favor de la acción afirmativa, pues deshace el argumento neo-liberal de que esta política es anatema al alcance del éxito por los medios propios. En sus memorias, Sonia Sotomayor deja claro que sus éxitos son el resultado de su esfuerzo. Pero también deja claro que no hubiera alcanzado sus éxitos si su esfuerzo no estuviera apoyado sin una comunidad que apostara a ella, y esta comunidad incluye la política pública, sus amigos y sus familiares.
Estas memorias son, entonces, un testimonio de la lucha de una puertorriqueña para poder alcanzar sus metas en Estados Unidos sufriendo de prejuicio y desavenencias familiares y físicas, y sin embargo encontrando precisamente en estas desventajas el poder la fuerza para alcanzarlas. Sus memorias son un regalo, y a juzgar por su título, son un regalo con una dedicatoria de amor a su comunidad más cercana, la puertorriqueña. Su interés por Puerto Rico y por los puertorriqueños tanto de las islas de Puerto Rico como de la diáspora es evidente a través de sus memorias. En las diferentes etapas de su formación, Sotomayor cuenta como lidió con la eterna pregunta sobre el status de Puerto Rico y como se mantuvo vinculada a la comunidad puertorriqueña de la diáspora.
Su tesis de bachillerato en Princeton fue sobre la posibilidad de la independencia de Puerto Rico. La nota que le fuera publicada en el Yale Law Journal fue sobre los derechos del suelo marítimo de Puerto Rico y como las islas deberían mantenerlo aun si se convirtieran en estado de los Estados Unidos. Por doce años fue parte del Puerto Rico Legal Defense and Education Fund, al que renuncia sólo cuando se le nombra juez federal.
Las memorias de Sotomayor son también las memorias de parte de la comunidad puertorriqueña. Su nombramiento como juez del tribunal supremo de Estados Unidos marcas también una nueva etapa en las relaciones de Puerto Rico con su metrópolis. Este hecho hace de este libro lectura obligada para quien quiera entender mejor de qué se trata esta nueva etapa. Además, todo el que comparta ese mundo adorado de Sonia apreciará este regalo que ella le hace.
Lista de imágenes:
1. Sonia Sotomayor con sus padres de niñita.
2. Sonia Sotomayor de niña.
3. Sonia Sotomayor de niña.
4. Sonia Sotomayor en Sesame Street explicando la palabra "carrera" y cómo las niñas pueden aspirar a diferentes carreras como enseñanza, abogacía, jurispudencia y hasta las ciencias.