De emociones básicas: sobre el trabajo de Adriana Lestido

La contemplación de las cosas como son
Sin error o confusión
Sin sustitución o impostura
Es en sí misma algo más noble
Que una cosecha entera de invención.

-Sir. Francis B.

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Una distancia que hace posible concebir un mundo. Especulando, escudriñando lo femenino en propiedad y el carácter de lo que ha debido callar. Una mirada particular que construye un genuino cuestionamiento acerca de la feminidad a través del lente. Y digo acerca de, porque bien logran unas fotografías la posibilidad de capturar en sus tomas, inquietantes modelos de identidad en configuración. Mujeres combativas, presas, con sus hijos. Narrar historias que devastan los clichés para dar paso a relatos por medio de la imagen.

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El Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina en Buenos Aires presentó una retrospectiva de la fotógrafa Adriana Lestido. Una muestra que reunió alrededor de 70 imágenes producidas entre 1979 y 2007, articuladas en un recorrido cronológico, un conjunto de setenta tomas fotográficas de las series Hospital infanto-juvenil (1986-1988), Madres adolescentes (1988-1990), Mujeres presas (1991-1993), Madres e hijas (1995-1998), El amor (1992-2005) y Villa Gesell (2005).

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Un trabajo en series permite usar el carácter documental como herramienta de aproximación y norma de estilo, que tiende a desdibujarse en un tono que se diluye y deja aparecer un punto de algo más. La intensidad emocional de la vivencia, en esencia básica, una aproximación meticulosa a los gestos sin poses. La impresión, mayormente en blanco y negro, resulta tener entonces una infinidad de matices.

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Los diversos ensayos fotográficos que Lestido realiza desde los años 80, abordan distintos aspectos de la maternidad en combinaciones y variantes diversas. Las primeras series poseen un marcado acento social: Hospital Infanto Juvenil (1986-88) presenta una visión del mundo de los niños en un entorno hospitalario; Madres adolescentes (1988-90) refleja la soledad y el miedo de una maternidad precoz en una casa de acogida; Mujeres presas (1991-93) penetra en el espacio carcelario donde muchas mujeres son también madres. Es el resultado de convivir durante un año, una vez a la semana, con las mujeres de la cárcel número 8 de la ciudad de La Plata. Aquí muestra la vida de estas mujeres y su opresión, soledad, desamparo, sentimiento de vacío e inseguridad. La mayoría de ellas provienen de hogares pobres y tienen hijos, que seguramente no recuperarán. Madres e hijas (1995-99) posee un carácter más íntimo, desligado ya de una mirada social, y vinculado con las emociones y las dificultades de las relaciones humanas.

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En esta serie siguió durante tres años a cuatro madres con sus respectivas hijas. Según la artista, este fue su trabajo más intenso y con el que se sintió más a gusto. Con sus fotos directas y testimoniales, transmite los conflictos, la simbiosis de la maternidad, la necesidad de la madre, la necesidad de la hija, los cuerpos desnudos, la intimidad y la desolación. Sus últimas series El amor (1992-2005) y Villa Gesell (2005) parten de vivencias personales. Entre ellas, quizá la más significativa, sea desaparición de su compañero Guillermo Moralli, en 1978, hecho determinante en la vida de la artista y que forma parte esencial, aunque igualmente intangible, de su trabajo. De hecho, tanto la muestra como el libro que la acompaña fueron dedicados: “A Guillermo Willy Moralli, compañero de vida y de lucha, secuestrado y desaparecido por la dictadura militar el 18 de julio de 1978. A su luz, bondad y belleza”. La muestra, que culminó a finales de julio y se extendió por tres meses, fue curada por Gabriel Díaz y Juan Travnik.

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Por su parte, el libro, Editado por Capital Intelectual, realizado con apoyo de la Ley de Mecenazgo y del grupo INSUD, constituye una obra en sí misma. “La lucidez es un don y es un castigo”, cita la fotógrafa en su libro a la poeta Alejandra Pizarnik. “Está todo en la palabra: lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio. Pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. Lúcido viene de Lucifer y Lucifer viene de lux y de ferre, que quiere decir el que tiene luz, el que genera luz, el que trae la luz que permite la visión interior. El bien y el mal, todo junto. El placer y el dolor (…) En esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal”. “Empecé a hacer fotos poco después de la desaparición de Willy –agrega Lestido–. En el momento no me di cuenta de la relación que teníamos. Y recién en 2008 noté que comencé a hacer fotos un año después de su desaparición. A partir de ahí la fotografía dirigió mi vida”.

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*Todas las imágenes son de la autoría de Adriana Lestido.

* Adriana Lestido nació en Buenos Aires en 1955. Comenzó sus estudios de fotografía en 1979. Entre 1982 y 1995 se desempeñó como reportera gráfica para el diario La Voz, la agencia DyN y el diario Página 12. Desde 1995 desarrolla una intensa actividad docente coordinando talleres y clínicas sobre el uso de la fotografía como medio de expresión. Otros de sus ensayos de largo aliento, además de los antes mencionados, son Interior (2008/2010), Centinelas del bosque (México, 2010), La Obra (2009/2010) y Petróleo (2008). En 2002 fue invitada por Trama (Argentina) y Pulse (Sudáfrica), para participar del proyecto Violencia / Silencio que se realizó en Durban y Nieubethesda, Sudáfrica. En 2004 fue jurado de la Fundación Nuevo Periodismo, dirigida por Gabriel García Márquez en Colombia y en 2005 fue invitada por el British Council y la Asociación de Derechos Civiles como jurado del concurso La mirada justa en Londres. En 2007 realizó un taller de fotografía en la cárcel de mujeres nº 3 de Ezeiza. En 2010 fue oficialmente invitada por PhotoEspaña a exponer su muestra antológica Amores Difíciles (fotografías 1979/2007) en Casa de América, Madrid y a impartir uno de los campus PHE10 Grandes Maestros en Alcalá de Henares. Es autora de cuatro libros,: Mujeres presas, Colección Fotógrafos Argentinos, Buenos Aires (2001), 2º edición 2008, Madres e hijas, La Azotea Editorial, Buenos Aires (2003), publicado con el apoyo de una beca Guggenheim (2010) y La Obra, editado por el Grupo Insud y Capital Intelectual, Madrid (2011).

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